Pez Que TE ALEJAS --Poemas de Jorge Luis Rodriguez
VERSO a vERSO
BOLETIN HISPANOAMERICANO DE POESIA.
TallerEditorialMiami. Junio 2010.
Pez Que TE ALEJAS
Poemas de Jorge Luis Rodriguez
Jorge Luis Rodríguez (Matanzas, Cuba, 1957) es un poeta atípico. Para encontrarlo no se le puede buscar únicamente entre metáforas, porque, aunque entre metáforas respira, es dado a la aventura de la vida misma; y se echa al mundo con los brazos tan abiertos que el mundo casi cabe entre sus brazos. Lo recuerdo en fecha tan remota como en los ‘70 del pasado siglo en la Matanzas nuestra, esa ciudad de puentes y de ríos, esa ‘Atenas de Cuba’ en donde si das un traspiés surge un poeta debajo de cualquier piedra… y lo veo con su pelo largo, larguísimo, y su Jean azul raído y archivando en los bolsillos el poema más reciente… y aquellas zapatillas con las que desandaba la calle Milanés hasta atracar en el simbólico parque de La Libertad, punto de tertulias sin citas previas; y desde donde partía, casi todos los fines de semana hacia las márgenes del río Canímar, aquel flamante grupo poético-espeleoarqueológico lidereado por el ya desaparecido Luis Marimón Tápanes y el mismísimo Jorge Luis. Después vino el ‘80 y el Mariel y aquella despedida en la casa de Marimón después de regresar El Goyo (porque así lo bautizamos) de la Embajada del Perú con el consiguiente salvoconducto (archivado en el bolsillo del último poema) para emigrar hacia los Estados Unidos de Norteamérica. Desde entonces transcurrió casi una veintena de años hasta que El Goyo regresó a la Matanzas que no lo había olvidado. Para entonces el poeta Marimón había sucumbido de un infarto-suicidio en Las Vegas. Meses después, estando yo en Los Angeles, compartimos y editamos un poemario a dos manos con el que inauguramos Palo Monte Editores, bajo el auspicio de Statge of de Arts, Inc. institución cultural que fundó a sólo tres años de haber llegado a este país y que aún mantiene en pleno apogeo con los esfuerzos que es dable imaginar; y por lo que se ha ganado reconocimientos y congratulaciones oficiales de parte de la Ciudad de Los Angeles. VERSO A VERSO, pues, se honra acogiendo en su espacio la versión digital del poemario PEZ QUE TE ALEJAS, de Jorge Luis Rodríguez, en edición de 1999.
(Angel Antonio Moreno)
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A BEATRICE
(UNO)
Pez que te alejas,
déjame ser tu sueño,
déjame nadar en tu sangre
porque el amor no dura en California
y los besos se borran con el viento,
quiero que me recuerdes
aunque Alexis venda la casa
y desconecten mi teléfono,
piensa que yo seré una mentira,
un cuento de la Luna,
un animal atrapado en la escalera
abriendo agujeros en tus sueños.
Recuérdame en el verano,
cuando el sudor se duerma en tus rodillas
y en el jardín crezcan los niños de repente.
Yo que soñaba en los tejados,
yo que nunca dejaré de estar en el patio,
desnudo y viejo cortándome las uñas, bostezando en secreto
y sólo tú podrás verme.
No importa que vendan la casa.
Yo te espero en el patio.
(DOS)
Tocaron a la puerta
y tuve miedo, tú te asustaste,
no había nadie pero la puerta seguía sonando,
debe ser un error, un desperfecto de nuestros oídos,
tenemos que reparar nuestras antenas,
comprar sombreros, escribir cartas los domingos,
pero ya no puedo engañarte,
tú que comprendes los signos de la noche,
agazapada en la estrella mayor
ahora escupes la verdad sobre la mesa.
Deja de golpear la puerta, dices,
y aunque yo quiero entrar
pese al frío que congela mis huesos
desisto de la operación,
mañana enviarán otra nave,
otros amantes suspirarán frente a tu puerta,
yo ya soy tuyo
yo ya no sirvo para la conquista de otra estrella
(TRES)
Recuérdame en invierno
cuando tus manos se llenen de sudor
y sientas que me amas,
recuerda que fuí un sueño
y estoy atado en el patio, triste y derrotado
sin poder escaparme desde que mataron al televisor
y a mi me amarraron en el patio
con esta gran calabaza atada en el ombligo
y no puedo moverme, aunque te vea cada noche
con un amante distinto en la ventana.
Dicen que estoy loco,
que perdí el control y me quedé sobre la hierba
escribiendo este poema de amor
aunque nos cobren los impuestos
y a tí te boten de la escuela.
(CUATRO)
Estos días se irán
como las cuentas del teléfono
y nadie recordará mi nombre,
tratarás en vano de saber
a quién pertenece estos textos extraños
y aquel traje negro en el ropero,
no podrás comprender las sombras en el patio,
aquel agujero en tu retrato
y la firma de nadie en todos mis papeles,
debo avisarte
que estos días se irán para siempre
y el buzón se llenará de sobres vacíos,
en la boda de Pablo faltará el chofer
y tú querrás explicar el rostro de un desconocido,
me alejaré
como una trampa en la memoria
y a veces en las tardes
te detendrás sorprendida en cualquier calle
sin saber que soy yo
sin comprender
ese viento helado en tus mejillas.
(CINCO)
Recuerda este momento:
sentados en el parque después de comer como locos
dijiste cuánto me amabas
y miraste alrededor
las sillas azules,
los libros en la mesa,
sonreíste;
después miraste cómo escribía este poema,
hojeaste una revista, lentamente,
y tus ojos se posaron en mis ojos,
recuerda aquel instante,
quizás entonces
éramos felices.
(SEIS)
Cuando sonó el teléfono tuve miedo,
pensé que te habías hundido en un pantano
o quizás tu coche habría explotado en un accidente,
pero entonces escuché tu voz tranquila
saludándome como siempre
y casi me enojo al pensar
que por un instante tuve miedo
pensando que estabas sóla y triste
al borde de la muerte
por mi culpa, sin querer delatarme
mientras ellos te torturaban,
te sacaban los ojos y quemaban tus pies;
por eso me habías llamado,
ellos querían encontrarme
y tú guardaste silencio
mientras disimulabas en el teléfono
como si fuera un día cualquiera,
como si no pasara nada.
(SIETE)
Está bien, dijo el doctor,
y esa noche hicimos el amor como siempre,
sin saber que estábamos perdidos,
que habíamos roto el equilibrio genético
de nuestros hemisferios biológicos
y al caer la noche
comenzaron los sudores fríos,
los temblores incontrolables
y te encontré al amanecer
tirada en un charco de sangre
junto a unas bacterias bien chistosas
que se limpiaban los dientes.
(OCHO)
Esta casa es un infierno,
no se por qué no quieres mudarte
si el techo está hundiéndose,
hay fosos en el piso
y las habitaciones están llenas de pájaros.
Los vecinos son unos sádicos
que no dejan de arrojar piedras
y tratan de violarte los domingos;
pero tú siempre encuentras alguna excusa
“Aquí nos besamos por primera vez”
me dices en el portal calcinado
donde no paran de caer relámpagos
mientras una lluvia insaciable
arrastra las tablas del piso
y se lleva flotando mis libros.
“Mira qué hermoso”
dices señalando las aves de rapiña
que vuelan en círculos sobre la casa
mientras escucho el ruido de las ratas,
los disparos de la policía
y los gritos de las brujas en el callejón.
De cualquier modo
mudarse para siempre es un problema
(NUEVE)
Yo tenía una compañía grandota
y contraté una secretaria pequeñita
que escribía largas cartas a los bancos,
si nos descuidábamos un sólo instante,
por ejemplo;
si me distraigo con las tetas de la secretaria
y dejo de dictar cartas
entonces todo se hunde.
Con esto de la deuda externa
no hay que parar de mandar cartas a los bancos,
si dejan de leer tus cartas por un momento
entonces seguro que levantan el teléfono
y te lo quitan todo enseguida,
hasta la secretaria;
por eso contraté una bien pequeña
casi sin tetas
para poderme concentrar bien en lo que dicto.
(DIEZ)
Pasen si gustan,
la comida está servida;
hoy Alexis cazó unas ratas preciosas
y Beatrice las cocinó con manzanas,
así saben mejor
afirma la abuela
y todos se asombran
porque antes no teníamos abuela en la casa,
estaban bien baratas
la compramos el domingo.
Ya nadie quiere las abuelas
desde que los niños tienen computadoras,
aunque estas abuelas automáticas son buenísimas
y si te joden mucho
las desconectas.
Alexis pensaba atrapar un oso
o tal vez un elefante
pero un puñado de ratas
se ven bien asquerosas
y la abuela electrónica se negó a cocinarlas.
Por eso amo a Beatrice:
una mujer moderna no le teme a las ratas.
(ONCE)
Cuando escribo
me siento como el chofer de un autobus,
como los funcionarios de la Ciudad
o como los médicos del Hospital General.
Siento que el mundo es mío
y puedo operar a mis anchas
con el presupuesto Municipal
o los riñones de cualquier vecino.
A veces quiero amputar el atardecer
y dejar suelto al sol
pero comprendo estas crisis de energía
y como buen intelectual coopero con la causa
apaguemos las estrellas,
vamos a dormir temprano.
De cualquier modo
esta ciudad está llena de autobuses
y la promiscuidad del transporte público
es el único morbo que nos queda.
(DOCE)
Freud se equivocaba,
el tango no tiene nada que ver con la poesía.
El núcleo de la verdad
es del tamaño de una hormiga.
Esta noche pertenece al pasado,
transcurrió hace muchos años
antes de conocernos;
una historia prehistórica frente al mar
cuando lanzaste la primera piedra
sin saber
que siglos más tarde
ese símbolo sobre la arena
marcaría el destino de alguna muchacha
atrapada entre su propia piel
y los deseos perdidos en la arena
una tarde cualquiera
en la eternidad del sicoanálisis
por los siglos de los siglos,
Amén.
(TRECE)
Está triste la naranja
y el árbol del jardín
se llenó de pájaros diminutos
los políticos hablan del presupuesto
mientras el Alcalde gasta el presupuesto
pagándole a los políticos que hablan
y Facundo se muere de cáncer
mientras Alexis vende la casa.
Adiós, dijo el jefe
y yo le estreché la mano como hacen los hombres
sin llorar
y regresé andando a casa
para qué quiero el coche
ahora que me corrieron del trabajo
no sé quién va a pagar las mensualidades
tampoco sé para qué vuelvo a casa
probablemente ya avisaron al banco
y encontraré la puerta cerrada
y otra familia sentada en el jardín
no sé cómo escribirle a mi hermana
y contarle que se llevaron a mi mujer
no pude seguir pagando los niños
y si no me apresuro en terminar esta carta
confiscarán las estampillas.
(CATORCE)
La vida está bien dura
ahora que no tengo dinero
me paso todo el día en casa sin salir
tomando cerveZas y escribiendo poemas
la vida está bien dura
a veces tengo que dejar todo lo que estoy haciendo
ir a la nevera
y prepararme algo de comer
hay muchos mercados en California y siempre
habrá alguno que aceptará mis cheques sin fondo
a veces tengo que manejar muchas horas
para encontrar un mercado donde no me conozcan
sé que algún día sonará la alarma
porque habré regresado al lugar del crimen
sin saberlo
y me entrarán a tiros
pero mientras tanto aquí estoy
tomando cervezas,
escribiendo,
la vida está bien dura.
(QUINCE)
Los palestinos protestan
mientras los judíos matan
y los musulmanes rezan.
Cierro el periódico y corro hacia la cama,
perdóname si vomito entre tus senos
pero este lunes infernal
he practicado el encierro,
contemplé mi rostro en el espejo
y vi tus ojos
colgados en el almanaque
como piedras del olvido
en esa región del hambre
donde sólo llegan a veces los amigos
mientras tú sostienes mi alma en el espejo.
Tú que me alumbras los caminos
con una flor inexplicable,
perdóname
si vomito entre tus senos
si llego tarde de repente
si invento tu perfume
y al cerrar la puerta
descubres el olor de la muerte,
será porque hoy recorría Jerusalén entre sueños
y traigo toda la sangre de Dios en mi pañuelo.
(DIECISEIS)
Ahora comprendo
cuán inútiles han sido estos años.
Quiero mis playas,
la arena fina de abril,
los hombros de aquella muchacha,
devuélvanme mis sueños.
Jamás volveré a dudar frente al espejo
ahora que comprendo cuáles palabras debo repetir
como el verdugo de una generación
decapitando el sexo de la historia,
abriendo las ventanas
para que ocurra un milagro en la Ciudad
para que la vida no sea esta deuda infinita
para que puedas volar a mi lado
y dejes de escuchar esos gritos en medio
de la noche
tendida a mi lado
la estatua de un amor
imponderable, mágico, imposible.
(DIECISIETE)
El Amor era aquella mariposa enorme.
más inmensa que mis deudas,
enorme como una flor desnuda sobre el viento
y soplaron las olas.
Lentamente,
aprendimos a amarnos sin dudar
y abierta como un libro de chocolate
comprendiste una mañana
que el amor era la señal de una estrella,
el símbolo de lo imposible,
los ojos descarriados, el color de un teléfono…
ya perdimos antes de apostar
porque la única manera de ganar en este juego
es perdiéndolo todo para siempre.
(DIECIOCHO)
Algunos amigos hablaban de Arte
mientras tomaban cervezas,
en realidad no se trataba de una fiesta
era tarde y casi nos quedamos en casa,
tampoco era una cena
aunque había perros calientes
pero ya te habías vestido
y te veías hermosa con tu pelo negro,
entonces llamé por teléfono para decir
que ya salíamos.
Aquella noche tomaste demasiado
hablaste de tu doctorado con Paulina
y le pediste a Richard que me fotografiara desnudo
yo manejé toda la noche
pero no podíamos encontrar la ciudad
aún la seguimos buscando
quizás en esto consista la vida
desconocidos que se aman
mientras buscan el camino de regreso.
(DIECINUEVE)
Dame una señal
déjame saber que todo está bien
que todavía somos novios
y nos besamos apasionadamente
en los rincones
de una ciudad estremecida por las bombas
entre sirenas de ambulancias
y tantas promesas incumplidas,
perdóname
yo nací en una calle estrecha
de una ciudad pequeña a orillas del mar
y la casa era de piedra
y todo parecía imposible excepto amar,
perdóname
mientras ustedes levantan estos rascacielos
nosotros desnundábamos a las vírgenes
hasta que no dejamos ninguna muchacha sin sonrisa
y el pueblo estaba lleno de amor
pero no había nada de comer,
perdóname
si necesito una señal en el verano,
necesito saber que estos edificios resistirán
el peso de los besos,
yo sé que no soy práctico,
perdona a este soñador atrapado entre dos fuegos
y dame una señal, un beso en la mejilla,
una esperanza en medio de este infierno.
TallerEditorialMiami, con el consentimiento del poeta Jorge Luis Rodríguez, autoriza la libre circulación, por internet, de este Boletín Hispanoamericano de Poesía (Junio 2010). Editor: Angel Antonio Moreno
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