Begoña Gómez vestida con la sangre de los fusilados en Cuba.

Con este viaje de , no hay dudas, España se le fue de la mano a los españoles.

...el asunto es mucho más serio de lo que parece. Por partes. El viaje del presidente del Gobierno a Cuba, el primero de un mandatario español en 32 años, es extraordinariamente sensible por razones que a nadie se le escapan. Hay que medir al milímetro cada paso porque se trata de la última dictadura en el continente americano y el régimen todo lo sabe aprovechar a su favor para blanquearse internacionalmente. La obligación de cualquier mandatario es escapar de la trampa. Y si hay que ir a la isla porque son muchos los intereses económicos en juego, amén de que indudablemente España debe ejercer un mayor liderazgo político en toda la región, se va. Pero estableciendo muchas condiciones previas, no cruzando líneas rojas y marcando las necesarias distancias. Por ejemplo, como hizo Obama en 2016, un mandatario español no debiera ir a Cuba sin que tenga el placer de la contraparte para poder mantener algún tipo de encuentro con los opositores. De lo contrario, cualquier apelación a los derechos humanos es mera retórica, papel mojado.
Y, a partir de ahí, en las condiciones actuales, se podría entender que Sánchez realizara un viaje de trabajo -las categorías diplomáticas son muy importantes- a Cuba, pero no uno con idéntico ceremonial a un viaje de Estado, como está haciendo, porque eso no contribuye sino a reforzar al régimen. En la web oficial de Moncloa dejan bien claro que Sánchez ha emprendido un «viaje institucional». Ni siquiera se emplea el término oficial, aunque lo sea, para guardar las formas. Pero, en la práctica, ni el presidente ni su mujer las han guardado. Se están comportando del mismo modo en que lo haría un jefe de Estado en visita de ídem. Y eso, cuando sea oportuno, es algo que sólo debieran haber hecho los Reyes de España, a quienes la Constitución otorga la máxima representación de nuestro país en el exterior y, en especial, en las relaciones con la comunidad iberoamericana. Llevamos 40 años sin mandar al Monarca a Cuba porque no se considera conveniente, y Sánchez y esposa no tienen empacho en pasearse por La Habana como reyes. El mundo al revés.

Los dos asistieron anoche a una cena oficial con el dictador cubano, Miguel Díaz-Canel, y su esposa. Y ambos han paseado cogidos del brazo por La Habana vieja y han recibido achuchones de la comunidad española residente en la isla. Como jefes de Estado, ni más ni menos. Sin pudor ni empacho. ¿No era éste un viaje excepcional a Cuba de carácter eminentemente económico? ¿No se trataba sólo de un primer acercamiento bilateral para restaurar ciertas relaciones diplomáticas deterioradas con el Gobierno del PP? ¿No se nos había dicho que Sánchez quería sondear cómo estaban las cosas en La Habana para preparar el viaje de Estado de los Reyes el próximo año? Entonces, ¿por qué han acabado convirtiendo todo en un espectáculo político para transmutarse en los Obama de Sanchinarro?
En 1978, en plena TransiciónAdolfo Suárez se entrevistó con Fidel Castro en La Habana. También realizó un viaje oficial a la isla Felipe González en 1986. Los dos mandatarios acudieron solos, sin sus mujeres. Con sentido de Estado, entendieron que la visita a Cuba era políticamente muy comprometedora, muy sensible. No se trataba de que fueran sus cónyuges a tomar té con pastas. Sánchez no le hace ascos a nada. En cuatro meses ha realizado dos giras internacionales y, mientras, eso sí, Moncloa ha castigado sine die al Rey, cuya agenda internacional es la más pobre de un Monarca europeo con diferencia. Para darse pisto en el exterior ya están Sánchez y Gómez, quien, a la vez que se extralimita en las funciones de la primera dama que en realidad no es, ha decidido mantener su empleo privado fichando por el Instituto de Empresa(IE), lo que provoca obvios conflictos de intereses que abochornarían en cualquier democracia seria y consolidada.
Habrá que empezar a tomarse en serio la posibilidad de que el próximo Discurso de Nochebuena lo pronuncie Pedro Sánchez, por supuesto con Begoña.


La 'reina roja' Begoña Gómez se corona en Cuba





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