ZUPIA, poemario Margarita García Alonso Alonso #LiteraturaCubana #Cuba #poetascubanos


Zupia, poemas de Margarita García Alonso. Conforme a la Real Academia Española, “Zupia” significa: 1. f. Poso del vino. / 2. f. Vino turbio por estar revuelto con el poso. / 3. f. Líquido de mal aspecto y sabor./ 4. f. Parte más inútil y despreciable de cualquier cosa. Las cuatro acepciones están presentes en este poemario 





Mi madre y Friedrich

Cuando la Princesa Von Hamburgo
regaló un piano a Friedrich
este cortó casi todas las cuerdas.
Con las  cuerdas sanas
improvisó un diálogo
monástico junto al diablo
sobre un horrible cuadro
de veleros estancados
en manchas de óleo.
Mi madre no entiende
qué hace un barco varado
en el azul Prusia.
Me escribe para ser entendida
cuando riega los cactus.
Me afino, juro que afino
pero poco puedo hacer
con un instrumento troceado.
Tampoco mi poesía se entiende,
la escribo para no ser entendida,
Hölderlin traduce mis notas
con un tenedor de cocina
al que le faltan dientes.
Mi madre se agota
en la formulación
de cualquier palabra,
mi madre ha pactado con Friedrich
para que descuartice
         -uno a uno-
los filamentos de la memoria.
Día y noche, años de ausencia,
sola en el diluvio de palabras,
arranca en el huerto
la finísima pelusa

de los ángeles.




Zupia, poema de Margarita García Alonso Alonso, 2016
I

Ha pasado la hora fatal del atardecer
escribo, escribo y no ensarto la aguja
desbocada en el abismo del ojo

des-boca-da me parto los dientes.
Las palabras afloran, poco importa 
ser caballo o mendigo
si piso una tierra que no me pertenece

la tierra miedo, 
la tierra de nadie.

Soy la que elige sacrificios 
frente a la puerta se acumula 
la nieve en noche intensa.

Si inclino la cabeza, 
si te enseño a trenzar 
desencadeno temblores
en la pelvis de Cristo
y vas a lengüetear
la piedra calcinada
de mi rodilla.

Una tras otra la angustia 
suda mares en mi cabeza,
si la avellana cae me dispersa
en mínimas cuentas, en salitre.

Todo fue hermoso,
todo es hermoso desde el agua
el aire corta la superficie 
se ajusta a concéntricos
deslizamientos de moluscos
y en el fondo yace la piedra,
el corazón cercado por
el río profundo de la memoria.

Huele a niño y no hay forma 
que despegue su camisa de mis ojos,

llegué muerta adonde iba a morir, 
estaba sola, tan sola que podía confesarlo 
y tomé su mano en infinitas vibraciones,

se me han agotado los dedos
de acariciar su pelo en todos los vientos.

La letra vale sangre 
en correos antiguos
pero al nombrar te- ti- contigo
asciende el reflujo gástrico,
se desmantela el coxis,
mi hígado se ensancha 
de materias insanas. 
Cada espiral repite 
incansablemente 
donde quedamos
cada espiral repite:
alma de perra,
ojos de perra,
uñas de perra
arrastrada en callejuelas
olisqueé 
un sinfín de coincidencias
con las que acostaríamos 
a desconocidos.

Todo es hermoso,
un pájaro picotea su frente,
el tatuaje se agranda,
queda el hueco 
a merced de las moscas.

Cada verano caluroso 
la entrepierna 
forma aspavientos 
de riachuelo,
el hueso desprendido,
la fractura nos reúne y
somos pasto de incienso
frente a devotas 
de rarísima pureza
que depositan azucenas,
galanes de noche,
sobre un hombre lacerado

si respiramos 
si nos miramos
el polvillo cae sobre el haz
de luz de la matanza

en mi pecho 
el banderín de la masacre
tiñe de rojo las nubes.

Es hermoso cómo descienden
las aves carroñeras,
cómo desciende 
la mano del mago 
a la capa poblada de bolsillos.

Hermosa la muerte 
me sopla este desaliento 
con más fuego que todos los fuegos
de la creación del mundo

te veo caer y no te sostengo,
caes, caes, caes como baba 
en mi bocaza de perra,

pero no temo, me acostumbré 
al lenguaje que choca 
en mi diente partido,
cada vez que escapa un tren 
de cualquier estación

una brizna de paja en mi boca
tu semen en mi boca 
me convierte en simiente 
de cualquier tribu nocturna,

en la frívola ciudad 
escupo la noche
junto al camión de la basura.

Cada amanecer, 
pegada al moho
me convierto 
en anticoncepto.

Bordo iniciales
con el profundo ardor
que imita la plenitud

iniciales que envío a Venecia, 
de una isla a otra perdidas.

En el filo del vaso 
la sangre colapsa
cuando aseguro 
que es perfecta
la tranquilidad de las nubes
que sostienen la tormenta.

Circunciso la lengua si niego 
o sobrevivo la catástrofe.

Me enfrento a descabellados
planes amatorios
de pulgas en bibliotecas,

pero vale más la droga o la mirra
que la sentencia

mi amor es la sombra, 
el ritmo desenfrenado
que lleva al trance

lejos de la melisa que adormece 
la hora fatal once

-nadie repita once
o caerá del tercer cielo
la tinta que grabó 
el brazo de mis antepasados.

Dos lanzas atraviesan 
mis costillas,
el pretérito cíclico 
tasajea al planeta
con hilos de acero

las familias se arrastran
en el fango de las fronteras,

los niños avientan 
caballos de miedo
mientras ululan las sirenas 
que detectan humano

en el bosque, abedules 
de corteza blanca 
reflejan la dimensión 
donde serán otros.

Todo es hermoso y queda atrás, 
hasta mi vida.

II
En mi nombre, 
a partir de este instante 
destruirán 
cartillas de racionamiento,
filas de espera, diplomas, 
cualquier identidad
que limite.
Pronto partiré, 
mi paso ha sido
una infinita despedida,
de brevedad sospechosa

mientras canto crecen 
plantas del Paraíso en tu frente,

la fruta del placer
roza la partícula insumisa
bajo la borrasca del verano

los niños saltan
aceras trazadas con cal

en el pavimento
ventanas que conducen
a corredores salpicados de galaxias.

Cae la lluvia al amanecer, 
al mediodía, en la tarde
en todas las plazas depositan
la patética individualidad 
llamada Ser.

Y yo en la fuente equivocada, 
-la fuente no es donde caigo,
es el vientre que devuelve
lo no digerido-
he estado lejos 
con un puntero filoso, 
reducida a soplo

mi único amor se expande 
en una onda atómica
e irradia a los pájaros
que detienen su graznar
cuando meo contra-muros
para que no se apoderen
de mi corazón

tapizo calles, despierto húmeda
por el rocío de alcoholes 
de plantas maceradas
reaparezco en la yema del dedo

esta mancha no es la tinta 
de mis absurdos escritos,

es mi vagina que destila
como si estuviese de paritorio
la sofisticada 
leucemia del totalitarismo.

La vejez en mi cara,
me han usado 
en el experimento humano,
pero mi caso se ha perdido
en los archivos de Inteligencia
de una dictadura

no puedo regresar a casa
no puedo regresar a mi madre
que amamanta 
a una paloma helada.

Soy la ausente
que fabrica bálsamos
sobre una pira de libros
mientras escribo 
esto que lees
protegido
en el zurrón de mamá

envuelto, 
como cuando eras niño.


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