un preciso calendario

Van Gogh Le Père Tanguy

Antes de acostarse fumó la mariguana cultivada en la trastienda, bebió el acostumbrado vino, que sustituía a otros alcoholes y reforzaba  los huesos, leyó una revista sobre técnica de macerado,  se acostó, sintió el gas revoloteando en la tripa, se tiró un peo y firmó la paz eterna.
 Lo hallaron con expresión feliz,  había rejuvenecido;  la rabia de vivir se había transformado en  equilibrio y serenidad.  Como un jardín japonés, las profundas arrugas trillaban las mejillas,  pero la belleza del hombre estaba intacta, había vencido a su propia densidad.
 A finales de los ochenta, se convirtió al verde, estableció un preciso calendario para entretener a las amantes, suprimió toda riña entre ellas organizando cenas y peregrinajes.
El bar, del cual era propietario desde los sesenta,  se transformó, bajo la regencia de una chica desgarbada que actualizaba enciclopedias con el alma de noctámbulos.
Sin embargo, absolutamente nada se movía o cambiada, sin su autorización. Fue pionero de espectáculos de travestis, noches de espuma, música electrónica, y eventos espaciales, que no han podido reproducir las mejores discotecas del mundo.
 Tras el entierro, organizaron la venta de sus pertenencias,  pero no estuvieron representantes del Museo  ni  historiadores; acostumbrados a comprar lo que tiene nombre,  reafirmaron lo poco que importa  un Hombre que resume una época.

#Textos inéditos, marga, Margarita García Alonso

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