lo único que falta es perder las piernas
toshio ebine
Rimbaud elogiaba la necesidad de alterar los sentidos
para poder escribir. Expuso su
teoría a los diez y seis años con el poema El barco ebrio, el cual escribió
sin jamás haber visto el mar, inspirado en acuarelas de un viejo libro que
encontró en la basura.
Rimbaud en una multitud de
espejos es la exacta dimensión de mi fracaso. Rimbaud soñaba con Paris, buscó premios, los obtuvo todos y
a los diecinueve años, abandonó la literatura, viajó a pie por
Europa, llegó a África, para finalmente
regresar a Francia donde le cortaron una pierna. Nada mas hizo, murió en Marsella, a los treinta y siete años.
Quise desaparecer y he caído nuevamente
en la escritura. Tecleando como una
maldita. Mi guerra con el país donde nací me ha llevado a puebluchos de
miseria, a mi miseria.
Expiro el olor con que se construyen leyendas, y poco importa. Mi ausencia no ha dañado al
sistema, solo a mí. No tengo fuerzas para regresar, no las tengo para defender
una novela. Me enterré hace mucho. De tiempo en tiempo, llegan noticias de
aquel mundo. En las redes sociales, los controladores continúan a realizar un
censo de temores.
¿Ves, esos tipos que viven en
el absoluto éxito literario? -Pregunta Dios- Han querido convertirme en
impostor, en figura de yeso. Tú y Rimbaud, no han prestado oído:
“La soledad es mala cosa.
Por mi parte, siento no haberme casado y tener una familia. Pero ahora estoy
condenado a errar, atado a una empresa lejana, y día a día pierdo el recuerdo
del clima y la manera de vivir e incluso la lengua de Europa. ¿Para qué sirven
estas idas y venidas, estas fatigas y estas aventuras en lugares de razas
extrañas, y estas lenguas que llenan la memoria, y estas penas sin nombre, si
un día, después de algunos años, no puedo descansar en un lugar que me guste más
o menos, y encontrar una familia, y tener por lo menos un hijo para pasar el
resto de mi vida educándolo según mis ideas, dotándolo de la más completa
instrucción que se pueda dar... Puedo desaparecer en medio de estas tribus sin
que nadie tenga noticia. ”
donan.
-Perdiste la plaza. … – añade
con gravedad ES.
-Pero ES, lo único que me falta
es perder las piernas.
-Escucha: La muerte llega a
grandes pasos (...) Permanece despierto y su vida se va acabando con un sueño
continuo, mientras dice cosas extrañas muy dulcemente, con una voz que me
hubiera encantado si no me partiera el corazón. Lo que dice son sueños, pero no
son los mismos que cuando tenía fiebre. Se dirá, y yo lo creo, que lo hace
expresamente. Como él murmura esas cosas, la monja me ha preguntado en voz muy
baja: ¿Cree usted que ha vuelto a perder la consciencia?. Pero él entendió la
pregunta y enrojeció; y cuando la monja se marchó me dijo: -Me creen loco, ¿Y
tú, lo crees tú?. Es un ser casi inmaterial y su pensamiento se escapa a su
pesar. Algunas veces pregunta a los médicos si ellos ven las cosas
extraordinarias que él percibe, y les habla y les cuenta con dulzura sus
impresiones, en términos que yo no podría reproducir; los médicos le miran a
los ojos y se dicen entre ellos: -Es singular. Hay en el caso de Arthur algunas
cosas que no comprenden. ”
El ordenador se pasma, Word maldice; el traductor ignora los tiempos, los acentos y me invade la pereza. Contemplo
fotografías, símbolos de todos los tiempos, leo Tratados de alquimia, el Zoar,
la Biblia, ensayos de hermenéutica, pero nada cambia, el cielo se emancipa sin
que levante pie. Si supiera imaginarme
en otra dimensión, en condiciones diferentes. Si, al menos, osara pensarme.
#Textos inéditos, Marga
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