CASA DE JUEGOS.

Desiderius Erasmus of Rotterdam, 1526, Albrecht Durer
Medium: engraving
CASA DE JUEGOS.
Sintiéndose ya nombrado, 
se forzaba a entregarse a un nuevo juego.
La moneda en el aire, suspendida
en el ocio que el cuerpo le ha exigido,
la moneda del sueño, no es la música
para dignificar un breve espacio.
Sentarse a meditar, rasgar sus nombres
a la justa medida del torneo.
Sentarse entre los árboles, errar,
dejar correr los galgos y los hombres
una misma carrera.
El paisaje apacible donde el hombre
sólo ha puesto sus ojos,
aún muestra las heridas de una noche de sueños.

Se escribirá que las muchachas
se guardan sitios tiernos debajo de las armas,
y que sus pies desnudos,
hollando la hojarasca de visitados árboles
entonan las canciones cegadas por el tiempo.
Aves de la niñez,
en sus pechos ocultos
os guardan una miel de eterna soledad.
Romped sus velos de abrigada ternura.
Perded,
es un juego en que se pierde.
Cuando niño, me perdía el sonido de los cuernos,
me perdían los ojos de los ciervos desnudos como llamas.
Cuando niño, corría entre los árboles,
veía las muchachas esconder sus rodillas y alzarse con sus rostros,
sus pechos apretados eran presas del sueño;
sueños de filosa piedra, ornamentada.
La roca bajo el cuerpo,
sus filosas aristas...
Toda muerte temprana es imprecisa,
perded,
se arriesga la suerte, el ocio y otros juegos terribles.

Ceñida al cuerpo la mano, vestidura,
era trazada en círculo.
Un camino de árboles y hombres sobre el polen del sueño.
Perded,
el cuerpo exige
un pedazo de sueño para estar.

HERIBERTO HERNANDEZ MEDINA

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