SÓCRATES
JANTIPA, la esposa de SÓCRATES, era una mujer malhumorada, adusta, de muy mal carácter, que amargó al filósofo toda su vida. Entre las muchas historias que se cuentan, se dice que en alguna ocasión le vació el orinal en la cabeza.
Siendo así las cosas, incapaz de hallar solaz en su hogar, Sócrates gustaba de matar las horas paseando por el ágora. Le encantaban los calamares, así que iba con una redecilla, los compraba y aprovechaba para charlar con la gente, o con sus discípulos, entre ellos Platón.
Se dice que un día, uno de sus alumnos le abordó, lleno de dudas. Había aceptado casarse con una joven ateniense, pero no tenía en absoluto claro que el matrimonio pudiera ir bien, pues por lo visto ella era muy dominante y celosa. Le pidió consejo a Sócrates...
—Maestro, no sé qué hacer, aconséjeme
—Difícil tesitura, muchacho...
—Cásate. Y con un poco de suerte, serás feliz.
—¿Qué hago? –insistió– ¿me caso?
Sócrates contestó pensando en su esposa Jantipa.
—¿Y si todo va mal y no somos felices?
—Entonces serás filósofo.
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