Las flores de Brian.


Edward Brian (Ted) Seago RBA ARWS RWS

(31 March 1910 – 19 January 1974) 
was an English artist who painted in both oils and watercolours.



LUIS MARIMON TAPANEZ

La Rosa de Jericó 
(fragmento)

I

Son los mismos de siempre los que cantan.
Las sirenas tatuaron sus caras.
Tuvimos el sueño de las piedras, atestiguamos las tradiciones
fervorosas,
los rugidos de la sedición. 
Habitamos el sanguíneo planeta, como ceniza confundida
en una urna fúnebre. 
Eran los estandartes de nosotros, los vivos. 
Los perversos herméticos, no obstante, 
no dijeron esta boca es mía, 
ni siquiera los nombres que desfallecían 
con una desolación de tiburón y páramo. 
Con pasión reconocimos las tumbas donde los hechiceros y los locos
proclamaban los nuevos enigmas, 
las catástrofes de los mesías inauditos, 
exorcizando la estirpe de moros y judíos. 
Los buhoneros pasaron con sus mulas imposibles,
mientras las pitonisas no querían confiar sus cuerpos drogados 
ni siquiera a los enanos que preparaban la magia del laurel. 
Esos mismos hombres diafanizaron sus emblemas, se distinguieron 
por sus plumas, por sus caireles rojos o amarillos; 
pugnaron por una vastedad sin fronteras que en su especie 
fuese única y tremenda.
Con las máscaras de los desolados y los inermes 
penetraron en las tabernas de Pompeya, 
buscaron el trípode de oro en una gruta de Delfos. 
Besaron las arenas que se desprendían de los papiros, 
las letras hechizadas del Corán, la Biblia y el Talmud, 
estafaron la verdad de la historia, 
falsificaron las madrugadas. 
Pusieron a un lado los arquetipos y las degollinas, 
conformaron bandos y reinados 
con el fin de no sentirse totalmente oscuros; 
deshicieron algunos entuertos memorables,
para que no dijeran...
(Siempre pensaban: ¿Qué dirá de mí el mañana?)
Allá, en la morenía, los cristianos lloraban por un simple rumor. Eran
contrahechos golems, hombres de palo...
Fuimos los mismos siempre, de eso no hay dudas.
Cada especie con alabancia insólita se dio a llamar El Hombre.
Recogimos el misterio de las espesas madrugadas
donde el haschis y el opio suplían el desdén de los inmortales.
Un cazador salía, regresaba luego y su morral oscuro
apestaba a animales fabulosos y eternos:
un anca de unicornio, el apetitoso corazón de una sirena.
El pájaro rock andaba por las cumbres de Ararat
gestando genios y fantasmas.
Las hidras no temían los presagios.
En las criptas, la Rosa del misterio,
logró suplir la sed por una eternidad que aún no comprendo.
Máscaras otra vez, toros de ónix...
Presentíamos los abortos, las estatuas, las manifestaciones.
Era todo de sueños.
("No es bello el tiempo en que todo es realidad").
Nos fue legado el don de la perpetuidad olvidada,
de las premoniciones.
La vida se convirtió, en fin, en una cosa rara.
Tuvimos el traidor necesario,
la soledad necesaria,
los muertos necesarios.
Fuimos de una raza absorta en el abismo mientras recogíamos los
caminos
con hambre.
Inconcebibles hombres con panteras adentro. 
Los remotos venenos nos descubren y esas casualidades 
son desconocidas hasta del mismo azar. 
En los conventos se emparedaban a los hijos del Diablo 
y en las grandes contiendas los guerreros penetraban a la cueva de 
Dios
y lo comían.

II

Seguimos, en verdad, siendo los mismos.
Algo tenemos de inauditos dioses,
da lo mismo ser latino que cretino.
Enloquecer de pronto y salir dando gritos ya no es una gran hazaña,
meterse un tiro en la cabeza es algo tan común como tener un hijo.
El color de la sangre permanece, bello y terrible como un amanecer.
En los acantilados hay hombres que pierden la cabeza contra el mar.
Nonatos, hicimos un muro, un laberinto contra la esperanza.
Nosotros, mártires de la palabra,
los que amamos su oscura carne escupida por siglos de parías y traidores.
Un volcán anda, como un perro, suelto entre nosotros, 
un animal de fuego hundido 
como un cuchillo tembloroso en nuestros corazones. 
(...)

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