Paul Lothar Müller (1869-1956), ‘Glückspilze’, “Der Guckkasten”, 1909
Por Luis González Ruisánchez
Me apenan los dreamers. Cientos de ellos anoche no dejaron dormir al líder de la minoría en el Senado, el demócrata Chuck Schumer, exigiéndole a gritos acciones enérgicas tras el comportamiento de Schumer en la “contienda” por cerrar y reabrir el gobierno.
Acaso ahora comiencen a entender que han sido un truco de porfía de los demócratas y nada más.
Si miraran atrás con cuidado, recordarían que fueron favorecidos por gobiernos republicanos (Reagan, Bush) y que Obama solo decretó el DACA a los pies de la reelección para contar con la emigración a su favor, un rejuego político. Pero lo hizo con la anunciada advertencia de que sería una solución temporal.
En una reunión de prensa en la Casa Blanca, le sugirieron a Barack Obama que por qué no detenía las deportaciones. Obama estaba ya batiendo el récord histórico de deportaciones. El entonces Presidente respondió que si lo hacía, tendría a la mañana siguiente 5 demandas fiscales en su mesa de trabajo. Repito la anécdota que contó nada menos que el periodista Jorge Ramos durante un programa de Tv.
El decreto de Obama debía terminar justo el día en que el Presidente Trump anunció que acabaría con DACA. Hubiera podido extenderlo, pero si no lo cancelaba ese día, Trump estaba amenazado de recibir 9 demandas en su contra de fiscales de 9 Estados.
El comportamiento irracional, intolerante y violento de los dreamers ha sido resultado de la manipulación alevosa del Partido Demócrata y las fuerzas de izquierda contra el stablishment estadounidense. Y nada bueno ha salido de eso.
Ahora, la fracción demócrata del gobierno ha mostrado el manejo turbio y politiquero que ha desarrollado desde 2016 con los ilegales y jóvenes soñadores.
Siempre escuché el consejo tradicional de que “lo favores no se piden con escopeta”, sabiduría poblana. Aunque moralmente los jóvenes soñadores cautivan la solidaridad, legalmente tienen el “agua al cuello”. Su solución podría alcanzarse utilizando la inteligencia, la tolerancia y la razón. Con exigir a garrotazos un derecho inexistente no se llega a nada.
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