Honfleur
Painters sitting in the courtyard of the Saint-Siméon farm at Honfleur , 1872
César de Cock, 1823 – 1904 Private collection
“NUPCIAL”
José Kozer
Celebramos
cuarenta años bailando desnudos, las ventanas
de casa abiertas de
par en par
a la desnudez
de los peces juntando sus opérculos, branquias,
un golpe con la aleta
dorsal posterior, y
a desovar.
Ajados, nos manoseamos.
Las aves, al atisbar por las ventanas abiertas,
se sobresaltan,
aparean por la
cola, el pico,
empollan (ahora
somos
nosotros quienes
nos sobresaltamos): arrugados, cola depuesta,
pico caído, la flecha
de Cupido avanza
menos que en
la aporía de
Zenón de Elea: celebramos dando más
vueltas (despelotados)
Afrodita no rige, no rige
Artemisa, aquí manda
Perséfone, nos hacen
coro las Moiras.
Rompe filas Pandora, la caja se estrella, el
hecho se ha de considerar
accidental, en nosotros el
instinto
suicida no opera,
es más, acabamos de comprobar (apretujándonos)
(desapretándonos) que en
la caja no había nada; ni
presagios, ni voces. La
corneja no llegó
por la izquierda, bajó como nuestros ancestros
del norte: el pez martillo
pasó de largo, la lamprea
en vez de
quitarnos la respiración, nos imita bailando (amor
epiceno) unida por el ano
al dios de la
vegetación submarina.
El día termina, los dioses en sus contubernios
se repliegan. Guadalupe
y yo nos vestimos, no
sea que aves y peces y
otras criaturas
nos cojan con las manos en la masa, nos tilden
de desvergonzados, a
nosotros, seres
morigerados: Guadalupe de trenzas, cara de
sueño, noche de bodas,
sale del baño, fulge
(refulge) en su pijama
rojo.
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