Pronunciar el nombre

Jules Breton, Jeunes filles se rendant à la procession, 1890,

Munson-Williams-Proctor Arts Institute.

de Nuno Júdice

Ah, esos nombres, los nombres que ahora regresan

como si todavía los llamase, como si un nombre fuera

un cuerpo, un nombre tan lejano de quien tiene

ese nombre, y se pierde en algún canto de la vida, en algún

corredor de sentimientos no correspondidos, en alguna calle

tan larga que no se sabe dónde finaliza, y en cada

puerta falta el número que tenía el nombre

buscado… El nombre dicho despacio, por la noche,

para no olvidarlo, o apenas dicho

para adentro, para que la palabra gane otro

cuerpo, en el fondo de nosotros, y el nombre recordado

apague todos los nombres, todos los cuerpos,

todos los instantes en que, por detrás del nombre

que fue dicho, un rostro surja para dar una forma

a ese nombre, y sólo al nombrarlo esa forma tenga

la sustancia que le pertenece, tal vez el amor,

tal vez el deseo, tal vez la búsqueda de que un nombre,

sólo por ser dicho, concentrase en él el sueño

que un día se esfumará, como si el nombre se

diluyese en sus sílabas, y no consiguiésemos

reconstituirlo a partir de vocales y consonantes

perdidas en la tierra de la memoria, mientras las manos

vacías buscaban la piel de un nombre, un nombre

apenas, tan breve como breve es el tiempo

del nombre que damos al amor, cuando

en él encontramos el calor del nombre murmurado

al oído de quien se ama.