Apuntes meteorológicos de la herborista, poema de Margarita García Alonso

Mariya Vishnyak


Apuntes meteorológicos  de la herborista.

Cielo
Llueve sobre la playa de Deauville,
de la arena al casino una nube
se consuela con sombrillas
que han decidido seguir cerradas

como si fuesen pájaros alicaídos
se posan en el cuerpo que sombrea.

Aire
Me han decepcionado  
los Hombres,
podré sembrar, 
recortar la pelusa
esperar el fruto,
al ave que emigra
donde crece el verde,
la plantación infinita de eucaliptos.

Sol
Un rasguño en el acantilado
y aquel cuerpo germina.

Cultivos secos.
Traza la ola su pirueta graciosa
desdibuja a la gaviota
que come en mi mano
palabras no dichas,
escritas en papeluchos de puerto
donde me han prohibido entrada.

Tiene el diente de perro el rojo
tinto de la sangre que beben
cuando me arrancan la piel,
y me bautizan loca.

Siembra milagrosa.

Leche de florecillas
de bordura de mar,
en el gusto de su boca
que ensaliva mi lengua
mi lengua provocando la savia
de cien árboles airados.


Planta.
La semilla encuentra el cause
en la barahúnda de la entrepierna.


Mala yerba.
El hacha reposa 
junto a la tijera,
poda cuerpo, 
tala hoja
sobre el verde antiguo de La Mancha.

Ángel mío,  soy un trapo de piel
que en nada se parece a la creencia,
 el zurcido mal echo,
no tengo fuerza
para remendar.

Las cosas leves caen pesadas en el alma:
te nombro y voy a morir esta noche.

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