Sobre el poemario “Sustos de Muchacha” , de Margarita García Alonso. Por Ariel B. Acosta
Otra manera de leer el corazón de una muchacha
Sobre el poemario “Sustos de Muchacha”
de Margarita García Alonso.
Sería mucho más rico que todas las ciencias descubiertas fueran tan exactas como la Poesía. Que en vez de hablar de los héroes diciendo: “gran estratega de formación” u “hombre de valor y sin tacha”, se refirieran a ellos como “animal de muerte y de luz” o “ángel del alba de acero”. Por ejemplo.
Lo demostró Homero, con aquellos epítetos de Héctor, domador de caballos y Aquiles, el de los pies ligeros. No por gusto se afirma que la reconstrucción más fidedigna de la batalla de Waterloo está ofrecida por Víctor Hugo, en Los Miserables.
Ahora estamos delante de la historia de un éxodo, contada desde adentro y por tanto puede ofrecernos una versión más interesante de la vida. Se trata de un viaje, de un descubrimiento, de un testimonio lúcido, de la expansión y de ciertos dolores experimentados por una muchacha que está viviendo mientras observa su propio corazón. Tan interesada por lo que acontece a su alrededor en el mundo material, como en interpretar los designios de su alma.
Una voz cándida por su pasión y firme en su creatividad. Los sustos de esta muchacha narran, con precisión abrumadora, la gran historia del crecimiento humano.
“Nadie le mira pero ella tiene las llaves
y una soledad y un hambre de amor que espantan.”
Desde su clausura acompañada por fantasmas creativos: Quevedo, Machado, Vallejo, Mozart, Chagall, Van Gogh y Miguel Ángel, pero también Eliseo, Neruda, entre otros; la poetisa organiza sus ejércitos, libra sus combates:
“Permiso para espantar el desamor
que diluvia sobre la ciudad.”
Y su crónica poética es la de todos. ¿Quién no ha sentido, al menos una vez, susto por la terrible circunstancia de estar vivo?
“Estas muchachas del mundo se parecen.”
Pues sería mucho más rico si entendiéramos la realidad desde los versos, que nuestros héroes no mataran sino con el canto. Las guerras quizás parecerían humanas, porque el daño de la palabra puede repararse casi siempre más fácilmente que el daño de la espada.
“Una muchacha profundamente vieja
golpea los muebles
ante el recién graduado
que estremece milenios y no entiende,
no sabe que mueren cientos a diario
de hambre o de amor
y no entiende.
Una muchacha profundamente vieja
no se puede extirpar en las esquinas
donde desangra, de vez en cuando,
y renace las más.”
Con esto me despido y los convido a desnudar Los Sustos de Margarita García Alonso, domadora de palabras, vástago de la lírica y persona increíble.
Ariel B. Acosta
Bruselas, Septiembre, 2013
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