Alfonsina Storni en Mar del Plata
Alfonsina Storni, los mitos de su muerte
La imagen que ilustra este artículo pertenece al Archivo General de la Nación y fue aportada a Fotos de Familia por Enrique Mario Palacio. Corresponde a una cobertura periodística realizada por la Revista Caras y Caretas en 1924, reflejando un veraneo de Alfonsina Storni en nuestra ciudad.
Contrariando la creencia, Alfonsina Storni no se suicidó en el sitio donde está su monumento. Tampoco es cierto que la mujer de túnica tallada en la piedra sea una representación de Alfonsina, sino que es un simbolismo artístico del escultor Luis Perlotti. La poetisa aparece en el ángulo inferior izquierdo del monumento, donde vemos su perfil real y algunos versos de su poema “Dolor”.
Otro detalle: el monumento no siempre estuvo en ese sitio y originalmente padeció una ubicación insólita. La obra, financiada por sus viejos amigos de la peña del Café Tortoni –entre ellos Benito Quinquela Martín- fue inaugurada en 1948, a diez años de la muerte de Alfonsina. La Municipalidad decidió colocarlo en lo alto de la barranca, donde había una plazoleta llamada Irizagaray. Y para que los caminantes pudieran verlo, lo pusieron de espaldas al mar. Esa contradicción simbólica fue corregida cuando lo trasladaron a su lugar actual, trámite en que perdió su pedestal de mármol original.
La canción “Alfonsina y el mar” (Luna-Ramírez) apuntaló los mitos al sugerir una caminata sobre “la blanda arena”, acompañada por “sabe Dios qué angustia…”. Ese lánguido derrotero por la playa no existió y su muerte no derivó de una pena misteriosa.
Alfonsina padecía cáncer y en 1935 sufrió la extirpación de un seno. En enero de 1938 le confió a su hijo Alejandro, de 26 años, que los síntomas habían retornado y que no se sometería a una nueva invasión corporal.
El 18 de octubre de 1938 viajó a Mar del Plata, rechazando la compañía de su hijo, a quien le dejó varios recados. Se alojó en un hotel de la calle 3 de Febrero 2861, entre Irigoyen y Mitre, perteneciente a su amiga Luisa Orioli de Pizzigarni. Era una típica “casa chorizo” que fue demolida hace años y donde hoy funciona un albergue transitorio.
En aquella casa Alfonsina escribió su poema “Voy a dormir” y lo despachó por
correo a La Nación. Lo publicaron al día siguiente de su muerte. Recibió dos cartas de su hijo y las respondió, pero la segunda no es de su puño y letra: se la tuvo que dictar a una empleada del hotel, Celinda Socorro Abarza. En ambas se refirió a su angustioso estado de salud. En una tercera misiva, dirigida a su amigo Manuel Gálvez, requirió una gestión para incrementar el sueldo de su hijo como empleado municipal.
correo a La Nación. Lo publicaron al día siguiente de su muerte. Recibió dos cartas de su hijo y las respondió, pero la segunda no es de su puño y letra: se la tuvo que dictar a una empleada del hotel, Celinda Socorro Abarza. En ambas se refirió a su angustioso estado de salud. En una tercera misiva, dirigida a su amigo Manuel Gálvez, requirió una gestión para incrementar el sueldo de su hijo como empleado municipal.
Al sufrir una crisis, Alfonsina fue asistida por el médico Felipe Serebrinsky y le transmitió sus deseos de suicidarse, propósito que cumplió el 25 de octubre, posiblemente alrededor de la una. Sin ser vista, salió del hotel y saltó al mar desde un espigón situado a unos 500 metros. De no ser porque uno de sus zapatos quedó aprisionado en un hierro del espigón, jamás se habría determinado el sitio exacto de su muerte. En aquel tiempo las escolleras se estructuraban con piedras y viejos rieles del ferrocarril que pronto quedaban expuestos.
Alfonsina eligió un sitio que bien conocía: el balneario del Club Argentino de Mujeres, que se hallaba frente a Plaza España, aproximadamente a la altura de la calle Chacabuco.
Alfonsina eligió un sitio que bien conocía: el balneario del Club Argentino de Mujeres, que se hallaba frente a Plaza España, aproximadamente a la altura de la calle Chacabuco.
El cuerpo fue rescatado en el mar a la mañana siguiente y un médico lo reconoció casualmente en la morgue del Hospital Mar del Plata (hoy Materno Infantil). Por tratarse de una figura de renombre, la noticia se propagó rápidamente. Su hijo se enteró en Buenos Aires, al escucharla por la radio. La empleada Celinda Abarza creía que Alfonsina seguía durmiendo en su habitación, donde luego hallarían aquella nota final: “…me tiro al mar…”.
La poetisa tuvo una breve ceremonia fúnebre en Mar del Plata. Se llevó a cabo en dependencias del Colegio Nacional que funcionaba en la actual calle Hipólito Irigoyen entre Bolívar y Moreno, donde hoy está el Centro de Castilla y León.
Los restos fueron ascendidos al tren de las 20.30 para ser velados al día siguiente en el Club Argentino de Mujeres de Maipú al 900. Durante años reposaron en la bóveda de la familia Onrubia-Botana de La Recoleta y en 1963 fueron trasladados al Recinto de las Personalidades o Rincón de los Notables levantado en el Cementerio de la Chacarita.-
Los restos fueron ascendidos al tren de las 20.30 para ser velados al día siguiente en el Club Argentino de Mujeres de Maipú al 900. Durante años reposaron en la bóveda de la familia Onrubia-Botana de La Recoleta y en 1963 fueron trasladados al Recinto de las Personalidades o Rincón de los Notables levantado en el Cementerio de la Chacarita.-
Oh mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.
Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
«Piedad, piedad para el que más ofenda».
Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.
¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:
Es la vulgaridad que me envenena.
Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.
Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría...
Ah, yo soñaba ser como tú eres.
Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.
Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza.
¡Aire de mar!... ¡Oh, tempestad! ¡Oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.
Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y la equivoca;
Pequeña vida que dolor provoca,
¡Que pueda libertarme de su peso!
Vuele mi empeño, mi esperanza vuele...
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.
Alfonsina Storni
Commentaires