yo ya era un buen americano.

Hugo Mühlig


No los cansaré con un relato detallado de este proyecto, simplemente me limitaré a decir que comencé en verano de 1877 y que procedí como sigue: en primer lugar, me imaginé una máquina de corriente continua, la puse en marcha y observé cómo las corrientes mudaban en el armazón. Entonces, me imaginé un alternador e hice lo mismo. A continuación visualicé sistemas que comprendían motores y generadores, y así sucesivamente. Imaginaba un aparato cualquiera, lo ensamblaba y lo manejaba en mi mente, y continué con esta práctica, sin cesar, hasta 1882. En ese año, de un modo u otro, comencé a sentir que la revelación se aproximaba.


Aún no podía ver exactamente cómo lo iba a hacer, pero sabía que me estaba acercando a la solución. Mientras estaba de vacaciones, en 1882, como era de esperar, me vino la idea, y nunca olvidaré el momento. Estaba paseando con un amigo mío por el parque de la ciudad en Budapest, recitando pasajes del Fausto. A mí no me costaba nada recitar de memoria el contenido completo de un libro, con todas y cada una de las palabras que hubiera en cada página, de la primera a la última. Mi hermana y mi hermano, sin embargo, podían hacerlo mucho mejor que yo. Me gustaría saber si alguno de ustedes tiene una memoria semejante. Es peculiar, totalmente visual y retroactiva.


Para ser explícitos: cuando hacía mis exámenes, siempre me tenía que leer los libros tres o cuatro días antes, cuando no una semana, porque en ese tiempo podía reconstruir las imágenes y visualizarlas; pero si tenía un examen el día después de haber leído, las imágenes no eran claras y no podía recordarlas por completo. Como digo, estaba recitando el poema de Goethe, y justo cuando el sol se estaba poniendo, me sentí maravillosamente eufórico, y la idea me vino como un relámpago.


Vi la maquinaria completa de forma clara: el generador, el motor, las conexiones; la vi en funcionamiento como si fuera real. Con un palo, dibujé en la arena, lo más claramente que pude, los diagramas que se mostraron en mi trabajo ante el American Institute of Electrical Engineers y que ilustraron mis patentes; y desde ese momento, llevé esa imagen en mi mente. Si yo hubiera sido un hombre dotado del talento práctico de Edison, me habría puesto en ese mismo momento a hacer un experimento y agilizar el invento, pero no hubo necesidad. Podía ver las imágenes tan nítidamente y lo que me imaginaba era tan real y tan palpable que no necesité ningún experimento, ni tampoco habría resultado de interés para mí. Continué y mejoré el plan sin cesar, inventé nuevos tipos y, el día en que llegué a América, casi todas las formas de construcción y casi todos los ajustes del aparato que yo había descrito en mis treinta o cuarenta patentes habían alcanzado la perfección, excepto dos o tres tipos de motor que fueron el resultado de un desarrollo posterior. En 1883, hice algunas pruebas en Estrasburgo, como ha señalado el señor Terry, y allí, en la estación de ferrocarril, conseguí la primera rotación.


Repetí el mismo experimento dos veces. Ahora llegamos a un capítulo interesante de mi vida, cuando llegué a Estados Unidos. Yo había hecho algunas mejoras para las dinamos de una compañía francesa que recibía su maquinaria de aquí. Las formas mejoradas era tan buenas que el encargado me dijo: «Debería usted ir a Estados Unidos y diseñar las máquinas para la compañía de Edison». Así, después de esfuerzos improductivos por otro lado para conseguir que alguien se interesase en mis proyectos desde el punto de vista financiero, llegué a este país. No saben lo que desearía poder darles tan sólo una idea de cómo me impresionó cuanto vi aquí. Se quedarían muy asombrados.


Todos ustedes, indudablemente, habrán leído esas encantadoras historias de Las mil y una noches, en las que los genios transportan a la gente a regiones maravillosas, para que vivan todo tipo de aventuras deliciosas. Mi caso fue justo el contrario. El genio me llevó de un mundo de sueños a uno de realidades. Mi mundo era hermoso, etéreo, como yo podía imaginarlo. Desde el preciso momento en que divisé Castle Garden, [5] me di cuenta de que, antes de haber dado con mis huesos aquí, yo ya era un buen americano.


 Entonces, sucedió otra cosa. Conocí a Edison y el efecto que produjo en mí fue extraordinario. Cuando vi a este hombre maravilloso, que no tenía educación teórica de ningún tipo, ni privilegios, que lo hacía todo por sí mismo y alcanzaba grandes resultados en virtud de su diligencia y aplicación, me sentí mortificado por la forma en que había desaprovechado mi vida. Yo había estudiado unas cuantas lenguas, había profundizado en la literatura y en el arte y había pasado mis mejores años cavilando en bibliotecas y leyendo cualquier material que cayera en mis manos. Pensé para mis adentros en lo terrible que había sido malgastar mi vida con aquellos esfuerzos inútiles. Si simplemente hubiera venido a Estados Unidos antes y hubiera dedicado toda la potencia de mi cerebro al trabajo creativo, ¿qué no podría haber conseguido?


Más adelante, sin embargo, me di cuenta de que no habría producido nada sin la formación científica que tengo, y todavía queda por responder si la conjetura relativa a mis posibles logros era correcta. Pasé casi un año en los talleres de Edison, haciendo un trabajo de lo más extenuante, y entonces algunos capitalistas vinieron a mí con el proyecto de formar mi propia compañía. Me embarqué en la propuesta y desarrollé la lámpara de arco. Para mostrarles en qué medida las personas con prejuicios estaban en contra de la corriente alterna, tal y como el presidente ha indicado, cuando les dije a estos amigos míos que tenía un gran invento relacionado con la transmisión de corriente alterna, dijeron: «No. Queremos la lámpara de arco. No nos interesa esa corriente alterna tuya». Finalmente, llevé a término mi sistema de iluminación y la ciudad lo adoptó. Entonces, conseguí organizar otra compañía, en abril de 1886 [sic], y se instaló un laboratorio donde con mucha celeridad desarrollé estos motores y, finalmente, la gente de Westinghouse se dirigió a nosotros y se llegó a un acuerdo para su introducción. Lo que ha ocurrido desde entonces ya lo saben ustedes. El invento ha arrasado en todo el mundo.

TESLA

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