dos poemas de Damaris Calderon Campos
Joven mendigo o Niño espulgándose, de Bartolomé Esteban Murillo, pintado entre 1645-1650.
FIN DE AÑO
Las mujeres no tienen nada que darme.
Los hombres no tienen nada que darme.
Los niños no tienen nada que darme.
Mi madre no tiene nada que darme.
El sol la tierra el viento el agua
el desierto el mar el océano
no tienen nada que darme.
El verde no tiene nada que darme.
Los pájaros
( su canto)
no tiene nada que darme.
La vida no tiene qué darme.
La muerte no tiene qué darme.
Yo
no tengo nada que darme.
¿Para qué brindar entonces
deseándonos nuevos destinos?
POR LA BORDA
Sol frontal
occipital
salteador de caminos
hablando el viento sur
y el ciclón tropical
(la voz de mi madre).
El pájaro que picotea el vidrio
y se refleja en la ventana
mitad sinsonte mitad tordo soy yo.
La mujer que avanza de espaldas.
He aprendido con las raíces
el lenguaje de lo que se hunde
y la muerte llega a mi casa
con la vivacidad del verano.
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