MABEL CUESTA en Pachamama.
MABEL CUESTA
Fuera del diván
Porque esta vez no morirás,
María García Granados
vengo a llevarte pequeña en el regazo
a explicarte algunas cosas
que fuera del diván fueron dictadas
en mi oído
ese placer ignoto al morir infante
para ser rescatada después
por ti misma
cuando te haces adulta
y entiendes
que ningún amor
absolutamente ningún amor
es infinito.
Vengo a llevarte,
María García Granados,
a otras tierras más amables
tierras con mar
con flores amarillas
que saben de la lluvia
y la gracia
de no esperar
de no compadecerse
en la imagen del espejo
ese único amor
que eres tú misma
hija del presidente
o del villano
crustáceo
o centauro
fundidos los dos
en la más brutal iniciación
allí donde pierdes
unidad
sanidad
sentido del matiz.
Vengo a recordarte
que has muerto en vano
que ya no dependerán de ti
los sábados de gloria
ese minuto en que bajas al abismo
para alzarte después
sacudido el polvo
el innecesario dolor
con que helaron tus vísceras.
Vengo a decirte,
María García Granados,
que sólo los niños mueren
y es tuya la misión
el deshacer el lazo de la historia
no ser más de Guatemala o Matanzas
no el maltrecho sujeto del deseo
para poeta alguno
sino simplemente
María
la que te lleva y me lleva en su regazo
la que protege y vela
la que no vuelve
a desandar el infinito vacío
de los pechos
o los ramos de lirios
que no pondrán en tu tumba
ni obispos ni embajadores.
Cristo mira en Cusco a Pachamama
Desciende herido
es la sombra del puma
parece decirle
burlona
la serpiente
el pájaro que no será
la estación imposible de la lluvia
Cristo viste faldas
y al centro de su cena
un cuy se dispone
también inerte
al sacrificio
tiempos de animal
parecen fundirse
Patas arriba
Pizarro
lava sus manos
apostólica coartada
esquina
lienzo frutal
tiempo repetido de Conquista
Cristo olvida
promesas de luz
regresos inservibles
Cristo negro
piel de llama
electro-cirios para cuidar su eternidad
protegiendo del viento
útil aún en su espesura
Cristo oro
lejos al fin de Nazareth
Roma o Basilea
no mira atrás
nuevo es el camino
nueva la destrucción
también la temblorosa maravilla
Cristo joven
desentraña
solo
ese malentendido que llaman
su palabra:
sangre del Inca que no tendrán
sangre eterna
recogida y fértil
en cualquier templo del sol
a mediodía
Cristo vientre
Canta feroz
la Pachamama.
Mabel Cuesta: Ensayista, profesora, poeta y narradora.
Vive en Estados Unidos.
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