Hombres que lloran en bares junto al Sena

Venecia, representada por el almirante otomano y cartógrafo Piri Reis en su Kitab-i Bahriye, un libro de cartas portolanas y direcciones de navegación producidas a principios del siglo XVI.

Hombres que lloran en bares junto al Sena
Margarita García Alonso




En cualquier bar converso
con desconocidos 
huelen a sudor,
a Camembert, a vino,
el tabaco impregna 
overoles azules 
como pájaros 
retenidos 
por el mal tiempo
y la maldición de esta ciudad.

En este lugar raro del norte de Europa
me borro 
como si portase 
el destino en un dedal.

Quiero llorar,
en el largo puente
que se adentra 
de las rocas al mar
turbulento de la Mancha.

Soy la incomprensión,
la extranjera 
que no ata
el bajo salario, 
los impuestos,
el bocata apurado
del que caen restos
sobre la mesa.

Los hombres de esta región 
ejercen el cuerpo
en sábanas prestadas
por mujeres de pueblo,
escandalosas, 
aborrecibles viudas 
de batallas no libradas
entretejen paños de nubes
lengüetean sexos rapados 
que hieren como erizos.

El vientre preñado de salitre,
los senos redondos de la excesiva
basura llamada fe,

como animales obesos
rebosantes de salud,
se masturban,
con el cabo de un hacha,
orgasman vikingos.

Los hombres,
una y otra vez 
se confiesan conmigo,
la mujer 
que no ama,
que no está apurada,
que no sonríe 
en la penumbra del bar
a oscuras intenciones.

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