Agradecida y emocionada...
Wenceslaus Hollar
UN gesto muy lindo, hoy en el Facebook
UN gesto muy lindo, hoy en el Facebook
Hoy, día 21 de marzo de 2017, día de los poetas. Por tanto, día del hacedor de escrituras, videntes de emociones, dotados de esa locura que nos llega y nos emociona. Descubrí no hace tanto a una poetisa cubana llamada Margarita García Alonso, instalada en las bravuras de la Normandia, que generó en mí una fascinación maravillosa, porque desde que tuve la oportunidad de conocer parte de su obra supe que su fuerza llena de cromatismos, su ingenio, su carácter indomable, su irreverencia y su mágica ternura me enredarían en su lectura. Felicidades a todos los poetas de este Universo, pero especialmente a Margarita García por darle magia poética a mi vida de esta forma tan especial que yo siento.
Dejo prueba de ello, de su obra El Centeno que corta el aire....
Confesiones de una vagabunda
¿Cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo?
Francisco de Quevedo
Antes de perder la cabeza
pondré sobre la mesa
la herida.
Quiero esconderme
en la plaza pública,
donde siempre he estado
al alcance,
a la mano
sin perturbar
o llamar la atención.
Quiero tener paz
al nombrar cada esencia
que me ha matado.
De nada os sirvo,
podéis cerrar el cuaderno,
quemarlo,
escupirlo
depositarlo en el bolsillo
del suicida.
De todas formas
soy culpable:
he bebido poco
he fornicado menos
pero embriago
—borracha,
no admito finuras
en carne descompuesta—
ebria de sentir
cómo olisqueas en un verso
buscáis consuelo donde no hay,
buscáis compañía
cuando huyo.
Escasea el tiempo,
me voy a traicionar,
voy a vender
como postalita
mi circunstancia.
Decorticaré cada ciudad,
cada perro,
seré breve como un rayo:
no me ha acompañado
la suerte.
Desde que partí de mi tierra
no he recomenzado,
solo cuadernillos,
mendicidad
y este breviario
de vagabunda estacada.
Me dijeron calla,
pero no he obedecido.
Aprende: no soy perla
de altar, ni manto
que busque espalda.
Quizás hasta posea
lo que necesitas,
pero puedo mancharte,
estoy sucia como una
frase de usurpación
a la deriva del Danubio.
He fallado:
quise retenerme adolescente,
quise que mi hija fuese siempre niña,
pero usé el santo que no conviene,
jugué el número que no tocaba,
usé la bárbara costumbre nórdica
de la sal
sal gruesa en la acera,
sal en la puerta
para espantar la nieve,
el mal ojo, la escasez,
la fatalidad.
Pero llueve
y sobre el nueve la lluvia,
rastrojos de mudanza,
ropa usada,
fotos en el cajón de cocina
junto a utensilios oxidados
como tú y yo,
extranjeros de especie.
Una mujer común,
con una camisola de hospicio
rasgada, amarillenta,
sin identificación.
que te confiesa
llamarse Margarita.
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