DE LOS POZOS VACÍOS DE LA AUSENCIA, poema de Juan Carlos Recio

Maria Vishnyak
Winter evening in Sicily 

DE LOS POZOS VACÍOS DE LA AUSENCIA.
Para Margarita García Alonso. Todos los que regresan de alguna ausencia quieren convencerte que no te olvidaron mientras esto sucedía ninguno supo antes de contarlo preguntar las veces que ante lo inmenso eras como en el silencio de una soledad tu mundo interior tu diálogo constante con las múltiples personas a las que recurriste en el intento de que el pozo que te dejaron se llenara al menos de los olores y los trastos de quien sin previo aviso desapareció; y ahora quieren que le creas fue una desgracia el estar tan lejos recordándote en su olvido. Todos ellos no alcanzan para hacer una hoguera y no serán nunca más una ceniza ardiente que pueda sostener algún vestigio una ranura un almacén donde miraste que su corazón enfermo siempre estaba en la agonía y el sobresalto inseguro y pervertido como los amores que se calentaron en la guerra. Un ave de paso, un plomo, una huella cualquier consideración de un forastero todo es superior a ese día cuando ya no estabas si no en medio de las partes que te dejaron un final inesperado un olor que se confundía con los cientos de aves volando altivas allá donde te costaría imaginar la ruta de todo lo que alguna vez había sido en la inclinación de tu fervor un riesgo, un punto ciego que disimulaba, mal trecho, tu cercanía con su abismo. Todos los que regresan vienen con esas cicatrices salidos del cráter de su ambición porque cada uno de ellos cuando súplica es solamente la continuidad de esas sensaciones que estarán dispuestas para almacenar los fracasos que repiten una y otra vez los que llenan tu paciencia de sus olvidos. Uno no es más cobarde porque evite que todo el tiempo quieran regresar esos muertos que ya ni las flores presienten un olvidado es un olvidado así como un perro en la zanja busca algo que ni la sobra de su casa pueda equiparar con su experiencia. Y entiendo que te lo he advertido pero siempre desde el oscuro fondo de los ríos nos ladran esos animales que toda la noche en vela no es suficiente para acostumbrarse a mirar cuando pasan los que huyen de la verdad de un amor que los proteja. Y también te lo he pregonado: ama lo que eres antes que desaparezca cualquiera puede olvidarte incluso, tú, que ya no recuerdas la última vez en la que sabías definir una traición de un pesimismo. Juan C Recio.

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