the Cross
Derick Baegert - Christ Carrying the Cross and Veronica with the Sudarium. 1477 - 1478
Un hombre está partiendo,
un hombre siempre está partiendo.
Alejándose de la orilla
como un náufrago que va y viene en su balsa,
bajo el quitasol que ha fabricado en su afán por sobrevivir
en un mar que por fuera y dentro le devora.
Un hombre está partiendo,
recogiendo constantemente sus aperos,
la diminuta poesía que conforma su vida,
la gravedad del misterio que le lleva hacia la lejanía del que mira
marchar la orilla, fuera ya de toda vuelta de las olas.
Las aguas que ascienden, boca que traga su figura y su sombra,
hacen de un hombre arena que asoma y se hunde.
Él y la orilla nunca se encuentran: un hombre que siempre parte
y una orilla que al parecer se detiene cuando en realidad se aleja
fantasmagóricamente, como una gran fragata
requerida por un aviso monárquico.
El hombre, aunque amando más el deseo de vivir que la misma vida,
reconoce que las verjas por donde puede comenzar su nuevo mundo,
la isla que él mira y que le mira,
será también gota del mar:
un irretenible fustazo de luz bajo las olas.
(C)David Lago González, (+/-) 1975
Un hombre está partiendo,
un hombre siempre está partiendo.
Alejándose de la orilla
como un náufrago que va y viene en su balsa,
bajo el quitasol que ha fabricado en su afán por sobrevivir
en un mar que por fuera y dentro le devora.
Un hombre está partiendo,
recogiendo constantemente sus aperos,
la diminuta poesía que conforma su vida,
la gravedad del misterio que le lleva hacia la lejanía del que mira
marchar la orilla, fuera ya de toda vuelta de las olas.
Las aguas que ascienden, boca que traga su figura y su sombra,
hacen de un hombre arena que asoma y se hunde.
Él y la orilla nunca se encuentran: un hombre que siempre parte
y una orilla que al parecer se detiene cuando en realidad se aleja
fantasmagóricamente, como una gran fragata
requerida por un aviso monárquico.
El hombre, aunque amando más el deseo de vivir que la misma vida,
reconoce que las verjas por donde puede comenzar su nuevo mundo,
la isla que él mira y que le mira,
será también gota del mar:
un irretenible fustazo de luz bajo las olas.
(C)David Lago González, (+/-) 1975
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