Las primeras damas, protocolo
El protocolo es una de las tradiciones más antiguas de la historia de la humanidad. La palabra protocolo en todos los idiomas del mundo existe y significa lo mismo. Llevarlo a cabo denota una seriedad y un compromiso por el país que se representa.
Estas son algunas reglas básicas que deberán ser llevadas a cabo por la Primera Dama de México.
1. El Presidente siempre será quien marque el protocolo.
2. La primera dama no deberá destacar ante la presencia del Presidente.
3. La primera dama no posee un cargo electo, ni obligaciones oficiales y no percibe salario.
4. El nombre de Primera Dama no es un título oficial, es una designación coloquial utilizada sobre todo por los medios de comunicación.
5. La primera dama se hace cargo honoríficamente, de la Presidencia del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF).
6. La primera dama es la responsable de llevar a cabo sus funciones como anfitriona de Los Pinos.
7. Protocolariamente hablando, se le tendrá consideración a la primera dama, cuando asista a los actos oficiales siempre y cuando vaya acompañada por el Presidente.
8. La primera dama tiene el mismo rango protocolario que el presidente, siempre y cuando acuda a la recepción oficial como su acompañante. Por el contrario, si asiste sola a un evento, pierde este rango.
9. La primera dama deberá caminar a la izquierda y un paso atrás del Presidente, siempre y cuando estos dos sean los únicos en el trayecto.
10. Cuando el presidente revisa la formación de las fuerzas armadas de su país o del país que lo recibe, el presidente deberá ir solo sin la compañía de su esposa.
11. La primera dama tiene como obligación hacer presencia en los viajes, ceremonias y recepciones oficiales protocolarias como acompañante del Presidente.
12. Debido a la gran influencia que puede tener en la carrera política de su esposo, es necesario que siempre guarde las formas y evite expresar sus opiniones, ya que estas pueden afectar de manera negativa la imagen del presidente y de la nación.
13. El estado mayor presidencial es el responsable de establecer los lineamientos protocolarios en todo momento y en todo lugar.
Esta es una base sobre el protocolo diplomático que se debe llevar a cabo como primera dama del país, sin embargo, existen diferentes tipos de protocolo que deberán ser llevados a cabo según en el contexto en que se encuentre el presidente. Protocolo de Estado, Protocolo Nacional, Protocolo Internacional, Protocolo Militar, Protocolo Civil y Protocolo Religioso. Cada uno de estos protocolos dictan sus propios lineamientos según el contexto en donde y con quien se encuentren.
Es importante observar y hacer un análisis completo desde el principio hasta el fin de la situación y una vez observada esta información, formar un criterio y anunciar una opinión.
EL PROTOCOLO Y LAS PRIMERAS DAMAS
El término Primera Dama designa a la mujer o cónyuge del presidente de una república o, en su defecto, a quien –madre, hija o hermana- cumple con sus funciones protocolares en viajes y ceremonias oficiales. Por tanto, se trata de un cargo meramente protocolar.
Las primeras damas no son votadas ni elegidas pero asumen un rol protocolario e institucional importante y determinante en las sociedades actuales. Desde el punto de vista institucional, su actividad no está regulada, pero su importancia es decisiva en la imagen de la institución.
En el caso de que se trate de un hombre (cuando la mujer sea la presidenta), el que ocupe el puesto, suele recibir el título de “Primer Caballero”.
Origen
La figura de la primera dama tiene sus precedentes en Roma, donde destaca el caso de Livia Drusila, esposa del emperador Augusto, que junto a él formó parte de la primera pareja romana, intervino en política y se consideraba que era quien más influía en el emperador (Sánchez Hernández, 2011).
Su denominación suele atribuirse a Mary Clemmer Ames (1877), periodista victoriana del Springfield, Massachusetts Republican, New York Press (1865) y del Brooklyn Daily Union (1869-1871) y autora de Ten years in Washington. Life and Scenes as a woman sees them (1871), quien al referirse a Lucy Webb Hayes, esposa de Rutherford B. Hayes, utilizó la denominación “The First Lady of the Land”. No obstante, al parecer la expresión ya había sido utilizada por la prensa al aludir a Mary Lincoln –esposa de Abraham Lincoln y, sobre todo, a Harriet Lane, la sobrina de James Buchanan, que actuó como primera dama durante la presidencia de su tío. Esta última, conocida como “la reina democrática”, fue un verdadero modelo para la sociedad de su época. Gran anfitriona y muy cuidadosa con el protocolo en momentos de tensiones políticas regionales, se ocupó siempre de señalar las precedencias adecuadas en los actos sociales que organizaba, ejerciendo sus funciones con gran tacto.
Charles Nirdlinger, autor teatral, popularizó la expresión aún más al estrenar en 1911 su obra The First Lady in the Land acerca de Dolley Dandridge Payen Todd Madison, esposa de James Madison, presidente de los Estados Unidos en 1809. A partir de los años 30, queda consolidada la denominación “Primera dama” –First Lady- y se extenderá a casi todas las repúblicas del mundo, aunque muy especialmente a las hispanoamericanas.
En España
Resulta interesante hacer una búsqueda en Google y ver que Primera Dama nos trae a Ana Botella, Carmen Polo, Dolores Rivas Cherif, Carmen Romero y Sofía de Grecia. ¿No podría serlo Carmen Polo? Es decir ¿podría hablarse de primera dama en las dictaduras? En sentido estricto, la única de que sí lo fue es Dolores Rivas, la esposa de Manuel Azaña.
Conclusión
El manejo oficial de la figura de la primera dama pasa por la elaboración de una cuidadosa sintaxis iconográfica, estructurada de acuerdo con un ideal institucional.
Como asegura Mario Alejandro Carrillo “el manejo oficial de la figura de la primera dama pasa por la elaboración de una cuidadosa sintaxis iconográfica, estructurada de acuerdo con un ideal institucional” (1992: 232). Lo que es innegable es que la primera dama se convierte en un referente institucional y que no es sólo su persona lo que está en juego sino también la institución a la que representa. Muchas lo saben y han logrado sacar partido de esa imagen e incluso rédito personal, utilizando el cargo para realizar acercamientos a determinados lobbies y lograr posicionarse políticamente hasta el punto de haber concurrido posteriormente a elecciones presidenciales e incluso haber accedido a las presidencias de sus respectivos países.
El artículo completo se encuentra en academia.edu. Autora: Dolores del Mar Sánchez González.
Commentaires