TABAQUERÍA
lutenist
Pontifical of Guillaume Durand, Avignon, before 1390
Paris, Bibliothèque Sainte-Geneviève, ms. 143, fol. 1r
en mi aniversario...
gracias
Fernando Pessoa.
TABAQUERÍA
No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.
Ventanas de mi cuarto,
de mi cuarto de uno de los millones de gente que nadie
sabe quién es(y si supiesen quién es, ¿qué sabrían?),dais al misterio de una calle constantemente cruzadapor la gente,a una calle inaccesible a todos los pensamientos,real, imposiblemente real, evidente, desconocidamenteevidente,con el misterio de las cosas por lo bajo de las piedras ylos seres,con la muerte poniendo humedad en las paredes ycabellos blancos en los hombres,con el Destino conduciendo el carro de todo por lacarretera de nada.
Hoy estoy vencido, como si supiera la verdad.
Hoy estoy lúcido, como si estuviese a punto de morirme
y no tuviese otra fraternidad con las cosasque una despedida, volviéndose esta casa y este lado dela callela fila de vagones de un tren, y una partida pintadadesde dentro de mi cabeza,y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos ala ida.
Hoy me siento perplejo, como quien ha pensado y
opinado y olvidado.
Hoy estoy dividido entre la lealtad que le deboa la tabaquería del otro lado de la calle, como cosa realpor fuera,y a la sensación de que todo es sueño, como cosa realpor dentro.
He fracasado en todo.
Como no me hice ningún propósito, quizá todo no
fuese nada.El aprendizaje que me impartieron,me apeé por la ventana de las traseras de la casa.Me fui al campo con grandes proyectos.Pero sólo encontré allí hierbas y árboles,y cuando había gente era igual que la otra.Me aparto de la ventana, me siento en una silla.¿En qué voy a pensar?¿Qué sé yo del que seré, yo que no sé lo que soy?¿Ser lo que pienso? Pero ¡pienso ser tantas cosas!¡Y hay tantos que piensan ser lo mismo que no puedehaber tantos!¿Un genio? En este momentocien mil cerebros se juzgan en sueños genios como yo,y la historia no distinguirá, ¿quién sabe?, ni a uno,ni habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras.No, no creo en mí.¡En todos los manicomios hay locos perdidos con tantasconvicciones!Yo, que no tengo ninguna convicción, ¿soy másconvincente o menos convincente?
No, ni en mí...
¿En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo
no hay en estos momentos genios-para-sí-mismossoñando?¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas-sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas-,y quién sabe si realizables, no verán nunca la luz del solverdadero ni encontrarán quien les preste oídos?El mundo es para quien nace para conquistarlo, aunquetenga razón.He soñado más que lo que hizo Napoleón.He estrechado contra el pecho hipotético máshumanidades que Cristo,he pensado en secreto filosofías que ningún Kantha escrito.Pero soy, y quizá lo sea siempre, el de la buhardilla,aunque no viva en ella;seré siempre el que no ha nacido para eso;seré siempre el que tenía condiciones;seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta alpie de una pared sin puertay cantó la canción del Infinito en un gallinero,y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.¿Creer en mí? No, ni en nada.Derrámame la naturaleza sobre mi cabeza ardientesu sol, su lluvia, el viento que tropieza en mi cabello,y lo demás que venga si viene, o tiene que venir, oque no venga.Esclavos cardíacos de las estrellas,conquistamos el mundo entero antes de levantarnosde la cama;pero nos despertamos y es opaco,nos levantamos y es ajeno,salimos de casa y es la tierra entera,y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.
(¡Come chocolatinas, pequeña,
come chocolatinas!
Mira que no hay más metafísica en el mundo que laschocolatinas, mira que todas las religiones noenseñan más que la confitería.¡Come, pequeña sucia, come!¡Ojalá comiese yo chocolatinas con la misma verdadcon que comes!Pero yo pienso, y al quitarles la platilla, que es de papelde estaño,lo tiro todo al suelo, lo mismo que he tirado la vida.)
Pero por lo menos queda de la amargura de lo que
nunca seré
la caligrafía rápida de estos versos,pórtico partido hacia lo Imposible.Pero por lo menos me consagro a mí mismo undesprecio sin lágrimas,noble, al menos, en el gesto amplio con que tirola ropa sucia que soy, sin un papel, para el transcurrirde las cosas,y me quedo en casa sin camisa.
(Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas,
o diosa griega, concebida como una estatua que
estuviese viva,o patricia romana, imposiblemente noble y nefasta,o princesa de trovadores, gentilísima y disimulada,o marquesa del siglo dieciocho, descotada y lejana,o meretriz célebre de los tiempos de nuestros padres,o no sé qué moderno -no me imagino bien qué-,todo esto, sea lo que sea, lo que seas, ¡si puede inspirar,que inspire!Mi corazón es un cubo vaciado.Como invocan espíritus los que invocan espíritus, meinvocoa mí mismo y no encuentro nada.Me acerco a la ventana y veo la calle con absoluta claridad,veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan,veo a los entes vivos vestidos que se cruzan,veo a los perros que también existen,y todo esto me pesa como una condena al destierro,y todo esto es extranjero, como todo.)
He vivido, estudiado, amado, y hasta creído,
y hoy no hay un mendigo al que no envidie sólo por no
ser yo.Miro los andrajos de cada uno y las llagas y la mentira,y pienso: puede que nunca hayas vivido, ni estudiado, niamado ni creído(porque es posible crear la realidad de todo eso sinhacer nada de eso);puede que hayas existido tan sólo, como un lagarto alque cortan el raboy que es un rabo, más acá del lagarto, removidamente.
He hecho de mí lo que no sabía,
y lo que podía hacer de mí no lo he hecho.
El dominó que me puse estaba equivocado.Me conocieron enseguida como quien no era y no lodesmentí, y me perdí.Cuando quise quitarme el antifaz,lo tenía pegado a la cara.Cuando me lo quité y me miré en el espejo,ya había envejecido.Estaba borracho, no sabía llevar el dominó que no mehabía quitado.Tiré el antifaz y me dormí en el vestuariocomo un perro tolerado por al gerenciapor ser inofensivoy voy a escribir esta historia para demostrar que soysublime.
Esencia musical de mis versos inútiles,
ojalá pudiera encontrarme como algo que hubiese hecho,
y no me quedase siempre enfrente de la tabaquería deenfrente,pisoteando la conciencia de estar existiendocomo una alfombra en la que tropieza un borrachoo una estera que robaron los gitanos y no valía nada.
Pero el propietario de la tabaquería ha asomado por la
puerta y se ha quedado a la puerta.
Le miro con incomodidad en la cabeza apenas vuelta,y con la incomodidad del alma que está comprendiendomal.Morirá él y moriré yo.Él dejará la muestra y yo dejaré versos.en determinado momento morirá también la muestra, ylos versos también.Después de ese momento, morirá la calle donde estuvola muestra,y la lengua en que fueron escritos los versos,morirá después el planeta girador en que sucedió todoesto.En otros satélites de otros sistemas cualesquiera algo asícomo gentecontinuará haciendo cosas semejantes a versos yviviendo debajo de cosas semejantes a muestras,siempre una cosa enfrente de la otra,siempre una cosa tan inútil como la otra,siempre lo imposible tan estúpido como lo real,siempre el misterio del fondo tan verdadero como elsueño del misterio de la superficie,siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni la otra.
Pero un hombre ha entrado en la tabaquería (¿a
comprar tabaco?),
y la realidad plausible cae de repente encima de mí.Me incorporo a medias con energía, convencido,humano,y voy a tratar de escribir estos versos en los que digolo contrario.enciendo un cigarrillo al pensar en escribirlosy saboreo en el cigarrillo la liberación de todos lospensamientos.Sigo al humo como a una ruta propia,y disfruto, en un momento sensitivo y competente,la liberación de todas las especulacionesy la conciencia de que la metafísica es una consecuenciade encontrarse indispuesto.
Después me echo para atrás en la silla
y continúo fumando.
Mientras me lo conceda el destino seguiré fumando.(Si me casase con la hija de mi lavanderaa lo mejor sería feliz.)Visto lo cual, me levanto de la silla. Me voy a la ventana.
El hombre ha salido de la tabaquería (¿metiéndose el
cambio en el bolsillo de los pantalones?).
Ah, le conozco: es el Esteves sin metafísica.(el propietario de la tabaquería ha llegado a la puerta.)Como por una inspiración divina, Esteves se ha vuelto yme ha visto.Me ha dicho adiós con la mano, le he gritado ¡Adiós,Esteves!, y el Universose me reconstruye sin ideales ni esperanza, y el propietariode la tabaquería se ha sonreído.
The Fool’s Cap World Map
Unknown, circa 1590
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