The Whore of Babylon , School of Berne, circa 1560
The Whore of Babylon , School of Berne, circa 1560
CANTO I° DE LA DIVINA COMEDIA
(Fragmento)
Del camino a mitad de nuestra vidaencontréme por una selva oscura,que de derecha senda era perdida.¡Y cuánto en el decir es cosa duraesta selva salvaje, áspera y fuerte,que en el pensar renueva la pavura!Tanto es amarga que es poco más muerte:más, para hablar del bien que allí encontraradiré otras cosas de que fui vidente.Yo no se bien decir cómo allí entrara;tan lleno era de sueño en aquel puntoque el derecho camino abandonara.Mas luego, al ser al pie de un monte juntoen donde daba término aquel valleque aflicto en miedo el corazón me tuvo,miré a lo alto, y vi que era en su tallevestido ya de rayos del planetaque nos guía derecho en cualquier calle.Fue entonces la pavura un poco quieta,que en el lago del pecho aún me durabala noche, que pasara tanto inquieta.Y como aquel que con cansadas ansias,salido ya del piélago a la riba,se vuelve a ver las peligrosas aguas,así el ánima mía, aún fugitiva,se volvió atrás a remirar el pasoque no dejó jamás persona viva.Cuando di algún reposo al cuerpo lasoaquella proseguí playa desierta,tal que el pie firme siempre era el más bajo.Y he aquí, casi al comenzar la cuestauna onza ligera y presta pronto,que de pie maculada era cubierta:y no se me apartaba de ante el rostro,así tanto impedía mi caminoque muchas veces intenté el retorno.Tiempo era el principio matutino,y remontaba el sol con las estrellasque eran con él, cuando el amor divinomovió al principio aquellas cosas bellas;tal que de esperar bien me dio ocasión,de la fiera de piel pintada aquella,la hora del tiempo y dulce la estación:mas no sin que temor no me infundiesela aparecida vista de un león.Este semblaba contra mi viniesecon la testa alta y apetito fiero,que el aire parecía le temiese;mas una loba, que de todo anheloparecía cargada en su magrura,y vivir mucha gente hizo con duelo,esta causome turbación tan duracon el temor, nacido de su vista,que perdí la esperanza de la altura.Y como aquel, que con placer aquista,y llega el tiempo que perder le haga,que en todo su pensar llora y se atrista,tal me hiciera la fiera de paz falta,que, viniendo a mi encuentro, poco a poco,me rechazaba allí donde el sol falla.Mientras retrocedía al lugar hondoante mi vista se hizo descubiertoquien mudo pareció en lo silencioso.Cuando yo le miré en el gran desierto,"Apiádate de mi -le grité al mismo-,quienquiera seas, sombra u hombre cierto."Respondiome: "Hombre no; hombre ya he sido,los que diéronme el ser fueron lombardos,y ambos por patria a Mantua la han tenido.Nací sub Julio, bien que un poco tardoy viví en Roma, bajo el buen Augusto,en tiempos de engañosos dioses falsos.Poeta he sido, y yo canté del justohijo de Anquises, que volvió de Troyadespués que fuese el soberbio Ilión combusto.Mas, ¿por qué a tanta pena tu retornas?¿por qué no vas al deleitoso monteque es principio y razón de dicha toda?""¿Eres tu aquel Virgilio, aquella fuenteque tan gran río en el hablar difunde?-le respondí con vergonzosa frente-.¡Oh, de los otros poetas honra y lumbre!válgame el largo estudio y grande amor,que a mí buscar me han hecho tu volumen.Eres tu mi maestro, eres mi autor:eres tu solo aquel, de quien yo hurtoel bello estilo, que me ha dado honor.Mira la bestia por la cual yo huyo:de ella, famoso sabio, has de ayudarme,que me hace estremecer venas y pulso."Te conviene seguir distinto viaje,-dijo, después de ver que yo lloraba-,si quieres huir de este lugar salvaje:porque esta bestia, por la qual tu clamas,no deja que otro pase por su vía,mas tanto se lo impide que lo mata;y es su natura tan malvada e impíaque su rabiosa gana nunca llena,y ha más hambre al comer que antes tenía.Con muchos animales se empareja,y aún serán muchos más, hasta que el Veltrovendrá, y hará que con dolor se muera.Este no comerá tierra ni peltro,pero si amor, virtud, sabiduría,y su patria estará entre Feltro y Feltro;será salud de aquella humilde Italia,por quien murió la virginal Camila,Euríalo y Turno y Niso en la batalla.Este la cazara por cada villa,hasta arrojarla dentro del infierno,del que al principio la sacó la envidia.Mas ahora por tu bien pienso y disciernoque tu me sigas, yo seré tu guía:te sacaré de aquí a un lugar eterno,donde oirás espantosa gritería:verás viejos espíritus en duelo,que todos la segunda muerte ansían;luego aquellos verás, que están contentosen fuego, porque esperan la llegadaentre los alabados, a su tiempo:a los cuales, si tu ascender desearas,otra alma te quiara que yo más digna,te dejaré con ella cuando parta:que aquel Emperador, que reina arriba,porque yo con su ley rebelde me hice,no quiere a su cuidad por mi la ida.En toda parte impera y allí rige,allí está su ciudad y su alto asiento:¡dichoso aquel, que al lado suyo elige!"Yo le dije: "Poeta, te requieropor ese Dios que tu no conociste,para huir de este mal o más adverso,que me lleves allá donde dijiste,tal que yo vea la puerta de San Pedroy aquellos que tu dices ser tan tristes."Anduvo entonces, y seguí postrero.
CANTO III DE LA DIVINA COMEDIA ( fragmento )
INSCRIPCIÓN
Dante Alighieri.Por mí se llega a la ciudad doliente.Por mí se avanza hacia la eterna pena.Por mí se va tras la perdida gente.Dios al pecado señaló condenay surgí entonces cual suprema alianzadel poder sumo y la justicia plena.Y no existiendo en mí fin ni mudanzanada me precedió sino Dios mismo.Los que entrásteis perded toda esperanza.
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