Qué difícil es perdonar

Lucian Freud

Qué difícil es perdonar,

un trabajo muy lento y muy arduo, 
del que sola me he ocupado
durante ya muchos años.

El odio me ha enfermado,

me siento deformada, estos abscesos
me prohíben incluso mostrarme 
junto a los hombres.

Sólo sé que yo 

no puedo odiar más de este modo
ni desear tu muerte, 
la cual tampoco deseo,
ni cumpliría yo por mi mano,

He aprendido que la mía

ha de amar a sus enemigos, y
esto es tan simple, pues si no cómo
podrían luego mis enemigos
hacerme más de un mal. 
Si se extravía una bala, 
si alguien me escupe en a cara, 
como ayer, no me guardo pensamientos 
contra el amor que me ha sido dado.

Tengo miedo ante el amor 

que me has infundido tú, 
con la intención más cruel. 
Totalmente ajada de cortantes ácidos,
venenos de todo tipo, por el opio,
aturdida por completo en mi destrucción.
Puesto que ya no vivo más en ti, 
y muerta me encuentro ya, donde estoy. 
Lo que cuentan y persisten son las cúpulas
comen dos veces al día, satisfacen 
luego sus necesidades, e
imploran por los medicamentos, 
que me han de sumir en un largo sueño.

Ingeborg Bachmann.

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