Los méritos de una escritora



Elsa López

Los méritos de una escritora
Cuando publiquen mi próximo libro los editores se van a tropezar con un serio inconveniente a la hora de su promoción. No me he acostado con ningún prohombre de las letras. Las malas lenguas me colocan en el lecho de alguno de ellos pero debo decir que no hubo tales enlazamientos carnales. Ni Vargas Llosa ni Pérez Reverte ni Góngora tuvieron relación sexual alguna conmigo. Y eso viene a ser un problema a la hora de ponerme un cartoncillo carmesí en la solapa de alguna de mis obras que viniera a resaltar mis cualidades literarias. Y lo siento, de veras, que lo de Góngora me hubiera abierto las puertas del reino de los poetas y para mis amigos hubiera resultado realmente conmovedor y edificante. 

Todo esto lo digo porque ando un poco desconcertada al conocer la noticia de que ha salido a la luz una obra de la escritora mejicana Elena Garro vinculada al realismo mágico y con la que, según los expertos, se inició este movimiento literario en 1967 con una obra suya titulada “Los recuerdos del porvenir”. Este mes se cumplen 100 años de su nacimiento y una editorial española ha decidido lanzar una reedición de “Reencuentro de personajes”, un libro escrito por Garro en 1982. La obra lleva una faja en la que en letras blancas y bajo un fondo granate se puede leer: "Mujer de Octavio Paz, amante de Bioy Casares, inspiradora de García Márquez y admirada por Borges. 2016, centenario de Elena Garro". Descorazonador. Poco importa que fuera una de las que iniciaron con su novela un movimiento literario y que fuera admirada por muchos de los autores que ahora se citan en la dichosa fajita y que más que cautivarlos con la lectura de sus obras parece fueran hechizados por otros méritos que no fueran los puramente literarios. 

¡Asombroso! Una de las autoras mexicanas más importantes, precursora del realismo mágico antes de García Márquez, queda reducida al papel de “mujer de” o “mujer para” o “mujer con”. No creo que haya una solo faja de un libro escrito por un hombre en el que se lean sus relaciones con mujeres y se pretenda venderlo por tales cualidades. Los hombres siempre piensan que a una la leen por bajita, por encantadora mujer de las letras que ríe chistes de dudosa fortuna en los saraos literarios o porque se haya acostado con alguna que otra pluma ilustrada, banquero o piloto de enorme atractivo físico. Jamás por sus méritos como novelista, poeta o dramaturga. Eso se analiza después. “Ah, por cierto, no lo hace nada mal como escritora”. Dejando en el aire un supuesto encanto mayor que el de su quehacer como autora de libros varios.
Elsa López
La Opinión de Tenerife. 13 de diciembre de 2016

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