embroidered cabinet
Detail of an embroidered cabinet (17th century)
Cesare Pavese.
TRABAJAR CANSA
Los dos, tendidos sobre la hierba, vestidos, se mirana la caraentre los tallos delgados: la mujer le muerde loscabellosy después muerde la hierba. Entre la hierba, sonríeturbada.Coge el hombre su mano delgada y la muerdey se apoya en su cuerpo. Ella le echa, haciéndole dartumbos.La mitad de aquel prado queda, así, enmarañada.La muchacha, sentada, se acicala el peinadoy no mira al compañero, tendido, con los ojosabiertos.
Los dos, ante una mesita, se miran a la carapor la tarde y los transeúntes no cesan de pasar.De vez en cuando, les distrae un color más alegre.De vez en cuando, él piensa en el inútil díade descanso, dilapidado en acosar a esa mujerque es feliz al estar a su vera y mirarle a los ojos.Si con su piel le toca la pierna, bien sabeque mutuamente se envían miradas de sorpresay una sonrisa, y que la mujer es feliz. Otras mujeresque pasanno le miran el rostro, pero esta noche por lo menosse desnudarán con un hombre. O es que acaso lasmujeressólo aman a quien malgasta su tiempo por nada.
Se han perseguido todo el día y la mujer tiene aún lamejillasenrojecidas por el sol. En su corazón le guardagratitud.Ella recuerda un besazo rabioso intercambiado en unbosque,interrumpido por un rumor de pasos, y que todavíale quema.Estrecha consigo el verde ramillete -recogido de larocade una cueva- de hermoso adianto y envuelve alcompañerocon una mirada embelesada. Él mira fijamente lamarañade tallos negruzcos entre el verde temblorosoy vuelve a asaltarle el deseo de otra maraña-presentida en el regazo del vestido claro-y la mujer no lo advierte. Ni siquiera la violenciale sirve, porque la muchacha, que le ama, contienecada asalto con un beso y le coge las manos.Pero esta noche, una vez la haya dejado, sabe dóndeirá:volverá a casa, atolondrado y derrengado,pero saboreará por lo menos en el cuerpo saciadola dulzura del sueño sobre el lecho desierto.Solamente -y esta será su venganza- se imaginaráque aquel cuerpo de mujer que hará suyoserá, lujurioso y sin pudor alguno, el de ella.
Cesare Pavese.
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