Vamos a viajar, por Juan Carlos Recio
Duke Henry the Pious / Lucas Cranach the Elder (1472–1553)
Vamos a viajar
el fin del mundo
podría suceder que nunca ocurra
y el viaje es un pretexto
pero los viajes alivian lo domesticado,
esas posturas donde la columna
se inclina y permanece uno
junto al dolor del esfuerzo
de que un día y otro
también son, la suma y la resta,
cuando lejos muy lejos
una boca desconocida un buen pintor
un viñedo, cualquier aventura
hará que remueva
todas las inclinaciones posibles.
Tal vez el viaje agote como viaje
Tal vez extrañemos ese rincón
al que nombramos con sumiza alevosía
nuestras horas feliciles
el hondo pesar dice la letra del corrido.
Lo cierto es que nada es como irse
unos días unas horas al otro lado
donde no escuches pasar al pregonero
donde la moderna televisión
emita las falsas noticias tan antiguas
como asesinar la reputación
como la guerra, los desaparecidos
y aquellos que mojaron sus espaldas
por un futuro
que aseguran les pertenecerá
y luego sin empleo
intentan convencer al comisario
que su crimen de odio
estuvo basado en un filme una telenovela
y que no entendían,
se trata de no entender
cuando la vida transcurre en ese agobio
igual en esta hora donde la contienda
los estafadores se postulan
y aquellas lejanas horas fundacionales
son la historia irreal en el borde
cuando damos el flash frente al abismo.
El viaje, , las aspas que lo impulsan,
el peso de irse lejos
ya lo he dicho:
por temor además
a que nuestro corazón
solo sea el último lugar
sobre una isla.
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