EN AMAZON el Cuaderno de la vieja negra, Margarita García Alonso
perdonad
la pose,
el corte arbitrario
como si me faltara
un gen, una raza, un sexo
para
deambular el
paripé glorioso
de
la fama
energeia- grita Aristóteles
y desde la esquina umbrosa
el torrente reanima la fe
bien entrada la noche,
el reiterado mito se despoja
arrastrado por aves
que
depositan con
estruendo una
brizna de paja
blasfemo,
no me enseñaron a morir
y
me ocupo del derrumbe
entre piedra y piedra,
un breve olor a tierra
para muerto de muertos
de abandonos muertos
muertos de locura
muertos de muertos en lejanía
apretujados en un increíble acuario
donde
la profecía cambia el
poderoso silencio
en manga de camisa
coreo altillos
que desesperan la Oda
sometida
a la forma
renacentista del extinto,
el cuerpo petrificado
endiabladamente robótico
y pecaminoso
con
la nobleza
de quien ha sido borrado
bajo
ritmo perfectamente fluido,
oscurezco en la lucidez del fracaso
fuera de los hechos,
la
lógica se rinde,
mitad
hombre, mitad mujer
mitad negra, mitad blanca,
abrevio
al bajar ojos
sin disfraz, sin
soberbia,
sobre el samurái
del
teatro japonés
que grita No, no, no
pies juntos
como si quisiera vaciarme
de entrañas
en fabulística performance,
expulsada del antiguo elitismo
donde
me nombraba el país,
escucho
tibores
de lo que fue y es batalla
para rango
meaderos de historia,
en
la universalidad barajean
traición con encargos
sobre
riachuelos,
aguas que limpian riñones
impregnados de tufillo
el sicodélico puzle
reparte azahares
ennegrece
tras
vasectomías,
mastectomías
fotos de familia
bajo
candelabros
de una biblioteca milenaria
en representaciones,
nunca
en equilibrio,
a menudo persuado al auditorio:
“¡No os
lamentéis más,
esto conserva
validez para siempre!”
*
entonces cedo
siempre he cedido el cuerpo
a los cuchillos
cuando repito
la palabra
“dicha”
dicha la dicha
llego cuerda
al próximo discurso
discurso
discurso
discurso
discursos
a lo largo de la vida
contaminan el desliz
de la niña bonsái
bajo la atenta mirada
del soldado que mastica
soy de
esfuerzo honrado:
un día no seré más de ellos,
y un día no lo fui
pero empieza el suplicio
mientras contemplo
al
desconcertado albañil
que repara la chimenea
su rostro me inspira sexo
-nada, absolutamente nada
me ha inspirado un verso-
concentrada en la auto ablación
formo paripé infernal , me niego
bajo sólidos argumentos
pero perezco en el intento
y cedo
siempre he cedido al cuerpo
y reiterado la palabra
“dicha”
no hay reino imposible
bajo
el peso del cielo,
cuando sostengo
la nieve en mi mano
a fuerza
he llegado al rellano,
trato de
traspasar la puerta,
cualquier puerta sin temblar
he perfeccionado
la tijera y corto
pensamientos descompuestos,
cualquier palabra
me deja incomprensible
-inacabada
pero
en paz -
nada alcanza
hasta la antiquísima estrella
se desintegra
al borde del barranco
he soñado desprenderme
pero
absorta en la perspectiva
del cielo con el mar,
el impulso me desvía a
un
superficial incidente
con el que tiro inquietud
unas semanas
más allá de toda urgencia
en un
banco de niebla
fumo
invierno
paso espíritu
deshago el vendaje
del mundo ruinoso
y muestro
condescendencia
tenaz
he esperado milagros,
el milagro no llegó,
no llega
el milagro en mí:
haré
bien lo poco que me queda,
algo muy
bello está a punto de ocurrir.
* Sófocles
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