CASUALIDAD
Hamlet, Prince of Denmark (pub.1922) by John Austen (English, 1886–1948)
Hoy 4 de junio del 2016; Félix Anesio publica en su muro Facebook
Los seminaristas
Marchan por la Calle Obispo/
bajo el látigo inclemente del verano.
Tras las raídas sotanas se vislumbra
el sexo de los hombres
que deben consagrarse al pudor, la castidad y la doctrina.
el sexo de los hombres
que deben consagrarse al pudor, la castidad y la doctrina.
Rozan cadenciosas las rústicas sandalias adoquines
que tantas veces vieron cruzar la misma ceremonia.
que tantas veces vieron cruzar la misma ceremonia.
Como una impúdica plegaria se acrecienta el olor
de las axilas que vierten efluvios hacia el aire/
las aceras y las plazas.
de las axilas que vierten efluvios hacia el aire/
las aceras y las plazas.
Un jovencito imberbe y una niña/
no pueden dejar de percibirlos;
una beata, tras su velo, hace una extraña mueca y se persigna.
no pueden dejar de percibirlos;
una beata, tras su velo, hace una extraña mueca y se persigna.
El dulce canto gregoriano hechiza a cada transeúnte/
como el mágico sonido de un oboe o de una flauta.
como el mágico sonido de un oboe o de una flauta.
Todos detienen su juego, su ocio o su quehacer/
para verlos pasar siquiera un rato.
para verlos pasar siquiera un rato.
De dos en dos, los seminaristas, se pierden por la Calle Obispo.
Tuercen la esquina y se adentran por la oscura puerta del convento,
erguidos y austeros, cargando la pesada cruz sobre sus pechos.
Tuercen la esquina y se adentran por la oscura puerta del convento,
erguidos y austeros, cargando la pesada cruz sobre sus pechos.
Aún nos puede llenar de turbación la estampa evocada.
Del poemario inédito "Salto al absurdo".
Giulio Aristide Sartorio (1860 - 1932)
Desde la ventana veo el desfile interminable, al cual me sumo pues es imposible vivir en el Norte, en la desembocadura o nacimiento de La Sena, ciudad fría, con largos inviernos, pendiente de las campanas para protegerse de brumas y tempestades, - tiempos atrás de la visita inoportuna de vikingos- sin la asociación a una comunidad religiosa.
El libro del rostro
«Lo que me quita en fuego, me da en nieve» Quevedo.
Son las once,
van a misa las damas de mi barrio
envueltas en tejidos
que condicionan fibras
con plástico impecable,
tejidos que no se lavan,
no soportan el calor
se limpian con aire
que desprende finas
lamelas de oro
hacia la mano
donde llevan ramos
de florecillas tan pequeñas
que parecen cuentas de un rosario,
rosario
como un pájaro de perlas
que no canta,
el mecanismo ha sido subtitulado
por la caja que omite
al humano que inventa
un nuevo breviario
de nombres,
de faltas.
Rosario obligado:
diez veces María, el ave,
el señor y la cruz,
sin que el alma sepa
dónde queda la puntada
que ha fallado,
murmullos,
rezado de escolares
que han descalificado en el pecado.
Las damas van a misa
sin el pliegue que ensancha
van a fregar el suelo
y las rodillas no son templo:
no hay delicia,
«ay , señor que ojos en aquel mancebo,
ay, señor, he ignorado a la vecina
ay, María, males tiene esa extranjera»
manos acoladas en la receta
diez padre, cinco madonas
pero ¿qué puede hacer D.ios
con tantas damas prisioneras
de vestidos sintéticos?
¿Qué puede hacer ni no llega al olor?
Hoy cantan en la Iglesia Santa María de Le Havre,
cantan un ángelus precioso,
sin que abran boca o levanten
cabeza mis vecinas.
Escucho,
escucho el libro del rostro.
«Lo que me quita en fuego, me da en nieve» Quevedo.
Son las once,
van a misa las damas de mi barrio
envueltas en tejidos
que condicionan fibras
con plástico impecable,
tejidos que no se lavan,
no soportan el calor
se limpian con aire
que desprende finas
lamelas de oro
hacia la mano
donde llevan ramos
de florecillas tan pequeñas
que parecen cuentas de un rosario,
rosario
como un pájaro de perlas
que no canta,
el mecanismo ha sido subtitulado
por la caja que omite
al humano que inventa
un nuevo breviario
de nombres,
de faltas.
Rosario obligado:
diez veces María, el ave,
el señor y la cruz,
sin que el alma sepa
dónde queda la puntada
que ha fallado,
murmullos,
rezado de escolares
que han descalificado en el pecado.
Las damas van a misa
sin el pliegue que ensancha
van a fregar el suelo
y las rodillas no son templo:
no hay delicia,
«ay , señor que ojos en aquel mancebo,
ay, señor, he ignorado a la vecina
ay, María, males tiene esa extranjera»
manos acoladas en la receta
diez padre, cinco madonas
pero ¿qué puede hacer D.ios
con tantas damas prisioneras
de vestidos sintéticos?
¿Qué puede hacer ni no llega al olor?
Hoy cantan en la Iglesia Santa María de Le Havre,
cantan un ángelus precioso,
sin que abran boca o levanten
cabeza mis vecinas.
Escucho,
escucho el libro del rostro.
en venta en AMAZON
Y EN BUBOK
AUNQUE PUDEN LEERSE EN MIS BLOGOS GRATIS
Commentaires