EL ARTE DE LA GOZADERA, por Armando VALDES-ZAMORA
(Notas sobre un tipo de cubano del siglo XXI)
Ya llegó el cubano del siglo XXI. Lo estábamos esperando como cosa buena. Pero nos sorprendió a
todos: a comunistas, gusanos, exilados, militantes y recalcitrantes.
No se parece en nada este cubano al hombre nuevo que soñara el régimen marxista.
Ni a ningún héroe que conozcamos hasta ahora. Es nuevo
este cubano, eso sí, pero nuevo para quienes hace tiempo no van a Cuba,
no se rodean de cubanos fuera, ni han sido
víctima de este camaleónico insular contemporáneo.
Teniendo
en cuenta que reconocer virtudes es tan aburrido como la felicidad y el
Paraíso, quiero
comentar del nuevo cubano más bien lo más chocante, lo que me hace
pensar que la presencia de alguno y su trato, puede resultar altamente
nocivo.
Salió a la calle ese cubano nuestro en Cuba y al exilio, a finales de los 90 y a principios de los
2000. No lleva guayabera, sino un cuchillo en una mano y un invento en la otra.
(Por un invento entiéndase; una mentira, una truculencia, una simulación, etc)
Es decir que este cubano se caracteriza por practicar con irritante insistencia El arte de la
gozadera.
Como es sabido, Jorge Mañach, uno de los cubanos que más sufriera en todo el siglo XX por la jodedera
constante de sus compatriotas, en su ensayo Indagación del choteo, publicado en 1928, ataca esa costumbre insular de desacralizar todo discurso serio.
Uno puede estar de acuerdo o no con esta ligereza del espíritu cubano, pero algo esencial diferencia
al choteo republicano de la gozadera actual: el choteo no ignora lo circunstancial, lo desvía, lo tira a relajo, lo asume desde la burla. Mientras que la ignorancia
premeditada y el oportunismo cínico, están en las bases de la gozadera, de su manera de ser.
Una manera de ser que se resume en obtener todo con un solo fin:
gozar. El resto, lo que no sea placer, le importa tres pitos a este vividor empedernido.
Ahí les expongo los tres principios de la filosofía de El arte de la gozadera:
1 Yo me lo merezco todo.
2 Yo soy un genio y tú eres un comemierda.
3 Yo voy a terminar por joderte…por las dos razones anteriores…
Como se puede apreciar es bastante individualista este sujeto
tropical gozador, ¿no creen? Nada que ver, insisto, con los pronósticos
del comunismo, es decir, el héroe de espíritu colectivo y
medio tonto que no le interesaría el dinero…al contrario.
El dinero es el santo divino de este cubano, el trabajo el Diablo, la mentira su
idioma, gozar, su arte.
Poseer, usar, disfrutar, deleitarse, regocijarse, divertirse, recrearse,
disfrutar, saborear, solazarse, copular, fornicar…todas estas palabras
son sinónimas de gozar, según el Diccionario de la Real Academia de la lengua española. El problema es que este cubano nuestro las aplica a expensas tuyas, eres tú (el
comemierda) quien paga, sin darse cuenta a tiempo, todo este recital de placer ajeno, es decir, esta gozadera.
Si le prestas dinero, no lo recuperas. Si le das ropa, la vende para ir a
Varadero. Si lo dejas entrar en tu casa, te roba. Y sobre todo: NUNCA DICE GRACIAS este compatriota nuevo.
El gozador cubano no tiene oficio porque se harta de conocerlos todos. Más bien se
adapta. No a la necesidad o a las circunstancias, sino al descaro improvisado que exige el momento.
En otras palabras, todo depende de su convicción ficticia y de un absoluto: él es
el mejor del mundo.
Si hay que ser cocinero él es el mejor, mientras se trate de hablar, claro, y no
de cocinar. Si hay que ser, por ejemplo, ingeniero nuclear, igual. Sabelotodo, El Único, Todopoderoso, podrían ser sus nombres, ignorando que repite
así el discurso que le impuso durante 50 años el Amo de la nación de la dictadura en la que naciera.
Su espacio es total, como el cerebro que le cuadriculó el comunismo.
No tiene oficio definido el gozador, repito. Pero se nos aparece en todas las
esferas de la vida. Sobre todo las altas, claro. Siempre pa’arriba, es uno de sus lemas preferidos.
Por
eso abundan entre los gozadores, los médicos cesudos, intrépidos
abogados sin
juicios defendidos ni ganados, los arquitectos sin edificios, los
empresarios que no han ganado un centavo con las empresas perfectas que
no existen…ah, y los artistas.
-Pero, ¿en su país todo el mundo es artista?, me preguntó en París una abogada
encargada de defender a refugiados.
Músicos geniales por batallones, bailarinas del mejor ballet del mundo, pintores
de exposiciones colectivas, actores de teatro, cine y skechts de matutinos. Por supuesto, cineastas de promotores cortometrajes…y no podían faltar los escritores…
Creo
que la única vez que coincidieron los pensamientos de Fidel Castro y de
Guillermo Cabrera Infante, fue cuando el primero dijo que el
escritor cubano era alguien que huía la guerra y después volvía para
componer el himno nacional, y cuando Cabrera Infante declaró que
en Cuba siempre habían sobrado los escritores…
Yo confieso que prefiero llamarlos insistidores.
A fuerza de codazos en
los cócteles, de enviar toneladas de manuscritos, o de abrir las
piernas al mejor postor, es decir, editor, de insistir e incidir,
termina uno por aceptar por escritores a estos
insistidores.
El
gozador no pierde la ocasión para criticar al país de afuera que lo
acoge. Sólo
se reúne con sus compatriotas, come frijoles todos los días y cuando
abre la boca para hablar de donde vive lo hace para dos cosas: hablar
horrores de los yumas o de los cubanos que
llevan tiempo en el exilio: tacaños es su agravios preferido si no le regalan de inmediato lo que exige.
. Cuba, no es Cuba, sino Cubita la Bella…sin explicarnos por qué se fueron de ella
tan bella, a vivir fuera…
No hablan los gozadores, emiten ruidos. Sólo entienden ellos su habla cavernícola.
Una versión del castellano –la suya- que deja bien atrás al aserismo (¡Asere qué bolá!)
Gritan, los gozadores, gesticulan como tiburones en un jardín botánico. Y si tú,
idiota, no comprendes, es que te estás haciendo el yuma.
Por último, no le hable de política al gozador. No le interesa. Ni de libertad de
expresión, ni de blogueros, disidentes, opositores, ni de nada que se parezca.
-Todos son iguales, dice, al mismo tiempo que limpia las gafas o le da brillos a
los zapatos. Si oye las palabras dictadura, o frases como Abajo Fidel, sale corriendo y lo llama a uno pesa’o.
Él no se mete en política, el gozador. La razón es simple: su sueño es ir mientras
pueda a Cuba a gozar.
Quiero
decir a restregarle en la cara a los nativos los dólares o los euros
que
resolvió con sus embarajes. A tener el privilegio de humillar para
desquitarse lo que pasa afuera donde en el fondo es un Don nadie. A
hacerle creer a los cubanos que es rico con el dinero de las
tarjetas de créditos, de sus engaños, de las mesas que sirve o
limpia en los restaurantes, o de la vieja o del viejo con el cual se
casaron para gozar más.
Seguro ya ha visto a alguno de estos soldados postmodernos de la estafa. O va a
conocerlo pronto: son miles y miles, los internacionalistas gozadores nuestros.
Esté al tanto, que nadie escapa a sus marañas intricadas.
Con otras palabras: si lo ve venir salga huyendo. Y el bobo, que lo ponga
otro…
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