Humanity detected

ALEXEI SOVERTKOV’S - Humanity detected



POEMAS DE
Boris Pasternak. 


Noche
Sin descanso la nocheAvanza y se difundeSobre el mundo que duerme,Mientras un aviador asciende entre las nubes;
Se adentra en el oleajeFluctuante de la niebla,Se vuelve una inicial sobre una sábana,Una pequeña cruz bordada en tela.
Allá abajo los baresNocturnos, los cuarteles,Ciudades extranjeras y estaciones,Maquinistas y trenes.
Una sombra de ala se recortaEn toda su extensión contra una nube.Los astros por lo negro, silenciosos,Vagan en muchedumbre.
Y quién sabe hacia cuálesDesconocidos universos,Con terrible, terrible inclinación,La Vía Láctea extiende su sendero.
En espacios sin fin los continentesIncesantes llamean.En las calderas, en los sótanos,Los fogoneros velan.
En París, bajo el filo de los techosVenus o MarteSe asoman para ver qué nueva farsaProclama el manifiesto.
Y allá, en un resplandor de lejanías,Hay quien no puede conciliar el sueñoEn la antigua buhardillaRecubierta de tejas.
Él contempla el planetaComo si el firmamentoFuese el único objetoDel afán de sus noches.
No te adormezcas, no duermas, trabaja,No hagas un alto en tu tarea,No duermas, lucha contra el sueño,Lo mismo que el piloto, o que la estrella.
No duermas, artista, no duermas,No te entregues al sueño.Que de lo eterno tú eres el rehénEn la prisión del tiempo.
 

Alma
Alma mía, que sufresPor los que te rodean,Te has convertido en el sepulcroDe todos los que penan en la tierra.
Sus cuerpos embalsamas,Les consagras tus versos,La lira, sollozante,Alza por ellos un lamento.
En nuestra época egoístaDefiendes el temor y la concienciaComo una urna funerariaDonde reposen sus cenizas.
Los tormentos de todosTe han puesto de rodillas.Hueles a polvo de cadáver,A fosas y a obitorios.
Alma mía, escudilla,De todo, todo aquello que aquí has visto,Has ido haciendo una mixturaTriturando, lo mismo que un molino.
Y muele todavíaCuanto me ha sucedido,Casi cuarenta años de esta vida,En humus de las tumbas.
 

Cuando aclara
El gran lago parece una bandeja.Detrás, las nubes en espesa masaComo un blanco macizoDe severos glaciares de montaña.
Según cambia la luzEl follaje varía sus colores.Arde en llamas ahora, y luego en sombrasNegras como el hollín se cubre el bosque.
Cuando termina el tiempo de las lluviasy entre las nubes el azul asoma,¡cuánto cielo que exulta en sus retazos,cuánta celebración entre las hojas!
Calla el viento, se aleja el horizonte.Fluye el sol a lo largo de los cauces.Trasluce el verde de las frondasComo la irisación de los vitrales.
Hacia la eternidad miran asíA través del cristal de las iglesiasEn coronas de insomnio refulgentes,Santos, zares, ascetas.
Es como si la tierra entera fueraUn interior de catedral, y comoSi me llegara, a veces, desde alguna ventana,El resonar lejano de los coros.
Tu liturgia sin fin, naturaleza,Oh mundo, universal enigma,Hondamente, con íntimo temblorEscucharé, con lágrimas de dicha.

Transformación
Era amigo en un tiempo de los pobres,No por nobleza alguna de ánimo,Sino porque la vida sólo entre ellosTranscurría sin falsedad, sin fastos.
Frecuentaba las casas de los noblesY los ambientes refinados;No obstante, aborrecía a los parásitosY amaba la miseria más odiosa.
Y me esforzaba por hacerme amigoDe los que trabajaban como obreros,De modo que me hacían un honorAl acogerme entre los harapientos.
Tangible, sin palabras, sustancial,Firme y robusta era la vidaEn la desolación de aquellos sótanosY en aquellos altillos sin cortinas.
Y también yo me corrompíAl tocarme la ruina de la época;Se hicieron optimistas, bien pensantes,Y el dolor transformaron en vergüenza.
Para todos aquellos en los cuales confiabaDesde hace tiempo soy un sospechoso,Y al hombre lo he perdido desde cuandoFue perdido por todos.
 

Eva
Los árboles se inclinan sobre el río,Y el mediodía en los acantiladosDe la costa arrojó hacia los remansosComo una red de pescador, las nubes.
Como una inmensa red, el cielo se hunde,Y en este cielo, como en una trama,Nada la multitud de los bañantes:Hombres, mujeres, niños.
Cinco o seis salen por el mimbreralHacia la orilla, silenciosamente,Y retuercen sus mallasEncima de la arena.
Y son los nudos de la tela comoCulebras que se anillan y revuelven,Como si la serpiente tentadoraSe agazapara entre las hebras húmedas.
Oh mujer, en tus gestos y en tus ojosNo hay engaño posible para mí.Eres como una mano en la gargantaCuando la ahoga la emoción.
Fuiste formada como en un bosquejo,Como un trazo insinuado de otro ciclo,Como si de verdad, mientras dormía,Te hubieras levantado de mi tórax
Y al instante ya huyeras de mis manosY eludieras mi abrazo, mujer, todaTú asombro y miedo, angustiaDel corazón del hombre.

 
Cae la nieve
Cae y cae la nieve.Hacia las estrellitas blancasQue la tormenta lleva aquí y allá, se extiendenLas flores del geranio en la ventana.
Cae la nieve y todo se extravía,Todo levanta vuelo,La curva de la esquina,Una escalera de peldaños negros.
Cae y cae la nieve. No parecenCopos, sino que sobre los remiendosDe una capa a la tierra descendieseLentamente la cúpula del cielo.
Como si con los gestos de algún extravagante,Desde el piso de arriba,Sigiloso, jugando a la escondida,Bajara el cielo desde la buhardilla.
Porque la vida no espera. Un instante,Y ya es la víspera de Nochebuena.Luego, un breve paréntesis, y observa:El año nuevo que de pronto llega.
Cae la nieve, densa, densa,¿Y con su andar, sobre sus huellas,Al mismo ritmo, con esa indolenciaO con la misma prisa con que nievaEs el tiempo que vuela?
¿Tal vez un año a otro año sobrevieneComo cae la nieveO como las palabras de un poema?
Cae y cae la nieve,Cae la nieve y todo se extravía,El peatón que encanece,Las plantas sorprendidas,La curva de una esquina.
 

Noche de invierno
Toda la tierra azota la tormenta,Desde un confín al otro, la tormenta.Sobre la mesa, ardía una vela,Ardía una vela.
Así como revuelan en veranoLos mosquitos en torno de la lámpara,Se agolpaban los copos de la nieveContra el panel de la ventana.
La borrasca trazaba sobre el vidrioFlechas y círculos.Sobre la mesa, ardía una vela,Ardía una vela.
La lumbre proyectabaLas sombras sobre el cielorraso.Con los brazos cruzados, con las piernas cruzadas,Los destinos cruzados.
Y dos zapatos con un sordo ruidoAl caer sobre el piso resonaban,Y la cera goteaba en el vestidoRodando como lágrimas.
Y todo en una nieblaCana de nieve se perdía.Sobre la mesa, ardía una vela,Ardía una vela.
Desde un rincón un hálito soplóSobre la llama, y como un ángelAlzó la fiebre de la tentaciónDos alas, con la forma de una cruz.
Duró todo febrero la tormenta,Y sin cesar, día tras día,Sobre la mesa, ardía una vela,Ardía una vela.

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