Carencias y dádivas en el Breviario de margaritas , por Ena Columbié
Por Ena Columbié
El poemario Breviario
de margaritas (Editions Hoy no he visto el paraíso, 2013) de Margarita
García Alonso, me ha llamado particularmente
la atención, ya que hay un aparente interés de la autora por desechar, —o por lo menos disminuir, la utilización de los colores como
símbolos cromáticos indicadores de emociones, y situaciones, que han sido
utilizados frecuentemente en otros poemarios anteriores. Luego de la lectura
encontré la trampa. Como artista de formación multigenérica, Margarita
sustituye los colores por imágenes plásticas, que muestran la materia real, el
objeto en sí, en un tipo de situación que genera un retrato completo, e imprime
colorido a la frase: hierro
caliente, carne descompuesta, utensilios oxidados, flores secas, hotel barato,
poema manchado, sangre corrompida, cuerpo caliente, manos sucias, cuerpo
estrujado, bellotas podridas, yerbas secas, algodón húmedo…Estas imágenes y
otras un tanto más abstractas: turbulencias
poéticas, breviario cabalístico, semillas pálidas, lujo intransferible…
convierten el libro en un corto que narra el sentimiento que la prende; un
manojo de poemas, que ensartados cinematográficamente, funcionan como escenas
de una hecatombe interior.
He fallado:
quise retenerme
adolescente,
quise que mi hija
fuese siempre niña,
pero usé el
santo que no conviene,
jugué el número que
no tocaba,
usé la bárbara
costumbre nórdica
de la sal
sal gruesa en la
acera,
sal en la puerta
para espantar la nieve,
el mal ojo, la escasez,
la fatalidad.
La poesía de Margarita
García Alonso se determina por la fortaleza y los recuerdos. Con un discurso
íntimo, como si contara la historia de su debacle —pasado y
reciente, relata tal si fuera un cuento de ciencia ficción: Tan lejos como un agujero negro/ serpenteo
el infinito golpeada / por desperdicios terrenales; y también: A quién importa/ si su santo cuerpo/ ha
desaparecido/ de las rutas astrales.
Esta es también poesía de la carencia. Falta
mucho para la conformidad de Alonso, ella ya ha visitado el planeta, consciente
e inconscientemente, lo ha vivido, y por eso grita que está: sin tiempo, sin fuego, sin que el gris [le] abandone, sin verde, sin rocío, sin salida,
sin rostro, sin que el alma sepa, sin sentido, sin sombra y en silencio. Su tono coloquial, acrecienta la cercanía
a esas carencias íntimas.
Si le beso,
todos los ruidos
dejarán de existir,
y le beso
sobre el lienzo
difunto
de los pretéritos.
Como si fuera conciente de todas esas faltas
que la acosan, Margarita, desde su enajenación, recuerda también todo lo dado
por obligación y por amor:
cuidar hermanos,
cuidar a ancianos,
cuidar a
enfermos,
cuidar de los castigados,
cuidar la limpieza,
cuidar
la bata,
cuidar los zapatos,
cuidar de escupir,
cuidar el himen,
cuidar cuidar cuidar
Es tanta la desazón por lo desposeído y lo
regalado, que decide por último, en un acertado final, gritar su angustia formal
y solemnemente, esperando el contacto redentor que conduce a la calidez y la
mejora.
estoy parada a contra viento
para que lleguen a tocarme.
Breviario de
margaritas, es el libro litúrgico de García Alonso,
su confesionario. En él vuelca el conjunto de obligaciones y deberes que ha sobrellevado
a través de su sacerdocio íntimo. Como todo breviario, expone y comparte, desde su mundo interior, y
logra que el lector no pase de largo.
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