Renuncia entrecomillada, Maldicionario, Margarita García Alonso




Renuncia entrecomillada.


¡Qué mundo tan alegre y jovial sería éste, con el permiso de sus señorías, si no fuera por ese inextricable laberinto de deudas, preocupaciones, calamidades, miseria, dolor, descontento, melancolía, viudedades, engaños y mentiras! Desastres, Optimismo antropológico, Tristram Shandy, capítulo catorce, volumen VI



La mordaza en el espejo refleja la cama,
donde se revuelcan seres pálidos que alimento,
una y otra vez les doy de comer
para que me dejen amanecer.

Implacable el brazo despierta
rígido y frío como un banco.

Yo tampoco me quería ver por Fuencarral
como un aullido lento que garabatea los muros
y aplana las calles.

Le pido al cerebro que renuncie a repetir
esas imágenes en blanco y negro, en vano.

Aans pliega el cuerpo a la manta
y es un niño curvilíneo,
un esperpento con los dedos
más exquisitos del universo.

Duerme cogido por Sodoma,
da igual el santo que penetre si trae yerba
o el polvo del caracol que enrosca.

Siempre salgo con la costra en la entrepierna
Aans erecto,
prolongando la suerte de mi costurera
que fabrica nudillos con lo plantado en Marruecos.

Es triste renunciar a un putillo, si es Madrid y enero.
Arrogante de desprecio me envicio
a tirarme de la cama como el objeto vago
que se amplifica en mi vagina ociosa.

Contemplo al corredor de cien metros,
se aclama frente a musas pateadoras de papiros
mientras borro líneas de la mano a la entraña.

Amaba su violáceo pulmón,
su pecho sacudido de un enigma pasivo.
Frente al ojo apilaba arcillas, refunfuñaba
como la ternera que ovilla bajo el aguacero
tréboles de cuatro hojas.

Aans desnudo, la orquesta suspira
al borde del precipicio -mil violonchelos
son de una futilidad a romper cuerda,
si mi castrado declina el intento.

Yo tampoco quería ver. 
Cuando despertó del último cigarrillo
supo que no quedaba un euro en la gaveta,
encontró que yo había envejecido
con esa inocencia que él odiaba
pues le impedía matar, robar, o el exceso.

Anoten, me desvanecía,
un prestidigitador me sacaba de la manga
y Aans bronqueaba,
-este muchacho que no deje nunca
que el amor le vuelva amable-

Hoy llegué a la rotula, en el intento
la mitad de la cara se deshizo en polvillo.


           Del poemario MALDICIONARIO, Editions HOY NO HE VISTO EL PARAISO, 2010. 
Margarita García Alonso(Matanzas, Cuba)  Periodista, poeta, y artista visual.

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