aniversario de la muerte de Fayad Jamis.
Vincent van Gogh - Grasses and Butterflies c.1889
Frente al MALECON de la Habana, el 12 de noviembre de 1988, se fue el Moro.
Joaquin Sorolla - Remero 1908
Fayad Jamís: así lo recuerdan sus amigos
Fayad Jamís: así lo recuerdan sus amigos
CON FAYAD
Roberto Fernández Retamar
Roberto Fernández Retamar
Parecía un príncipe árabe,y lo era.Tal fue la impresión que tuve de él
cuando hace seis décadas nos conocimos. Ambos íbamos a cumplir
veinte años, y habíamos ido al Ministerio de Educación para entregar
nuestros cuadernos adolescentes de versos a fin de optar por el Premio
Nacional de Poesía,que aquel 1950 se otorgaría al libro de Carilda Al sur
de mi garganta.Realizadas las entregas,conversamos sobre surrealismo
y pintura (además de incipiente poeta,él aspiraba a ser pintor),pero ninguno
de los dos podía imaginar que estábamos comenzando una
honda camaradería solo interrumpida por la muerte.
En 1951 Lezama hizo publicar algunos poemas míos en la revista
Orígenes, y en el número siguiente aparecieron poemas de Fayad. Su
poesía había cambiado mucho: dejada atrás la influencia de Buesa
patente en su cuaderno inicial, Brújula,Fayad había asimilado lecciones
de poetas modernos sobre todo franceses y también de algunos miembros
del grupo Orígenes. Cuando Cintio Vitier compiló en 1952 su
memorable antología Cincuenta años de poesía cubana, 1902-1952,
Fayad y yo éramos los últimos poetas del volumen.Ello contribuyó a que
siguiéramos unidos.Fayad se desarrolló a la vez como poeta de voz propia
y como pintor abstracto.Publicó en 1954 su hermoso libro de poemas
Los párpados y el polvo y,en calidad de pintor,integró el grupo Los
Once,a cuya primera exposición asistí.Poco después marchó a París.Lo
visité allí,donde vivía en un apartamento pobrísimo de la calle Daguerre.
Pero sería sobre todo a partir del intenso 1959 cuando se fortaleció
nuestra amistad.Alejo Carpentier me invitó ese año a realizar una selección
de nuevos poetas cubanos,con vistas al Segundo Festival del Libro
Cubano,y pedí a Fayad que me acompañara en la aventura.Quisimos
que dicha selección se llamara Nueva poesía cubana,y que fuera seguida
por otros tomos o al menos otro más. El dueño de los caballitos,
Manuel Scorza, no estuvo de acuerdo, y la llamó Poesía joven de Cuba.
Con ese título sin duda más llamativo fue publicado el libro en Lima,en
1960. Allí, por primera vez, poetas cubanos de nuestra generación, de
Escardó a Baragaño,aparecimos en conjunto,aunque no constituyéramos
un grupo.Sin embargo,tanto la poesía de Fayad como la mía iban a
conocer cambios que,en cierta forma,las acercaron.Cuando a comienzos
de 1962 formé parte del jurado de poesía del que acabó llamándose
Premio Literario Casa de las Américas,tuve la alegría de que el libro de
poesía premiado fuera Por esta libertad,de Fayad.Con ese motivo escribí
el poema "Carta a Fayad Jamís",que junto con otras dos "Cartas" (a Juan
Gelman y Roque Dalton) aparecieron ese 1962 en la revista Casa de las
Américas,como una suerte de declaración de principios de la entonces
nueva poesía hispanoamericana. Y cuando Fayad decidió publicar en
1966 la antología de su labor poética que llamó Cuerpos,me pidió que
escribiera el prólogo,lo que hice con mucho gusto, llamándolo "Elogio
natural del Moro".Ya estaba convencido de que Fayad era uno de los más
valiosos poetas nuevos de nuestra América.
Durante casi una década Fayad fue consejero cultural de Cuba en
México,donde había nacido.Lo vi en varias ocasiones en aquel país (en
una de esas ocasiones él era encargado de negocios),pero,desde luego,
no tuvimos entonces mucho contacto. Tras regresar a Cuba, Fayad
enfermó de gravedad.Actuando a semejanza del admirable cuento de
Onelio "Francisca y la muerte",invité a Fayad a hacerse cargo de las ediciones
de la Casa de las Américas.Él era un editor extraordinario (yo me
había beneficiado más de una vez de su talento en esa área),y hubiera
desempeñado su labor con gran altura.Pero por desgracia,a diferencia
del cuento,la enfermedad pudo más,y murió poco después.Recuerdo
haberle dicho que en 1990 cumpliríamos ambos sesenta años,y debíamos
celebrarlo publicando sendos libros,a lo que él me respondió que
no llegaría vivo a la fecha,como en efecto ocurrió.Ante su tumba recién
cerrada,el 13 de noviembre de 1988,me correspondió el triste honor de
decir las palabras de despedida.Al final de ellas,leí su bello poema doloroso
"Con tantos palos que te dio la vida".
Lo recuerdo como un ser íntegro, un hacedor incesante de belleza.
Mientras hablaba, dibujaba en las cajitas de fósforo hasta dejarlas
hechas minúsculas obras de arte.Era parco en el hablar,pero rotundo.
Lo seguiré echando de menos cuanto me quede por vivir.
LA REBELDÍA DE UN POETA CUBANO
Luis Marré
Luis Marré
Cuando conocí a Fayad Jamís,en la feria del libro de 1951,solo había
leído algunos poemas suyos aparecidos en el suplemento dominical
del periódico El País;aquellos poemas estaban influenciados por la poesía
neorromántica de José Ángel Buesa,y fueron recogidos en un sobrio
librito titulado Brújula, que adquirí aquella misma noche de nuestro
encuentro.
Aquella noche no solo conocí a Fayad sino también a otros tres poetas
que en lo adelante serían mis amigos: Rolando Escardó, Carlos
Galindo y Pedro de Oraá.Por primera vez conocía a coetáneos míos que
cultivaran la poesía –sólo había tratado a improvisadores de puntos
guajiros, amigos de mi abuelo y mis tíos. La amistad que me unió a
aquellos jóvenes poetas sólo ha sido interrumpida por la muerte de tres
de ellos:Escardó,Fayad y Galindo.
Unos meses después de la clausura de la feria, encontré a Fayad en
Galiano y Reina;esperaba a su novia.Me invitó a que lo visitara en su habitación
que compartía con Escardó.Nos despedimos cuando llegó la novia,
una bella muchacha de ojos rasgados y piel tan blanca que me recordó la
porcelana de las muñecas que entonces vendían en el Barrio Chino.
Un sábado, después de recorrer varias librerías, busqué la dirección
que Fayad me había dado.Era una casa de huéspedes en los altos de
una vieja vivienda de la calle Reina,casi frente al periódico El País.Fayad
me mandó a pasar.La habitación era un cuarto con dos camas personales
y cajones de madera como asiento. La ropa estaba colgada en la
pared; los libros, pinceles, botes de pintura –Fayad estudiaba en San
Alejandro– yacían sobre un cajón; una cabeza de Dante, en yeso,me
llamó la atención.
–Un trabajo de clase –me dijo mi amigo.
Pronto comenzamos a hablar de nuestras obras.Fayad me entregó
varias hojas escritas con una hermosa caligrafía: se trataba de sus últimos
poemas.Me sorprendieron, no quedaba nada de romanticismo
buesiano en lo que leía;comprendí que Fayad había logrado hallar su
voz.Elogié sinceramente aquellos poemas.Fayad me prometió dedicarme
el titulado "La yagruma".Tres de aquellos poemas que leí aquella
tarde aparecieron en Orígenes poco después.
Fayad volvió a publicar en Orígenes varias veces,incluido su extenso y
bello poema "Cuerpo del delfín". Lezama le dedicó un libro con una hermosa
frase que definía el trabajo del joven poeta:"A Fayad Jamís,paradojalmente
oyendo el rumor de aguas del fuego de su poesía".
Los domingos,después de su boda con Nivaria Tejera,Pedro de Oraá
y yo nos aparecíamos en su pequeño apartamento frente al parque
Coyula en Almendares.¡Cuántos proyectos quedaron inconclusos! Nos
leíamos lo que habíamos escrito en la semana,intercambiábamos libros
y revistas… Nivaria fue nombrada para un cargo de secretaria en el consulado
de Cuba en París.Después de su partida,nos encontrábamos en
el estudio de Casagrán,en la calle Cuba,donde nuestro amigo,el escultor
Agustín Cárdenas,tenía permiso para trabajar en su obra.Una tarde
Fayad llegó con un cuaderno mecanografiado.
–Mira esta prosita.Dime lo que te parece –me dijo,poniendo en mis
manos el cuaderno.
Lo leí de un tirón.Según avanzaba en la lectura me crecía la admiración
por aquellos poemas en prosa.No tenían nada de su poesía anterior.
Ninguno de nosotros había escrito poemas tan rebeldes, tan
cubanos… tan revolucionarios.Ese cuaderno apareció bajo el título de
La pedrada.Fayad partió a París donde ya se había instalado su esposa.
Vivieron varios años de penurias sin cuento.Regresó a Cuba al triunfo de
la Revolución.Entre sus coetáneos,nadie como el autor de La pedrada materializó la rebeldía de un joven poeta cubano ante la época.Por eso
no me extrañó que los poemas del libro que recibió el premio Casa –Por
esta libertad–, al cabo de tantos años hayan tenido una nueva resonancia
en la izquierda latinoamericana actual.
VUELVE FAYAD JAMÍS
Pedro de Oraá
Pedro de Oraá
Hay que decir la verdad aun cuando en la noche terrible / no
sabemos si el amor el olvido o la muerte nos esperan… No es la
noche subterránea de la muerte, no es el oscuro cautiverio del
olvido, cuando el poeta ha dicho su verdad, esa que para manifestarse,
requiere de las mismas palabras cotidianas, las usuales
en la ficción y aun en la mentira, sólo que abortadas abruptamente
por el reverso incontestable de su desnuda enunciación.
Bien sabía Fayad que la verdad no se la puede mencionar de otro
modo, y la poesía la dice como suele nombrar las cosas en su
apariencia desconocida,sino como se nombran tales cosas en su
desconocida desnudez. Neruda exclama alguna vez: "Dios me
libre de mentir cuando estoy cantando".Y Roger Munier, con su
perturbadora lucidez, subraya: "Lo que admiramos en la verdad,
no es la verdad, es que ella sea la verdad".Así pues, la percibimos
con la idéntica calidad de una epifanía. Si se atreve a buscarla, el
poeta intuye que ha de encontrarla -siempre y cuando se dé ella
misma-, incluso en esa constante conjetura que es la poesía. Y
también invención de realidad -Lautréamont, Rimbaud, Kafka,
esos alucinados-: se tiene conciencia de que bajo sus escarceos
la mentira guarda,para poder ser aunque tan a punto de resquebrajarse,
una verdad intacta. ¿Por qué entonces no aceptar en el
poeta sus recursos de mimesis, sinestesias,metagoges o metáforas
y cuantas formas ficticias le permitan concluir en una verdad? En Los puentes –principal poemario de Fayad Jamís y una de las
obras emblemáticas de la Generación del 50–, la palabra se desborda
y alcanza un estado de embriaguez que sobrepasa –y por
ello cristaliza–,el asunto que la mueve.La extrañeza del ser –y del
estar–, en un escenario enemistado, la precariedad de la existencia
a la cual se le niega los frutos terrenales, el vacío del transcurso
de días y noches repetidos interminablemente… todo esto se
ve arrasado por el asombro ante la belleza entrevista de las piedras,
de la luz que cae desde el cielo plomizo y las baña de una
plata antigua, de las anónimas criaturas que las habitan o las
transitan; de jardines cuya arborescencia se puebla de cánticos
migratorios, y del río fluyente bajo impasibles puentes que refleja
la vida latente de la ciudad,colmada de voces y sucesos sin término,
como un gran lienzo pintado por el tiempo… El Testigo de
tanto universo minucioso, que viene de lejos y deambula sin alegría
pero sin dolor por calles perdidas, retorna al fin a su suelo
remoto y trae bajo el brazo su libreta de apuntes, y en ellos el
rumor de su verdad secreta…
ABRIMOS PUERTAS
Pablo Armando Fernández
Pablo Armando Fernández
Debo,como tantas otras aproximaciones al arte y las letras,a Harold
Gramatges y Manila Hartman,mucho de cuanto ha guiado mis pasos
desde muy temprano,en plena adolescencia,hasta el presente.Mi primer
encuentro con Fayad Jamís se realiza con la incesante búsqueda de
mi ser cubano en la antología Cincuenta años de poesía cubana de Cintio
Vitier, que Harold puso en mis manos para que conociera a quienes me
precedieron en la poesía.Poemas extraídos de un libro inédito Los párpados
y el polvo,seleccionados por Cintio sitúan a Fayad "decididamente
en lo más valioso y penetrante de nuestra lírica". Aquel encuentro me
condujo a conocerle personalmente. Le comenté cuán cercano nos
encontrábamos,tanto que me sorprendió:"Si abro esa puerta nada se
fugará",verso suyo abrazado a uno mío:"Si abrimos esa puerta / habremos
penetrado otros dominios".Esos reencuentros en La Habana reafirmaron
nuestra humana, amistosa, fraternal relación, pese a que él
partía hacia París y yo regresaba a Nueva York,donde residía.
La Revolución triunfante nos devolvía a casa y la poesía estrechó aún
más nuestros lazos familiares.En 1960 acompañados por un grupo de
intelectuales y artistas visitamos China y la Unión Soviética.De los diez
que iniciamos ese fabuloso recorrido, sólo Fayad y yo permanecimos
allá, decisión que nos permitió visitar Kiev en Ucrania, Bakú en
Azerbaidján y Leningrado en la URSS.Ya en Cuba compartíamos reuniones
vinculadas a nuestras labores intelectuales y artísticas, encuentros
amistosos en los que compartíamos ideales y empeños por fortalecer
nuestros medios creadores,la UNEAC,la Casa de las Américas,relaciones
con escritores y artistas amigos,conocidos en países visitados y encuentros
en provincias.
Fayad no ha dejado de acompañarme,un hermoso lienzo que fija zonas
de la infinitud se mantiene en casa,todo color,composición,textura que
emana de la Luz. Su libro Los puentes,animó,fortaleciéndole,mi espíritu y
me entregué a seguir sus pasos,su mirada,su sentir y saber,permítaseme
recurrir a mi texto sobre ese libro: "En Fayad Jamís lo cubano está en las
reminiscencias,suyas o ajenas,y la condición de la luz nuestra,de mostrarlo
todo,casi impúdicamente,sin reservas,sin contención… Libro de unidad
temática,Los puentes maneja discretamente los grandes temas de la
poesía de todos los siglos:la libertad,el amor,la muerte en un verso delicado
y casi siempre hermoso,peligro al que el poeta arriesga muchos de sus
logros más auténticos… Poemas como ‘El ahorcado del café Bonaparte’
(que felizmente me fue dedicado) y ‘Por una bufanda perdida’ sitúan a
este poeta entre los más serios y auténticos de nuestra poesía".
Celebramos festivamente con toda el alma el Premio Casa de las
Américas,que obtuvo ese año espléndido para su poesía con Por esta
libertad,y en México,que en 1983 le proporcionara el regreso a ese añorado
sueño,su suelo natal.Acá,unos días antes de su despedida hablamos
de cuánto y cómo hemos de conservar las puertas abiertas. ¡Sí,
hermano del alma,tu obra nos ayuda!
“Una señal que no quiere convertirse en símbolo y se impulsa en el costado lateral de un pez. Una fulguración que entreabre las hilachas de lo subconsciente, pero sin redondearse ni terminar en lo explícito inmóvil: una flecha de cuyo extremo pende una linterna atravesando el ramaje. La forma jugando las dos esferas comunicantes: círculos sobre dólmenes, tortugas emigrando en un trozo de hielo, sosteniendo con sus cuatro patas, como en las fábulas chinas, lo estelar”. Así describió José Lezama Lima en 1967 la obra pictórica de Fayad Jamís Bernal, uno de los principales artistas cubanos del período vanguardista.
Poeta y pintor, Fayad nació en Ojocaliente (Zacatecas, México), en 1930, aunque él mismo declaró a Guayos como su lugar de origen, pues allí vivió gran parte de la infancia y juventud, aprendió los rituales del dibujo, publicó el poemario Brújula y organizó su primera exposición personal, inaugurada en Sancti Spíritus en 1949.
Los tantos palos que le dio de la vida lo hicieron trasladarse a La Habana, donde siguió pintando y enhebrando versos, e integró el mítico grupo Los Once. Luego viajó a París, hizo migas con André Bretón, el padre del surrealismo, y dio a conocer el volumen Los puentes. Tras el triunfo revolucionario regresó a la isla para continuar su carrera plástica y literaria, obtuvo el Premio Casa de las Américas con el poemario Por esta libertad, y ofició como traductor, diplomático, restaurador, diseñador gráfico y profesor de la Escuela Nacional de Arte hasta su muerte, ocurrida en 1988.
Sin embargo, el espíritu aventurero y trashumante de Fayad siempre vio a Guayos como ese bucólico sitio donde podía disfrutar una buena taza de café en compañía de sus grandes amigos. Allí regresaba siempre que podía y, entre los tantos destinos posibles, iba al taller de artes plásticas dirigido por Mario Félix Bernal, visitaba a Tomás Álvarez de los Ríos u organizaba largas tertulias en casa de la poetisa Crucelia Hernández. Muchos guayenses de hoy hablan orgullosos sobre el Moro o el Mexicano, sobrenombres que le endilgaron con cariño; a veces da la impresión de que, de tanto evocarlo, lo verán aparecer por alguna esquina, luciendo una impecable guayabera de mangas largas y caminando con aquella característica cojera que le hacía ladear el cuerpo hacia la derecha.
Para el año en que murió, su hija, la escritora Rauda Jamís, ya se había instalado definitivamente en Francia; por lo tanto, fueron los amigos y colegas habaneros del Moro quienes decidieron enterrarlo en la bóveda 2, perteneciente al Sindicato de Artes y Espectáculos, ubicada en el cuartel noroeste de la Necrópolis de Colón. Tras la exhumación, los restos fueron trasladados hacia el Osario de la Asociación Nacional de Operadores Cinematográficos, según consta en los archivos del propio cementerio.
Cumplimentando un anhelo histórico de Tomas Álvarez de los Ríos, a finales de 2013 Alba y Alexis Jamís Pimienta, sobrinos del pintor residentes en Cuba, retomaron las intenciones de trasladar los restos de su tío hacia Guayos. Para lograrlo solicitaron ayuda a Damaris Rodríguez Ramos, quien por aquel entonces se afanaba en la creación de un ambicioso complejo cultural dedicado a promocionar la vida y la obra del pintor, proyecto que actualmente continúa gestándose y tendrá como sede la tierra donde el autor de Brújula soñó sus primeros poemas.
El pasado 4 de marzo, el antropólogo forense Dodany Machado se reunió con los sobrinos de Fayad, acompañados por Damaris, en el Osario de Operadores Cinematográficos del Cementerio de Colón con el objetivo de identificar los restos del pintor. Tras arduas pesquisas, el especialista comprobó que ninguno de los 80 esqueletos humanos conservados allí era el de Fayad. Posteriormente, Alba y Alexis Jamís decidieron continuar la investigación en la bóveda 2; para ello, entraron en contacto con del historiador e investigador Ercilio Vento Canosa, espeleólogo, historiador y especialista de Segundo Grado en Medicina Legal.
De amplia experiencia en el campo de la antropología forense (al punto de haber estudiado las osamentas de personalidades como el zoólogo alemán Johan Gundlach y el Mayor General mambí Vicente García González), el doctor Ercilio accedió a trabajar en la identificación de los restos de Fayad atraído por el misterio.
En estos momentos, los restos de Fayad Jamís permanecen en la Necrópolis de Colón, aunque próximamente serán trasladados a Guayos. Según palabras de Damaris, “encontrarlo ha sido un sueño hecho realidad, pues así podrá descansar en la tierra que lo vio crecer. Por momentos pensamos que nos enfrentábamos a una tarea imposible, pero al final lo conseguimos gracias al talento de Ercilio, cuya ayuda ha sido invaluable. Muchos artistas, poetas y personalidades de la cultura espirituana esperan con ansias el traslado; varios repentistas ha compuesto décimas para compartir con todos en ese momento. Y es que el Moro siempre fue, y sigue siendo, un guayense nato, hijo legítimo de un pueblo que aún lo recuerda y respeta mucho”.
Por su parte, el doctor Ercilio aseguró que “identificar los restos de Fayad Jamís ha sido una tarea compleja pero altamente gratificante. Ahora, donde quiera que esté allende las fronteras de la vida, en el seno de lo eterno, él sabrá que este retorno al amor de los suyos es un conjuro al maltrato que sufriera, y también nuestro modo de recitarle: si tantos palos te pudo dar la vida, después de ella aún te decimos te quiero”.
8 Respuestas to “El regreso del vagabundo del alba (+fotos)”
El regreso del vagabundo del alba (+fotos)
Tras largos años de espera, los restos del poeta y pintor Fayad Jamís serán trasladados para su descanso definitivo en Guayos.“Una señal que no quiere convertirse en símbolo y se impulsa en el costado lateral de un pez. Una fulguración que entreabre las hilachas de lo subconsciente, pero sin redondearse ni terminar en lo explícito inmóvil: una flecha de cuyo extremo pende una linterna atravesando el ramaje. La forma jugando las dos esferas comunicantes: círculos sobre dólmenes, tortugas emigrando en un trozo de hielo, sosteniendo con sus cuatro patas, como en las fábulas chinas, lo estelar”. Así describió José Lezama Lima en 1967 la obra pictórica de Fayad Jamís Bernal, uno de los principales artistas cubanos del período vanguardista.
Poeta y pintor, Fayad nació en Ojocaliente (Zacatecas, México), en 1930, aunque él mismo declaró a Guayos como su lugar de origen, pues allí vivió gran parte de la infancia y juventud, aprendió los rituales del dibujo, publicó el poemario Brújula y organizó su primera exposición personal, inaugurada en Sancti Spíritus en 1949.
Los tantos palos que le dio de la vida lo hicieron trasladarse a La Habana, donde siguió pintando y enhebrando versos, e integró el mítico grupo Los Once. Luego viajó a París, hizo migas con André Bretón, el padre del surrealismo, y dio a conocer el volumen Los puentes. Tras el triunfo revolucionario regresó a la isla para continuar su carrera plástica y literaria, obtuvo el Premio Casa de las Américas con el poemario Por esta libertad, y ofició como traductor, diplomático, restaurador, diseñador gráfico y profesor de la Escuela Nacional de Arte hasta su muerte, ocurrida en 1988.
Sin embargo, el espíritu aventurero y trashumante de Fayad siempre vio a Guayos como ese bucólico sitio donde podía disfrutar una buena taza de café en compañía de sus grandes amigos. Allí regresaba siempre que podía y, entre los tantos destinos posibles, iba al taller de artes plásticas dirigido por Mario Félix Bernal, visitaba a Tomás Álvarez de los Ríos u organizaba largas tertulias en casa de la poetisa Crucelia Hernández. Muchos guayenses de hoy hablan orgullosos sobre el Moro o el Mexicano, sobrenombres que le endilgaron con cariño; a veces da la impresión de que, de tanto evocarlo, lo verán aparecer por alguna esquina, luciendo una impecable guayabera de mangas largas y caminando con aquella característica cojera que le hacía ladear el cuerpo hacia la derecha.
Para el año en que murió, su hija, la escritora Rauda Jamís, ya se había instalado definitivamente en Francia; por lo tanto, fueron los amigos y colegas habaneros del Moro quienes decidieron enterrarlo en la bóveda 2, perteneciente al Sindicato de Artes y Espectáculos, ubicada en el cuartel noroeste de la Necrópolis de Colón. Tras la exhumación, los restos fueron trasladados hacia el Osario de la Asociación Nacional de Operadores Cinematográficos, según consta en los archivos del propio cementerio.
Cumplimentando un anhelo histórico de Tomas Álvarez de los Ríos, a finales de 2013 Alba y Alexis Jamís Pimienta, sobrinos del pintor residentes en Cuba, retomaron las intenciones de trasladar los restos de su tío hacia Guayos. Para lograrlo solicitaron ayuda a Damaris Rodríguez Ramos, quien por aquel entonces se afanaba en la creación de un ambicioso complejo cultural dedicado a promocionar la vida y la obra del pintor, proyecto que actualmente continúa gestándose y tendrá como sede la tierra donde el autor de Brújula soñó sus primeros poemas.
El pasado 4 de marzo, el antropólogo forense Dodany Machado se reunió con los sobrinos de Fayad, acompañados por Damaris, en el Osario de Operadores Cinematográficos del Cementerio de Colón con el objetivo de identificar los restos del pintor. Tras arduas pesquisas, el especialista comprobó que ninguno de los 80 esqueletos humanos conservados allí era el de Fayad. Posteriormente, Alba y Alexis Jamís decidieron continuar la investigación en la bóveda 2; para ello, entraron en contacto con del historiador e investigador Ercilio Vento Canosa, espeleólogo, historiador y especialista de Segundo Grado en Medicina Legal.
De amplia experiencia en el campo de la antropología forense (al punto de haber estudiado las osamentas de personalidades como el zoólogo alemán Johan Gundlach y el Mayor General mambí Vicente García González), el doctor Ercilio accedió a trabajar en la identificación de los restos de Fayad atraído por el misterio.
Ya
en la bóveda, Ercilio analizó los 30 esqueletos allí conservados hasta
seleccionar uno que correspondía a una persona de sexo masculino, de
grupo racial europoide y con edad comprendida entre los 55 y 60 años.
Tras un estudio más riguroso, el especialista calculó la altura de la
persona (1.75 o 1.80 metros), detectó huellas de anemia en el hueso
frontal del cráneo y dictaminó un desgaste en la mortaja astragalina del
tobillo izquierdo, lo cual provocaba que el individuo cojeara del lado
derecho.
Estos elementos, unidos a las características de las mandíbulas y el
rostro (edentia casi total, órbitas altas, glabela y arcos supraciliares
desarrollados, mentón fuerte y cuadrado), y a las enfermedades sufridas
por Fayad, le permitieron dictaminar que aquellos eran sus restos;
conclusión sustentada tras efectuar una comparación para establecer la
relación directa entre el sustrato óseo y los tejidos blandos, realizar
una superposición fotográfica utilizando imágenes de archivo cedidas por
los familiares del Moro y ejecutar una reconstrucción modelada del
rostro siguiendo los métodos que actualmente utiliza la mayoría de los
antropólogos forenses a nivel mundial.En estos momentos, los restos de Fayad Jamís permanecen en la Necrópolis de Colón, aunque próximamente serán trasladados a Guayos. Según palabras de Damaris, “encontrarlo ha sido un sueño hecho realidad, pues así podrá descansar en la tierra que lo vio crecer. Por momentos pensamos que nos enfrentábamos a una tarea imposible, pero al final lo conseguimos gracias al talento de Ercilio, cuya ayuda ha sido invaluable. Muchos artistas, poetas y personalidades de la cultura espirituana esperan con ansias el traslado; varios repentistas ha compuesto décimas para compartir con todos en ese momento. Y es que el Moro siempre fue, y sigue siendo, un guayense nato, hijo legítimo de un pueblo que aún lo recuerda y respeta mucho”.
Por su parte, el doctor Ercilio aseguró que “identificar los restos de Fayad Jamís ha sido una tarea compleja pero altamente gratificante. Ahora, donde quiera que esté allende las fronteras de la vida, en el seno de lo eterno, él sabrá que este retorno al amor de los suyos es un conjuro al maltrato que sufriera, y también nuestro modo de recitarle: si tantos palos te pudo dar la vida, después de ella aún te decimos te quiero”.
8 Respuestas to “El regreso del vagabundo del alba (+fotos)”
En primer lugar, muchas gracias por las recomendaciones y notas aclaratorias que han hecho a este artículo. Debo reconocer que no soy periodista, sino historiador del arte, aunque publico asiduamente en Escambray gracias a la paciencia de su colectivo de trabajadores. El artículo Regresa el vagabundo del alba forma parte de una pequeña investigación que Damaris y yo estamos llevando a cabo sobre Fayad; investigación que tributará de manera directa al centro cultural que, una vez fundado en Guayos, se encargará de promocionar la obra plástica y literaria del Moro. Cierto es que he olvidado mencionar a Margarita en el texto, pero ese era un dato del que no disponía hasta leer sus aclaraciones. Desgraciadamente, muchas veces es casi imposible acceder a las personas que poseen ese tipo de información; por suerte aún disponemos de lectores críticos capaces de opinar y aclarar entuertos de forma tan inteligente y oportuna. Agradecería cualquier información que puedan aportar sobre Fayad, e incluso me interesaría contactar con sus familiares en el extranjero. Por favor: pueden enviarnos fotos, datos, fechas, poemas… todo lo que consideren importante sobre la vida y la obra del maestro. Mi correo electrónico es marocalvo@gmail.com. Tanto Damaris como yo estaríamos muy agradecidos por su cooperación. Les dejo un abrazo enorme, mucha salud y suerte, y ojalá nos veamos por ahí…
Maikel José Rodríguez Calviño
Justicia es justicia y la verdad debe primar en todo.
Gracias por la información.
Su aparición en La Habana, tras la muerte del Moro se debe a que estableció litigio para obtener la herencia.
Es extraordinaria la noticia para todos los poetas y habitantes de Guayos, tremenda labor para que repose en paz junto a su querido pueblo.