El enigmático mal de Constance, la mujer de Oscar Wilde, en EL PAIS

 


Constance Lloyd, fotografiada durante su estancia en Heidelberg en 1896, dos años antes de morir. / Merlin Holland (The Lancet)

El enigmático mal de Constance, la mujer de Oscar Wilde

La correspondencia privada de la esposa del escritor revela que sufría esclerosis múltiple

Murió tras operarla un médico que pretendía curar en el útero problemas neurológicos

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  • En aquellos días, el mundo no hablaba de otra cosa que de Cuba, los barcos de guerra de EE UU y la decadencia española como actor protagonista en el mundo. Era abril de 1898 y una mujer dolorida, mermada, casi derrotada, ponía sus últimas esperanzas de recuperación en un quirófano genovés, después de casi una década de combate contra una cruel y misteriosa enfermedad. Días después, moría Constance Holland incapaz de recuperarse de esa equivocada intervención. Nacida Constance Lloyd, fue con el apellido Wilde de su marido con el que comenzaron parte de sus desdichas, en un tiempo en el que algunos médicos trataban con recelo a la mujer solo por serlo.

    Constance conoció a Oscar en una fiesta londinense en 1879. Los dos eran dublineses, inteligentes, audaces. Se casaron y tuvieron dos niños. Después de escribir obras de la calidad de El retrato de Dorian Gray, y mientras La importancia de llamarse Ernesto seguía en cartel en Londres, Óscar Wilde fue encarcelado por "grave indecencia" —homosexual— tras un humillante proceso. Constance, que ya se había hecho un nombre como escritora y feminista combativa, cambió su apellido y huyó del escándalo hasta Génova, llevando con ella a sus hijos y esa enfermedad que la vencía poco a poco. Las causas de su muerte se desconocían hasta ahora: se culpó a una caída por las escaleras y —mucho mejor para las malas lenguas— una sífilis que le hubiera contagiado su marido.
    "Estoy cansada de los médicos y de que ninguno descubra qué hacer conmigo", confesaba
    Ahora, la memoria de Constance se recupera y todas esas leyendas quedan aparcadas gracias al trabajo de su nieto Merlin Holland, dedicado a limpiar con verdades (incluso científicas) la sombra de escándalo y oprobio que todavía persigue a sus abuelos. Sin embargo, entristece todavía más si cabe ese final al conocer su desdichado historial médico, reconstruido por Holland y la doctora Ashley Robins a partir de 130 cartas que ella se cruzó con su hermano Otho. Robins ya descifró las causas de la muerte de Óscar en un artículo en la revista The Lancet en 2000 —desmintiendo también que hubiera muerto por culpa de la sífilis— y ahora, en esta misma revista, desentraña síntoma a síntoma los males de Constance. Esclerosis múltiple fue su enfermedad, pero no la causa de su muerte.

    Los primeros problemas empezaron en 1889, con un episodio de cojera en la pierna izquierda que la obligó a usar un bastón. Tras dos años tranquilos, unos intensos dolores (sobre todo en los brazos) la postraron en la cama. Ya en 1893, volvía el severo malestar, con dolores de cabeza y espalda. Un año después, sus problemas de movilidad se agravaban y, coincidiendo con el proceso a Óscar, caminar ya era un suplicio. Es 1895, está en Génova y se pone en manos de un ginecólogo llamado Luigi Maria Bossi, que logra recuperarla momentáneamente gracias a un procedimiento que no se detalla en la correspondencia que sirve de base para este estudio. Ella hablaba de "reumatismo" y "neuralgia", ¿y se deja intervenir por un ginecólogo para remediarlo? Saltan las alarmas.

    Desesperada, se puso en manos de un ginecólogo especializado en extirpar ovarios para luchar contra enfermedades mentales.

    Durante una estancia en Heidelberg se somete a unas extrañas curas —pero en boga—, que incluyen baños y electricidad, pero los especialistas siguen sin dar con el origen de sus males. "Estoy cansada de los médicos y de que ninguno descubra qué hacer conmigo", escribe Constance a su hermano a finales de 1896. De vuelta a Génova, el dolor es intenso, tiene temblor en los brazos, dolores de cabeza, fatiga extrema, episodios de parálisis facial...

    "Durante los primeros siete años, el cuadro clínico fue dominado por episodios agudos intermitentes seguidos por largos períodos de recuperación; en los últimos dos años se convirtió en una discapacidad permanente con deterioro gradual", escribe Robins en The Lancet. "Un diagnóstico probable es la esclerosis múltiple", resuelve la especialista.

    Todo indica que padecía esta enfermedad con la que hoy cargan más de dos millones de personas en todo el mundo. La esclerosis múltiple ya estaba descrita desde 1868 pero, sin duda, su diagnóstico no estaba tan extendido como hubiera necesitado Constance. Porque todavía le esperaba lo peor. Agotada, recuperó el contacto con Bossi, médico de gran reputación que, al margen de otros logros, estaba convencido junto a otros muchos colegas de que el sistema reproductor femenino podía inducir locura —"locura pélvica", histeria—, cuyo remedio era la extirpación de ambos ovarios. Bien entrado el siglo XX, Bossi seguía curando enfermedades neurológicas y mentales con operaciones ginecológicas. Algunos síntomas de la señora Holland le hicieron pensar a Bossi que un tumor uterino provocaba la debilidad de sus piernas.
    Los síntomas que Constance describe en las cartas a su hermano encajan con la esclerosis múltiple, que ya se conocía en la época

    Desesperada, se dejó operar el 2 de abril de 1898, casi un año después de la excarcelación de Óscar. El resultado de la intervención, desastroso, dejó a Constance sufriendo vómitos intratables. Deshidratada y sin suero intravenoso, fue debilitándose hasta morir el día 7 de abril. Una feminista pionera moría víctima de las malas artes de un médico que buscaba el origen de los males en el sexo de las mujeres.

    Otho Holland, golpeado y hundido por la muerte repentina de su hermana, contempla un litigio contra el cirujano "pero fue disuadido porque Constance había aceptado voluntariamente la operación, después de que Bossi le convenciera de que la cirugía aliviaría sus discapacidades", escriben Holland y Robins. El ginecólogo italiano, que siguió con sus prácticas a pesar del rechazo de sus colegas, sería suspendido por mala praxis 20 años después de la muerte de Constance. En 1919, el marido celoso de una paciente mataba a Bossi en su consulta, tras hacer lo mismo con ella y justo antes de suicidarse.

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