DAVID LAGO GONZALEZ, POEMAS DE 4 C
DAVID LAGO GONZALEZ, POEMAS DE 4 C
4 C - Tarde em Itapoã
É bom pasar a tarde em Itapoã
Vinicius de Moraes
(como lo canta Maria Bethânia)
No he estado nunca en Itapoã,
no he pasado esa tarde exquisita de
la que hablan los versos,
pero, habiendo vivido tantos años
enjaulado,
tengo experiencia en esos fortuitos
ejercicios de la mente
que algunos llaman “imaginación”,
otros más osados “sueños”
y algunos mucho más estúpidos se
obstinan en llamar “ideales”.
Itapoã;
dígase i, ta, pú acentuada
levemente,
y suavizando aún más la dura lengua
española hasta el desquicie total,
cierre el nombre con una a liberada
sobre la que caiga
todo el peso de los ciegos ojos que
ven más allá de la “janela”
el cálido escondite abierto del
portugués errante
que como agua de mar acaricia el
corazón con su espuma sin forma definida,
nunca más definitiva.
Tómese un respiro para saltar del
“pú” a la “a”
hasta que boca y mirada se
extienden en un “¡ah!”
¡aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!
y se hace la tarde en Itapoã: el
sol burla el cristal de la ventana,
el cristal tramposo que no se abre
del todo
para que a nadie se le ocurra ir a
buscar una tarde en Itapoã.
El sonido del agua invade la
habitación,
la cárcel de las paredes, la cárcel
de mi cuerpo,
la cárcel de la mentira, la prisión
de la ilusión,
y nunca más escucharán mis oídos
el timbre irritante de esa aguja
blanca
que me repite como a un niño tonto
“mañana te pondrás bueno”,
cuando ni siquiera entonces fui tan
inocente.
Es bueno pasar una tarde aquí, el
sol
es un sedativo que también nubla la
vista,
“ensoñece” por igual distancia y
cercanía.
Busca un lugareño que escale la
palmera, uno que sepa bien
encontrar lo siempre dispuesto
entre lo verde
y descubra por el retumbar hueco de
la esfera,
el misterio del agua que nadie sabe
de dónde llega.
Da cinco machetazos a la boca del
coco, tú que tienes fuerza,
y dámelo en las manos para yo
alzarlo por encima de mi cabeza
y como de un cántaro dejar caer sobre
la mía
ese agua lechosa que me regala
Dios.
Te toca a ti, Antonio; o cuando
mucho, a ti, Sergio;
el primero y el último que
sobresalen de la arena de Itapoã
caminando hacia atrás, hacia el que
fui,
hacia el que fui y el que soy
en esta tarde exquisita de Itapoã.
(Madrid, 20 de abril de 2008)
© 2008 David Lago González
David Lago González, Cuba, 1950 – Madrid, 2011
4 C, Editions Hoy no he visto el paraíso, 2013
al cuidado de Margarita García Alonso.
LIBROS EN BUBOK
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