Breviario de margaritas, Margarita García Alonso

Henri Martin (French, 1860 - 1943) 
Clémence Isaure, 1895
Oil on canvas, 67 x 55 cm 
 
Breviario de margaritas.


En la plaza del pubis,  la galaxia.
Mi madre abre el templo
y el incienso abisma la flecha
que tienta  la ventana.

En criatura  me deslizo
sobre  una roca, desangro
el caballo de la infancia.

Relieve de fracasos,
en púrpura renacentista:

el poro sobrevuela
el tapiz de  lanzas
  que se hunden
  en mi entraña.

Soy la centinela,
amamanto lo raro,
copio  versos que cuelgan
junto al atrapa moscas
        de la sala.
Aprieto la cuerda,
   saco la lengua
y campaneo con la úvula.

Mi pubis bíblico de adolecente
entrechocaba la nuez del diablo
y  producía milagros:
el pez al servicio de la agalla,
respiraba, torcía la costura,
se  hacía único.

Sobre la colina  la nube
me redondea el vientre,
es mi  hija que cae
al amanecer de un verano
en  la boca del potro salvaje,
donde desclavo el  anzuelo
y ajusto una perla.

Qué rápido pasó  le treintena,
el nocturno tumulto
del banderín tendido
que  ahora cambia  el rostro
repleto de tachaduras
por uno menos triste.

Está por caer la noche,
se  fue mi padre,
han partido los abuelos,
mis hermanos se asustan
cuando  mi madre  no me
reconoce anciana.

Tan lejos como un agujero negro
serpenteo el infinito golpeada
 por desperdicios terrenales.

Necesito diez mil años,
setecientos caballos veloces
para cumplir la tarea y
me entro a golpes,  quiebro
el bochorno de no hacer nada,

me sacude un  temblorcillo
como si fuese una fiera
que comiese migajas.

Desapareceré en esta década,
con mi última peineta de malos dientes

no tuve y no gasté dinero
en cremas, dietas, tintes,
 sellos de correo,
zapatillas ata tobillo
para turbulencias  poéticas

como cualquier payasa en retiro
no entro al Circo,
no tengo reposo con la maldita angustia
que centellea, me llama al orden

cuando espanto al usurero de islas,
al galerista capado,
al ambicioso cobrador
de moralidad,
al académico de bolsillo,

me es indiferente  la Corte,
la  testosterona  y su destino fálico,
           la ctica,
        la autofagia,
       el canibalismo.

He desbaratado cualquier trama
que me lleve a la cumbre

como un boomerang australiano
regreso a la niña descalza,
   a la letrina del patio,

   regreso  a su espalda,
    al primitivo encanto
         del sexo
     con más ardor
    que una abeja
    sobre el suicida
       que salta.

   Aunque quisieran
no  encontrarán  el hilo
de mi conversación con vacas

   fumo  manuscritos
     doblo papelillos y
hago filtros con sentencias,

              mal  arenada
como  rosa del desierto
en un  breviario cabalístico

donde caen  ecuaciones
que descienden del vapor
al hueco miserable de mi mano
  y de ahí  a  la raíz

la raíz, la raíz de mi planta
    nunca tuvo tierra,

sobre un algodón húmedo
     muestro raicillas
y dos semillas pálidas

son mis ovarios carbonizados
que no  ayudan a matarme.

      Pesa la vejez,
pesa el astro que fuimos
      la coja encorvada
amarillosa y maloliente anciana
que deambula sin sombra
en un paisaje nórdico.

     Rezad por mí
que tanto  he olvidado

rezad en cada tercera línea,
frente a la aldaba equivocada,

estoy parada a contra viento
para que lleguen a tocarme.

Breviario de margaritas, Margarita García Alonso
© Editions Hoy no he visto el paraíso, Poesía, marzo, 2013

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