Vincent van Gogh - Almond Tree in Blossom 1888

Un golpe en el estómago del cielo
por Liliana García Carril


La morada imposible (Corregidor, 2001), primer tomo de la obra completa de Susana Thénon, edición a cargo de Ana Barrenechea y María Negroni, reúne los cinco libros de poemas: Edad sin tregua (1958), Habitante de la nada (1959), De lugares extraños (1967), Distancias (1984) y Ova completa (1987); parte de la obra fotográfica, traducciones, poemas y ensayos publicados en revistas y suplementos literarios. El segundo tomo promete poemas inéditos, correspondencia y bibliografía.

Tal vez el ítem “bibliografía” nos dé algunos datos biográficos que lamentamos desconocer.
Hasta ahora suponemos que Susana Thénon (1935-1991) nació en Buenos Aires y murió en la misma ciudad a los 56 años. Se dice que la enfermedad la obligó a recluirse en la oscuridad: no se diría nunca “esto es mi muerte”/ sino chiquitita la araña/tan chiquitita/que apenas podías verla con los anteojos/de ver de cerca/(…) es mejor morderte voy a estrangularte pasado mañana/fue sin querer/fue sin querer/es sin querer/perdón yo no quería/y así empieza una muerte. Suponemos que esa enfermedad resultó tan irónica como irónico es el tono alto que Thénon logró en muchos de sus poemas y, como se dice, en su vida. Que la hija de un psiquiatra –alguien podrá recordar a Jorge Thénon, cuando todavía el psicoanálisis no había hecho su agosto en la ciudad más psicoanalizada del mundo, y a su libro Psicología dialéctica, con decidida orientación reflexológica– haya resultado víctima de una enfermedad cerebral, suena a cachetada, último gesto (involuntario) de alguien que se rebela ante el deber ser de la escritura. Esto último sí lo sabemos gracias a la propia obra.

Thénon pertenece, junto con Juana Bignozzi (1937) y Alejandra Pizarnik (1936-1972), a la llamada generación del ’60. Herederas las tres de una tradición que dio lugar a diferentes corrientes en la poesía moderna, cada una con sus particularidades, comparten un marcado descontento con el mundo y responden de manera fuerte construyendo una poética del escarnio que las descoloca respecto de cualquier filiación posible, ya sea romántica, surrealista, o coloquialista.

Sin embargo en los primeros libros Thénon parece todavía responder a una tradición romántica que se sostiene en contra casi de su voluntad poética: allí donde se enuncia un ideal de mundo (a construir con palabras) se propone en el mismo movimiento una ruptura, necesaria e imprescindible, para fundar un yo poético que se irá transformando en el devenir de la escritura y en el que convivirán voces y registros diferentes. Así leemos en “Fundación”, poema inaugural de Edad sin tregua (1958): Como quien dice: anhelo,/ vivo, amo,/ inventemos palabras, /nuevas luces y juegos,/nuevas noches/ que se plieguen/a las nuevas palabras. /Hagamos/otros dioses/menos grandes,/menos lejanos,/más breves y primarios. Más adelante, la negación como manera radical de constitución del yo: Me niego a ser poseída/ por palabras, por jaulas/por geometrías abyectas. /Me niego a ser/encasillada,/rota,/absorbida. Y como huella, trazo de lo que vendrá: Esto no es un poema:/es un puntapié universal,/un golpe en el estómago del cielo.

Quizá en la búsqueda de esa polifonía resida el mayor atractivo (especialmente para otras mujeres poetas) de La morada imposible, en el sostenido impulso de la autora para lidiar con el “genio del lenguaje” –al decir de George Steiner, ese poder del lenguaje “de dar falsos informes, de-formar, re-formar, metamorfosear y transportar”–, incluso en sus rodeos, su trabajosa demora en llegar a la concreción de una voz, “la segunda voz”* que estalla en Ova completa. Un poco antes, la autora necesitó poner distancias entre la primera voz sujeta todavía a una herencia de lecturas y saberes (del hombre, Rilke, los clásicos griegos y latinos, los poetas malditos), y saber que sabía antes de poder entrar e instalarse en ella misma y disponer de esos saberes en beneficio de una ruptura de las formas y una mayor libertad para decir lo que quería decir. “Un sujeto que niega –escribe Genovese en el libro antes citado– pero también afirma, que va constituyendo a través de la escritura una identidad propia como lugar tentativo, demasiado inestable para ser considerado una esencia. Zona de vacilación e intemperie, de carencia y tambaleo, de embozada o abierta reacción; lugar titubeante el de esta identidad que no es una sino posible y múltiple.” Es difícil, entonces, encasillar la poética de Thénon en un todo uniforme y continuo.

Ova completa puede leerse como paradigma de la doble voz que atraviesa la poética de Thénon: hay por un lado un trabajo de desarticulación con sus libros anteriores y con las lecturas que pueden haberla minado. La variación no se encuentra en los temas, tampoco se produce un cambio de lugar del yo poético (aunque sí un cambio de registro); no se puede decir que Thénon sea una poeta confesional, rasgo que podría achacársele a la poesía escrita por mujeres y clausurar así toda otra lectura posible.

Lo inquietante de Ova completa es la desfachatez con la que se para frente al Saber Académico con mayúsculas, minusculizándolo, desmasculinizándolo, recurriendo a la ironía y a la parodia: estoy hablando en serio muy en serio mis bromas sollozan, escribió en algún momento como si fuera necesario aclarar que un chiste es algo serio. Una mirada cáustica y corrosiva de lo que podríamos llamar “realidad” se perfila desencantada desde los tempranos “aledaños”: Y no llegamos./El tiempo/ nos pisa/los talones./Yo soy veinte años/ entre paréntesis, /tú te cuentas la vida/y no terminas. /Región de muerte/por delante. Una traducción de estos versos podrían ser los que se leen en Ova completa: vos/que leíste a Dante en fascículos/(…) ese complicadero del infierno es pura macana/hecha a propósito para hacerte perder tiempo/en calcular a qué círculo irán a dar/los huesos del tu alma. Sabemos que escribir supone siempre un ejercicio de traducción; en este sentido es notable el esfuerzo de Thénon por apropiarse, acto siempre fallido, de la lengua que habita y llevarla a extremos desbordantes como en “Poema con Traducción Simultánea Español-Español” donde se produce una suerte de parodia y desenmascaramiento del descubrimiento de América. Otra muestra de ese esfuerzo, de la libertad que alcanza su escritura y de su inflexible (y grácil y virtuoso) empeño de reflejar el estado de la lengua y al mismo tiempo el estado de las cosas (en este caso referido a las poetas, todas nosotras, de cualquier edad, batallando a favor de las palabras en países “no centrales”), es el poema “La antología”, también de Ova completa. Vale la pena, como homenaje a Thénon y como información para el lector desavisado, incluirlo aquí tan completo como la susodicha ova: -en el post anterior pueden leerlo-

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