Bajo el eclipse, en Le Havre.







No, no es el eclipse en sí, no es el momento, justo el instante donde la luna tapa al sol y se observa un círculo negro, son los minutos que preceden.  Primero un resplandor extraordinario, en Le Havre acompañado de una bruma densa, negruzca, la obscuridad permanente vista en un espejo al que le sitúas al frente una luz blanca. 

Luego empiezan las sensaciones acústicas, todos los sonidos se agrandan, escuchas los pinos doblarse bajo un viento rarísimo, frío, viento astral sin otra posibilidad de nombrarlo. Los animales están alterados,  sientes en el cuerpo una sensación de pérdida de gravedad, leve pero presente, una agitación del vientre monta a los pulmones, la cabeza duele pero ya no es cabeza, es el lugar donde estaba la razón. 

No, no es el momento preciso del eclipse, es la sensación inexplicable de que estamos en cuerpos terrestres, ajenos, prestados,  de los que puedes despojarte porque la grandeza reside en el paso de la luz a la sombra, de la sombra disipada hacia el movimiento.

Cuando la brava luna llega a interponerse, un agujero negro  impone un silencio absoluto, hasta los animales contienen el grito. Todo desaparece, un cortocircuito cuántico, en algún ojo cristalino del espacio deben observarnos como animalillos, microscópicos organismos con el pulso en suspenso, incapaces de comprender el sentido mayor de su polvo cósmico.  

Entiendo-  es el segundo eclipse que he podido ver, el anterior en el 1999- la suerte inmensa de comprender los temores del Hombre del Medioevo frente a tal fenómeno.  La intriga del renacimiento, la exaltación de todas las épocas.

Ha pasado, la oscuridad reina sobre Le Havre, y el día no se instala. Nos avisó  un breve destello del sol que ha partido a seguir su espectáculo en Europa. La neblina se apodera de tejados, todo lo que se ha despertado renacerá mañana, 21 de marzo, con la primavera, todo cobra aliento, incluso la noche muda su traje de estrellas, cambia las telas de Yeats por una cortinilla bordada de respiros. Solo ha sido la eternidad que se apoderó del hilo y dejó que la viéramos en un punto al revés. 

 Mañana me espera la Gran Marea del siglo, las aguas barrerán  el arrecife, tocarán de pleno los acantilados, quizás recorran las calles cercanas, para luego retirarse al horizonte. Las aguas cantarán todo el sábado, mientras caminamos hacia otro planeta. 

Ha pasado el eclipse, dentro de 33 años volverán los elementos, el disloque del cuerpo, pero  no estaré, bajo esta forma, para contarlo.

Margarita García Alonso
Eclipse, 20 marzo 2015/
Le Havre, Francia. 


en le Havre, fotos de Glenn Fort.








L'éclipse vue depuis l'Angleterre, le 20 mars 2015. - Ben Birchall/AP/SIPA




11h40: l'armée de l'air a fait de belles images

 

Commentaires

Migli2007 a dit…
Awesome !!! Thanks for sharing, Margarita.
Anonyme a dit…
Lydia Perez Segarra


Ni el fenómeno de hoy puede eclipsar lo que has dejado escrito hoy aquí.
Anonyme a dit…
Cleopatra Valdes


Marga, lo que metiste dué pescao de Galilea! jejjejeje, te pasaste mi amiga.Felicitaciones, acabo de "sentir" el eclipse sin haberlo visto!

Articles les plus consultés