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Di Marga Code: Yo vine a Le Havre como si hubiese partido a Groenlandia, hastiada de lo conocido: Hombres, poetas, intelectuales, críticos... desesperada ante mis semejantes, extenuada del infierno en mi isla. Solo el frío me consuela en este exilio, pues quema y no apaga el fuego interior.
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la tragedia de Malva Marina.
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Gracias tanto por la traslación como por la rotación de mi luna, dice el extraterrestre rockanrolero.
Yambi, enorme y finamente peludo como un mink, se encuentra sentado en una roca observando con sus enormes ojos verdes el amanecer desde la luna que habita. Lleva puestos un par de jeans y unos tennis Adidas, así como una playera negra con un paréntesis al frente.
Dos soles, uno amarillo y uno rojo, colorean el cielo de naranja iluminando el color púrpura del pelaje de Yambi y su larga cabellera rockanrolera color escarlata; el sonríe; su boca es pequeña, así que es una sonrisa discreta bajo su también pequeña nariz.
Yambi toma una pipa y coloca en ella una substancia azul brillante que extrae de un pequeño morral verde, la pipa se enciende sola y el bello amanecer continúa como nosotros, en su órbita.
Yambi ora por el movimiento de traslación y por el movimiento de rotación.
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Plegaria a Milenia, descripción de una deidad.
Milenia, diosa pleyadiana del tiempo, es hermosa; su delgada y estilizada silueta envuelta en un negro y brillante vestido de seda flota en una habitación, sólo iluminada por la tenue luz que emana de una vela colocada una pequeña mesa circular de café.
La luz tenue de la vela deja ver su piel blanca y suave y sus largos brazos; su cabello negro, corto y lacio cae y deja un pequeño fleco en su frente, combinando perfectamente con su nariz fina y sus labios carnosos.
Con el recuerdo de los besos nunca dados las sombras bailan en su rostro.
Milenia flota, el corte en el vestido deja ver que está descalza y sus piernas torneadas. Sus ojos, de un enigmático violeta, reflejan su mirada en la bola de cristal al centro de la mesa; pasado, presente y futuro se abren ante ella.
Su elegante indiferencia a lo que en la bola observa, da aún más belleza al misterio del tiempo.