LA NUEVA SIMONÍA. Invitación a la decencia. Feliz 2015, por Sonia Diaz Corrales

 
 
 
 
 
 LA NUEVA SIMONÍA. Invitación a la decencia. Feliz 2015
 
 La nueva Simonía ya no se interesa en comprar aquel Don inefable que traía salud a los enfermos, resurrección a los muertos y echaba fuera los demonios, sino que paga con su dinero por mantener el poder político, que gobierna la manera de administrar la salud, practica la aparente resurrección con nuevos métodos para adormecer la mente de modo parecemos vivos aunque estemos muertos, y convierte a los demonios en seres casi angelicales comparados con los que aprovechando la confianza que se les ha dado para gobernar, se atribuyen aforamientos, dineros que no son suyos, tarjetas que pagan viajes y caprichos, y puertas giratorias para asegurarse el don de un futuro de jugosas ganancias.


Simón el Mago, es un personaje que aparece en el libro de los Hechos de los apóstoles; capítulo 8, versos del 9 al 24, su actuación da nombre posterior a un pecado que floreció en los principios de la iglesia católica, Papas, reyes, príncipes y prelados de todas las categorías obtuvieron sus dones, terrenales y espirituales a cambio de un pago: dinero, tierras, propiedades y múltiples beneficios que marcaron esta etapa de la iglesia que fue oscura y deshonrosa por muy disímiles razones.
Al deseo expresado por Simón el Mago, de comprar el don del Espíritu Santo, que los apóstoles daban a los cristianos primitivos a través de la imposición de manos, Simón Pedro, el apóstol, respondió: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el Don de Dios se obtiene con dinero. La Simonía creó precedente negativo entre los cristianos primeros, aunque desobedecía los mandatos del propio Cristo que era clarísimo: De gracia recibisteis, dad de gracia. (Evangelio según San Mateo 10, 8). La reforma protestante y muchos concilios pusieron de alguna manera fin a la Simonía como forma establecida dentro de la iglesia para conseguir aquellos dones deseados, en la carne y en el espíritu. Pero la práctica de pagar por aquello que incluso se nos debía dar gratuitamente, ha calado profundo en las sociedades modernas, especialmente entre gente influyente, poderosos y políticos.
Simón el Mago habría tenido un futuro brillante en la actualidad, habría comprado la buena voluntad de los poderosos, habría comprado sobre todo, la buena voluntad de los que manipulan los negocios, el dinero público, los medios de información y los nombramientos de cargos con autoridad suficiente para otorgar ‘dones y perdones’ (adjudicaciones e indultos). Habría sin dudas, pertenecido a algún partido político con propensión a gobernar, y habría llegado a ministro, quizás de justicia, que es donde últimamente se ven actos de magia, cambios de vestido y manipulación de la interpretación de las leyes que ponen en entredicho la realidad. Quizás sería presidente de alguna comunidad autónoma, o de algún país quebrado por la sinvergüencería y la corrupción, por la opresión y la censura a la opinión personal y pública. Simón estaría comprando y vendiendo países, almas, y especularía con ese gran abismo existente entre los que tienen dinero para pagar y los que no, los que se pueden permitir incumplir las leyes y los que irremisiblemente tienen que cumplirlas a raja tabla o pagar sus pecados en la cárcel, con multas cuantiosas y pérdidas que podrían significar el trabajo de toda una vida.
La nueva Simonía ya no se interesa en comprar aquel Don inefable que traía salud a los enfermos, resurrección a los muertos y echaba fuera los demonios, sino que paga con su dinero por mantener el poder político, que gobierna la manera de administrar la salud, practica la aparente resurrección con nuevos métodos para adormecer la mente de modo parecemos vivos aunque estemos muertos, y convierte a los demonios en seres casi angelicales comparados con los que aprovechando la confianza que se les ha dado para gobernar, se atribuyen aforamientos, dineros que no son suyos, tarjetas que pagan viajes y caprichos, y puertas giratorias para asegurarse el don de un futuro de jugosas ganancias.
Los que ocupan ahora el lugar de Simón Pedro, miran a otro lado. No quieren saber nada de las negativas de aquel que fue piedra angular de la iglesia y del cristianismo primitivo. Son dueños de un estado que se meten en todos los fregados (mal fregados) posibles, y andan ocupados en hacerle la competencia a Simón el Mago, vendiendo y comprando.
Esta noche acabará un año repleto de compra-ventas, el espíritu del hombre ha sido rebajado, prostituido y engañado y finalmente aniquilado, por injusticias, desahucios, hambre, epidemias, mentiras, consumo, tratos engañosos, gobiernos tiránicos, avances electoralistas y malas conciencias.
Pero Simonías aparte, muchos hemos luchado, o simplemente nos negamos a participar, a tomar partido por los poderes que lo compran (o lo pervierten) todo, y mañana, cuando empiece el nuevo año pensamos seguir haciendo lo mismo.
Deseo que 2015 nos reivindique como seres espirituales, como seres que a pesar de todo queremos convertirnos en sanadores y perdonadores, en buscadores, apoyadores y hacedores del bien, en mejores seres humanos.
Feliz año nuevo a todos, queridos amigos.
Un gran cariño para el año próximo, y esas esperanzas que a veces parecen inalcanzables.
Un abrazo.

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