José Kozer -LECTURA

 
 EXCELENTE ENTREVISTA en OTRO LUNES
 

"Soy un mestizo, no de piel sino de lenguaje y nacionalidad."

Palabras de elogio,
entrevista exclusiva
y poemas inéditos del poeta cubano José Kozer

Por Rafael Vilches Proenza

¿Qué eliminarías dentro del escenario literario si fueras quien dictaras los destinos de la literatura cubana?
Dios me libre ser quien dicta nada, si a veces como miembro de un jurado me he visto obligado a dictaminar, de ahí no paso. Dictar nada a nadie es en lo que creo; cada cual encuentre su camino a su manera, y se atenga a las consecuencias desde una seria responsabilidad. Ahora bien, si algo habría que eliminar es la barata sensiblería, la picuencia que hace de la poesía y los poemas quilate bajo, del más barato, repetición inane de una retórica trillada, hija del desgaste y a la postre, en general, de la falta de talento del aspirante a poeta. Ah, la sublimidad, ah la emoción patriotera o falsamente amorosa, no a todo eso.


Poemas inéditos de J.K.


PAN DE VIDA
En la habitación contigua no está mi hermana,
no está tocando una
sonata de Schubert.
De las canciones de Petrarca no tiene, pese a
los conceptos del amor
en que cree, la menor
idea.
¿Petrarca? Vaya, que ni el nombre. Unas
sílabas muertas. Un sonido
irreal, claves golpeando
vacío, reconocería el
nombre (horrible) de
Petra, y por arca vería
ajuares, bisutería, la
muy tolete de mi
hermana no tiene
ideas cultas.
En su lugar, sabe sentarse frente a la alta ventana
que da al traspatio
de las lechuzas y
los bonsái: dos tres
horas después de
almorzar la inunda
la luz del otoño, núbil
madona llamada a
ser bendecida entre
todas las mujeres (ya
no es una chiquilla):
el costurero abierto,
estambres multicolor,
agujas esmeriladas
(las desinfecta) se
apresta: hilo al ojo,
la prenda de vestir,
su único lujo, exige
(hay que estar a la
moda) unas alforzas:
mi hermana sabe,
incluso conoce un
sinónimo (lorza) de
alforza, y ahí no para
la cosa (se vayan
Schubert y Petrarca
con su música a otra
parte) Sylvia teje, la ciñen
aquilones mientras se
saca de la manga una
nueva bufanda verde
claro, y de mundos
inorgánicos, glauca,
y consternada hasta
el día de hoy por la
proliferación del
cardenillo y del óxido,
cuece en un horno a
todas luces todavía
bíblico, Lía y Raquel,
Rebeca y Esther ríen
en la habitación
contigua, saca de
una sola paletada,
y de la única sencillez
de Dios, la cuadratura
del círculo en el pan
moreno que coloca en
el centro de una mesa
de arce a la que vienen
a sentarse para la
segunda colación
del día, sacerdotes
sumerios y allegados
eslavos (pasados por
ignotas islas) cónyuges
y deudos (hoy son lo
mismo) momento cuando
habrá de dar otra vuelta
la noria de las sucesiones.

*****

TRÁNSITO
La camiseta gris claro a rayas gris oscuro se fue
ajando, tiene un costurón,
yo tengo un cucarachón
en la cabeza, y tengo la
huella de una trepanación
de cráneo, trepanaron y
no vi a Aldebarán: ni el
viejo farol de hierro
colado de la esquina,
en mí sigue vivo el deseo
de aprender a vaciarme,
encontrar la senda, el
punto de intersección
entre la floresta al fondo,
el puente que une el
pueblo y la urbanización
donde resido: y los tres
canteros de la casa
aledaña, muérdago en
la puerta una vez al año,
y es la una en punto pues
mi madre me conmina a
que suba a almorzar.
Ajada la memoria, distanciado el sentimiento,
disminuida la razón de
ser: la idea del Apocalipsis
me parece infantil, la
resurrección poco
menos que un cuento
chino, y Dios más que
una verdad a medias
un tira y afloja para
un lado mientras del
otro lado tiran, aflojan:
entorno la mirada y no
lo veo coronado, ni
siquiera un rubí artificial
en la frente, amplia o
estrecha no sabría decir:
qué decir cuando ni
siquiera me espeluzna
la Muerte. La rabia es
una superficie lisa, y
la melancolía un ave
tardía que pasa (ya
transcurrió): rauda
(a ras) de una poza.
Escucho composiciones cual plegarias de Machaut
Hildegard de Bingen iconos
rusos me cruzan la cabeza
y se desvanecen, pedrería
al suelo, rueda: es tarde,
umbría portezuela al jardín
de la Nada, perfecta su
simetría, su umbral
retenido donde me he
puesto un poco nervioso
a ajustarme la camiseta
con su costurón del lado
izquierdo: la punta es de
hierro, está todo coagulado,
salí de una matriz (¿de
pie?) vadeo un charco,
hunden la pértiga en el
fango, no está encallado:
tampoco se mueve, y el
pez que dio un salto en
arco desaparece en el
pico del aura: el aullido
es extremo, el chirrido
ocurre esta vez, una
vez: toca fondo, el golpe
sería seco, y yo salto
de cumbre en cumbre,
sólo el pie derecho se
moja, donde se moja
florece en toda su
majestad (¿será
apostasía?) muguete.

*****

PUNTO DE LLEGADA
Soy, y el verbo huelga, cabotaje.
Peso específico redundante.
¿Y es Cuba la visible; costa serrada, agua dulce
manchada y remachada
con una clava de
subterfugios que a
nadie convencen,
extirpan hasta la
última gota salinas,
zafras, fumas, queda
visible la cola separada
de la lagartija culebreando
en el limo?
Gubia en alto asesto un golpe, saco del aire una
fruta temprana de madera,
se hará en una semana
carnosa, crasa presencia
en un frutero desportillado,
y al aprestarme a pelarla
surgirá Cuba mellada: y
yo, ya huelga el sujeto
personal, volveré a notar
que tengo la dentadura
suelta de tanto morder
orín, serrín, de un diente
de perro proscrito, yo
(¿yo?) soberano.
No soy, abundo todavía.
Ingente chorlito dedicado a picotear el tronco de un
pino centenario, anidar,
hundirme en el meollo de
la madera, denominarme
carpintero, me anima el
tableteo de mi pico que
horada a la continuidad:
ahora soy el padre
disecado, irradio
lecciones de prudencia,
la Isla y mis crías me
acogen, emito paradigmas,
y me vuelvo si se quiere
un tanto dogmático, ¿y?,
¿y qué? No me alejo de la
costa, voy y vengo, redundo,
y del rebumbio cubano me
asomo a un balcón festivo
a mirar, dejar, nota última
combina el triángulo y el
tres de un guaguancó.

*****

SCHERZO
Un buen sitio para morir, Holguín.
Despertando vencejos ahí inexistentes en los
aleros a la madrugada,
oiría de paso caer las
horas, hojas de un arce
en Holguín inexistentes,
ver quebrarse unas tejas.
Día de clausura, Holguín para mi nueva
condición: con la sábana
inconsútil amarrada a los
tobillos (la Muerte provista
de ajorcas) la sábana tras
rozar las clavículas
relumbra de lejía a la
altura del cuello: la que
está bah maniatada en
Holguín es enhorabuena
la Muerte.
La
H
vedla
más
muda
que
de
costumbre:
(la Muerte chacona a su Macabra Danza,
clavicémbalos la miman,
y un torniquete, embudo,
cabo de la guardia de
un vil garrote): o la o
en exceso ensimismada,
y la l la horca que me
carga hasta Holguín:
y güín, el güín de Holguín,
árbol y palo seco y
lo magro del esqueleto
en que devino mi
país.
Un buen sitio para morir, quiero decir de risa, Holguín.
Es
un
decir
lo
del
muerto
los
fósforos
al
hoyo,
y
el
vivo
(no
se
pase
nadie
de
listo
en
mi
país)
al
bollo.

*****

FÁBULA ULTERIOR
Sobre la Carreta de Heno, la
hoz hundida entre la paja al fondo, y
el fuego pendiente: no
obnubilo, no espabilo demasiado (las fuerzas
se mitigaron) tampoco
voy a presentar a mal tiempo buena cara ni
así como así la forma
aún incompleta del
cuello a la
Hoz. Es discreta mi situación, sólo que no a
discreción mía. La Carreta
está atestada, el calor
resulta suficiente, el agua
equilibra al fuego. Nadie
mueve un dedo. Un día
es un día, y hay que
empezar por el espejo:
el cuerpo al volverse
más pesado se precipita,
alto ahí, soga, la
mano
en alto, y los dedos a su disposición. La tarea
consiste en extraer la
paja del heno, lleva su
tiempo, y mientras la
carcoma (a los varales)
la termita (a las maderas)
la recta y el óvalo
compaginan, al suelo:
la carroña (a la carne)
de lo mollar a lo
óseo. Computado
de un modo cronométrico parece que el reloj no
da abasto; medido a
pedazos, todo se hace
pasto, granos de arena,
ápice de Dios.
En un momento, monigote.
Y de la Carreta de Heno, sólo el fondo que
reluce, sin trasfondo: filo del fulgor. Y da todavía
tiempo de limpiarse las
manos del polvillo (el de
estrellas, el de mariposas,
y el de aquellos insectos
que se estrellan en el
cristal de la ventana
astral): presentarme

de
limpio
a
la

lindura/blandura/vaguedad

de
Dios (montado sobre Bala de Heno) y de
la mano Su mano me
sirva bala
borrego bala forraje negro.

*****

HOMENAJE A ELVIRA HERNÁNDEZ
(por su Cuaderno de deportes)
La mitad de la verdad es más que suficiente.
Arreglarme la dentadura a estas alturas ya
no tiene sentido me lo
ahorro tampoco sabría
decir para qué.
Y ahora que veo que el alma o la vida eterna
existen o no fifty
fifty cara o cruz me
desentiendo.
Llamo entonces a Elvira Hernández a que me
saque de este apuro sé que
anduvo deambulando del
otro lado tendrá noticias de
primera mano favor las
desembuche esta Elvira
sabe cosas de sotierra al
menos a medias me
refiera del alma color
composición química
y de la parte inorgánica
su Destino.
Tres hurras por Elvira chiquitita cierra los ojos en
cadena sale a respirar el
alma individual (cosa)
dejémosla largarse a su
morada verde con firuletes
gualda contiene amoniaco
potasa y un cierto sublimado
ajeno a todo (Alma, no te
precipites).
Y queda claro de la otra mitad de la verdad que
fifty fifty a Elvira y a mí
nos planten (nos deje
Dios plantados, quizás)
ella ulmo corpulento yo
todo un arriate de embeleso
sirvan de adorno sus floridos
gajos a la altura del pecho
de nuestras gimnastas
(núbiles).

*****

DIASPORA
Ya ves, no había muerto. Me prepara los
buñuelos fritos rellenos de
pasta casera de ciruela
pasa, ella misma la curte,
la seca, luego la pone a
hervir: el zumo se lo da
a las gallinas, lo mezcla
con agua de lluvia, sólo
verla con el pañuelo
amarillo oscuro de
cabeza y la túnica
negra que le llega a
los tobillos le arregla
a uno el cuerpo, este
cuerpo proclive a gripes,
tercianas, toses oscuras,
no se sabe de dónde
provienen: verla y el
día se arregla, se
suscita la mirada a
los Cárpatos.
Emigrar no fue nada, Dios está en todas partes: calza
las mismas chancletas
de cuero artificial, trajo
sus sábanas de novia,
las fundas, las dos
almohadas (IK) (EK)
rellenas de maloja,
cinco hijos (seis años
de casados) Dios
manda. Allá el frío se
las vea con los campos,
a ella no la altera como
acá no la altera el calor:
Dios en efecto, manda.
Saca la bandeja de plata que trajo, el rabino del pueblo
la bendijo en nombre
del rabino Akiba que
es de todos: origen y
continuación de toda
bendición. El cerro de
buñuelos cuidado que
quema rellenos de
pasta de ciruela
desaparece en unos
minutos, trogloditas.
Regüeldos. El más
pequeño a la mesa
se echa un viento
para hacer reír,
cunde la risa, la
dispersión.
El
ciruelo
se
secó
allá:
el
tizón
arrasó
el
trigal:
ni
una
semilla
de
girasol
leguas
a
la
redonda.
Nuestros
Reyes
ciñen
el
saco
de
yute,
alzan
un
cetro
hueco
de
hojalata,
tras
la
convocatoria
y
las
instrucciones
(mandamientos,
reglamentos,
y
la
convicción
de
los
preceptos)
se
promulga
la
orden
de
zarpar.

Commentaires

Articles les plus consultés