Decálogo para una exigencia (una Voluntad de Memoria para Tania Bruguera) Por Adrián Morales
Libertad de expresión, es decir,
lo que la gente no quiere oír
George Orwell
Cualquiera con un poco de Memoria puede contar lo que pasó en la
Plaza de la RoboIlusión. Los milagros como rarísima excepción también
son posibles. Confiemos…lo que la gente no quiere oír
George Orwell
En el (re)juego o la indagación podría ser interesante obtener algunas pistas empezando por recordar: ¿Qué se hizo?, ¿qué fue lo que pasó y dónde está el arrestado que gritó “abajo la dictadura” y “libertad” en aquella mítica e histórica misa del Papa en la Plaza, hace ya varios años? Pues, siempre que no fuese un Troll de la (In)Seguridad del Estado mismo preparado como operación de bandera falsa, pareció un valiente hombre de mediana edad, que fue sacado, depurado, barrido de la zona de control, por la fuerza y a golpes, sin la más mínima contemplación: ¿Qué fue de él? Recuerdo imágenes de un “supuesto” camillero de la Cruz Roja (que debería estar para aliviar accidentes e imprevistos) pegándole con la misma camilla que llevaba en sus manos, declarando(se) a la vista de todos como miembro de los paramilitares de las Brigadas de Respuesta Rápida, omnipresentes y omniscientes en todo este tipo de eventos y en general a todas las escalas del panóptico de la sociedad cubana.
Bien decía Orwell: “La guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, y la ignorancia es la fuerza”.
Me preocupa un simbolismo muy a propósito: ¿Libertad de Expresión?
El grafitero cubano Sexto preso (por lo de los dos puercos con los nombres de “los respectivos”) y Tania Bruguera a la Plaza, como mínimo a regañadientes, ¿sin el apoyo del Ministerio de Cultura? que ya sería el colmo. El mismo dilema de Pablo y Silvio cantando en la Tribuna Antiimperialista y por los barrios de La Vana mientras reprimían a “Porno para Ricardo” con total impunidad. En internet se encuentra una carta magnífica de Zoe Valdés en la línea, dirigida por entonces a “Pablo y su Cohorte” pidiendo libertad para Gorki, que no tiene desperdicio.
Del lobo un pelo, pero aún así, me surge un decálogo mínimo de cuestionamientos sin respuesta, lógicos de una situación política y antropológicamente imposible.
A ver si me hago entender:
1- Tania intenta ser contestataria pero tolerada por las instituciones.
Así que habilidad y astucia de funambulista no exenta de cierta “hipocresía” si transita bajo la consigna: “moderación o muerte”(o defenestre, según sea la gravedad de los hechos) que pa’ un artista es lo mismo. Y precisamente que no estén establecidos esos “bordes” de aquello que se puede o no, es precisamente cuanto le conviene al poder para ejercer su amenaza capilar inconsciente, que en caso adversativo (artistas, intelectuales y opositores) le valen más desprestigiados que muertos: Entiéndase excluido, ninguneado, avergonzado, profesionalmente aniquilado, silenciado, sin credibilidad, apartado de la cultura y la sociedad… enterrado en vida. Eso por el momento les basta cuando alguien se sale del tiesto.
2- Del mismo modo, se aspira a ser críticos (#YoTambienExijo), pero paradójicamente pides permiso, y reverencias consentimiento. Permitiendo tutela vampírica y vigilancia del Ministerio de (in)Cultura al que perteneces, bajo el prisma del Ministerio del Interior, claro (no queda otra mientras se desee vivir allí).
No se puede criticar a un régimen, a un sistema, en la medida en que le perteneces, mendigándole permiso a las paternalistas instituciones, para lo que debería ser y es un derecho inalienable e innegociable como la libertad de expresión.
Todo es muy ingenuo.
3- Vas a permitir que la gente hable, pero, ¿dentro de la revolución todo, contra la revolución nada? ¿O de verdad lo que les venga en gana y entonces, cuando lo digan, los esbirros les saltarán encima, o a los pocos días, como aquel caso de Ángel Delgado a finales de los 80, defecándose en el oficialismo del “Objeto Esculturado” (la exposición que cerraba aquella década de las artes plásticas), que terminó tan desproporcionada como injustamente en la cárcel. El único de los creadores de todos nosotros que de verdad llevó el discurso al nivel que la situación merecía y a la altura de las circunstancias. En un sistema así, pensar es peligroso y hablar claro, mucho más. Así lo pagó. Luego de semejante abrasivo de dignidad reveladora, el resto de las “supuestas” contestaciones aledañas quedaron jubiladas, maltrechas y como pachanga de un retaguardismo trasnochado. Lo siguen siendo. Lo que pasa es que en general nos falta Memoria.
Como jamás se ha definido qué es ser o no revolucionario, en semejante dictamen metodológico para el comportamiento, la misma indefinición (donde puede caber todo) resulta su handicap, antítesis de la libertad misma que se (re)quiere; pues cualquier comportamiento que pase por incontrolado, arbitrario o tan solo no sea del agrado de los funcionarios, podría generar duras represalias.
4- ¿Coquetear con la disidencia? (Pero negándolo) sobre todo, se trata de un obrar bajo ningún credo “político”, pero contradictoriamente asumes de manera coqueta en entrevistas, hacer un arte político… manifestación que no es/sea política: ¿En qué quedamos? Así es posible cubrirse inteligentemente las espaldas; para el remate final lógico a posteriori, en los procesos consecuentes que vendrán de purgas y depuración de responsabilidades, dentro de los márgenes que precisamente tú has elegido estar.
5- Luego: Cuba sí, pero Yanquis también, ¿no?
Viajas y coges los dólares que puedes, aprovechando hábilmente la misma producción capitalista que criticas; pero que te permite vivir relativamente “bien”, cuando menos por encima de la media habitual de los cubanos, erguida sobre la atalaya del pensamiento poseso en el apego de: “preferible malo conocido que bueno por conocer”, sin dejar el país (lo que “amas”) y gloria al “Coma-Andante” que lo permite, haciéndote “rehén”. Algunos, por respeto a sí mismos primero que todo, y luego por integridad, no nos permitimos semejantes concesiones.
6- La propuesta de una obra como aparente ensayo semiótico (teoría del rumor, o seudo conversacional) utilizando los modos de representación del populismo otrora parafolklórico (que coquetea con la imagología de “la paloma en el hombro de aquel discurso de Fidel” presente en el inconsciente colectivo) pero, ¿bajo qué premisas?: No tan exótica, ni críptica para que el mercado pueda asimilarla, con la seguridad de estar siempre dentro de los cánones de un salvable “arte” histórico y la “performance”, que encubren y disimulan ¿otros fines? calenturientos, que se declina declarar de manera evidente. Asumiendo convenientemente, que el creador es solo un espejo de su realidad y lavémonos las manos, como si algún “afuera” metafísico, supranormal, imparcial o neutral por encima de toda realidad fuese posible.
7- No sabe(mo)s a donde te (nos) va a llevar esto (vengas o no vengas al Show, te arresten o lo disuelvan con un operativo seguroso), pero tu elección es seguir queriendo contar con los canales legitimados cómplices de la Tiranía y no desestimar ni desautorizar la (pésima) educación y los principios (comunistas) que te formaron ellos mismos y de los que te sientes herencia más o menos incómoda y rota. No en balde citas al peor Tatlin constructivista que en su “proyecto productivo” fue capaz de gritar: ¡Abajo el Arte y que viva la Técnica!, eso no era precisamente un “susurro”, encarnando esa viva imagen del enterrador asesino y necrofílico, que tanto le gusta a las sepultureras doctrinas zurdas. La historia le(s) ha quitado la razón. Y el vestigio de lo aurático suprasensible no se extingue, aún hablando del canibalismo, el crepúsculo y la muerte en real time, de San Juan de Patmos a William Blake, John Milton, Heidegger, Jean Ballard o Chuck Palaniuk. Dice una canción mía: El arte ha muerto, que viva el arte, cada vez hay menos que matar (…) Si este es el fin, no es último y si es la verdad jamás es toda. Pero en Cuba se sigue insistiendo obsesivamente en ello. Una infra-consciencia sinécdoque hecha pedazos, que procura entender de manera antropófaga y aislar la parte por el todo. Una forma de edulcorar la realidad, reinterpretando, reescribiendo, o más bien, adornando, reinventando, enajenando e higienizando (pasado y presente en/de) la historia. Brincándose a la torera: Bajo las ordenes de quién, y a expensas de qué proceso y desmanes ponen/puso al servicio su creación boxeadora (de burgués) radical.
8- ¿En verdad se invita a un espacio, donde se podrá hablar de “Todo”? Siempre y cuando seamos “respetuosos”, razonables, políticamente correctos con el proceso y los principios de la RoboIlusión.
¿En verdad, podrán hablar lo que piensan en realidad, los hijos de los torturados, los presos y los desaparecidos? O tal vez nada más se les permitirá agradecer su “reeducación” y/o integración revolucionaria…
La mordaza la tiene ya cada cubano metida en el cuerpo de manera inconsciente, como una ley sujeta al miedo histórico y la ingeniería social sin escrúpulos de miles de asesinatos, persecuciones y linchamientos impunes del principio de la revolución, con juicios sumarísimos, delaciones abyectas y la mecánica de descomposición social más flagrante de la que resultó la supervivencia, la(s) ruina(s), el control y la psicosis paranoide que vive el ciudadano medio de hoy, dentro (y fuera) de Cuba (porque como bien se dice: El brazo —entiéndase— tentáculo de la RoboIlusión es largo).
Tania argumenta que el Gobierno de Cuba le ha “invitado” a no acudir a la Bienal de La Habana, de la que ella da todos los datos de agenda de manera muy ordenada en la entrevista de su liberación. ¿Acaba de salir de la cárcel y recuerda toda la agenda? ¿Aún necesitamos recordar que la entrada a Cuba depende estrictamente de la decisión del Gobierno y que una invitación es igual a un eufemismo colaboracionista?
9- Negando las razones políticas del acto y la crítica a la descomposición de la crisis actual, se ahorra admitir las razones políticas que esgrime el exilio (sin necesidad de negarlo). Y así se niega de paso, incluso la condición misma de(l) “exilio” como noción.
Nadie del exilio con un mínimo de sentido común y dignidad emigrará para hablar allí, incluso con deseo de participar con su testimonio, sin un sistema que garantice su integridad personal sin condiciones. Siempre se habla de deponer las armas, pero sólo cuando se trata del contrario.
10-En definitiva es un acto: Un poco experimental pero no demasiado sucio. Un poco conceptual, pero no demasiado denso. Un poco intelectual pero sin dejar de ser popular. Un poco avantgarde pero no muy postmoderno. Un poco exótico pero tampoco demasiado nacional. Un poco indiferente, pero sin enajenar. Un poco comprometido pero no del todo político. Militante pero sin claridad en el mensaje. Tribuna pero la responsabilidad del enunciado será de cada cual y sálvese quien pueda.
Una mediatización demasiado mesurada, demasiado pensada, demasiado ambiciosa, demasiado estratégica para que termine de funcionar del todo. Lo que para el postmarxista Theodor Adorno sería una “dialéctica negativa”. Pues parece que aún así, y salvando la paradoja, terminará funcionando querámoslo o no, más como: campaña mediática, en/desde el valor de su ruina o la mera vindicación del fracaso, que a diferencia como: realidad a obra realizada, en función, verificable y operativa.
Hablo de su importancia como fiasco, desengaño, chasco, una “estrategia de la decepción”, quizás concebida a priori y especialmente para fracasar, lloviendo sobre mojado, al denunciar el denunciadísimo quebranto de las instituciones y el naufragio más absoluto, en la perdida de un idealismo subjetivista que cada generación, por joven, atesora como baluarte de su ingenuidad, y que persiste sólo hasta que en algún momento y por cualquier hecho al azar, te enseñan y conoces de primera mano el instrumental represivo —hablando mal y pronto—, el peso del hacha por su filo.
Todo esto muy a pesar de descubrirnos el agua caliente, y el aceite frito, parece un proyecto “inteligentemente” articulado para ser malogrado a propósito, para levantarse luego como estandarte de “una derrota revertida”, tras el largo proceso de “simulación obscena” (Baudrillard). El Luminoso “Hundimiento Glorioso”… nadería flotando sobre el crepúsculo de ¿los Dioses? (pero todo ello sería para mi demasiado retorcido, demasiado intelectual, demasiado complejo, y/o aunque no descartable, y hasta cierto punto muy posible, incluso admirable, igualmente sería improbable) sin demeritar el “mater capacitas” de Tania Bruguera como generadora de la creíble (o no) “ficción” en actos. La performance puede ser la misma detención calculada y prevista, una buena estrategia que no encuentro en los presupuestos conceptuales y la previsión conductual de la primera que realizase dentro de los límites y el coqueteo de la Institución Arte y lo tolerable para la Policía Político cultural, como antecedente que inhabilita esta. De cualquier modo, vamos aportando(le) ideas. Generosidad de un dar que nos da. “La única ventaja de un corazón honesto es la credulidad”.
Nadie es ajeno a que “el cambio sin cambio” (Armando Añel) suscita preguntas, por el momento sin respuestas, ni intención siquiera. Ni por parte del “actante”, ni mucho menos por el (des)Gobierno de La Vana.
¿Qué necesidad y por qué tenemos que seguir coqueteando con la gran simulación general de que en realidad estamos preguntando algo, siquiera que merece la pena ser indagado? Cuando en realidad las auténticas y profundas preguntas verdaderamente transformadoras seguirán sin hacerse, permanentemente no solo silenciadas, sino ninguneadas, mal interpretadas y hasta tergiversadas, sin la más mínima posibilidad de alteridad y contraste en los discursos. Una interpretación sin matizaciones ni relativizaciones que nos lleva al mismo callejón sin salida, sin entendimiento posible, encerrados en una perspectiva unilateral. Pues: “Solo es verdad lo que se cree quien escucha y quien cuenta”.
Para que haya diálogo, debe primero haber comunión, argumento, y tema; pero no se puede acceder a un argumento si no se tiene la libertad y/o la ausencia de miedo para pensarlo, enfrentarlo, atravesarlo y transmutarlo. Comunicar es un acto de “fe”, un contar, confiar, desear o querer comprender y ser comprendido por una cabeza que no es, no será jamás la nuestra, es decir, cuando uno habla de uno se trata de conocimiento, sustancia, aquello que está y es en sí, en uno, el Uno, en cambio cuando habla del otro y lo demás, es solo “fe”, una convención externoceptiva, generoso y condescendiente acuerdo colectivo, común a una tradición o una generalidad. Fuera de esa “fe”, fuera de esa comunión o deseo de analogía incluso en la diferencia, Nada.
¿Cómo vamos a hablar de diálogo si el Ser mismo, el “Yo” general del cubano medio, no da y además no quiere, no escucha, no soporta —por tradición ortodoxa— abrirse a la receptividad del “Otro” por sí mismo? Y sobre todo, lo que es más importante y grave por ausencia: Una práctica de la humildad compasiva. Legitimación asertiva, resolutiva y generosa de la diferencia, en perfecta unidad sin conflicto (estado de Samadhi), que sería el grado cero en esta tan previsible y pésima costumbre de “La revancha de los Pueblos Espejos”.
De lo contrario ¡ya está!, todo listo. Más de lo mismo. Aunque nunca dejemos de simular ser distintos. “Lo mismo sobre lo único”.
Aún así es importante que se muevan las cosas, que existan y se promulguen iniciativas discordantes, incluso desafinaciones y discordancias que no teman equivocarse. Pues sólo así se aprende la armónica de realizar mejores preguntas (sintonías). Un proceso de depuración camino de la lucidez y la inteligencia colectiva, en la necesaria y urgente configuración de nuestro “Egregor” definitivo, como sociedad y cultura; a sabiendas de que del error se sale, lo que no tiene sentido es el inmovilismo.
Los artistas cubanos dentro de la Isla, han desarrollado la habilidad del “Rapto de la Cultura”, una especie de Narcosis, cual mitomanía falaz, aprovechada y casi oportun(ist)a, donde se auto-convencen justificadoramente de que andan haciendo algo trascendente e importante para el destino del arte mundial y del país (tanto se emborrachan con la supuesta singularidad insular, que en verdad no le interesa a nadie, como se engolan con la pertenencia a una supuesta “raza” de elegidos mesiánicos y sacrificados por no sé qué jodido bien ontológico común que idealizan, es decir, entre “curdas” o “afectados”. Bien decía Lezama Lima: Nada peor que el complejo de indio, pero nada tan deprimente como olvidar tu condición); cuando en realidad se trata de una normalización del miedo, vuelto costumbre y zona de confort, a la que se habitúan como pez que no es consciente del agua en la que vive, actúa, piensa y siente. Una ineficiencia interesada, basada por igual en la expectativa del mercado, que adora, pero del que así mismo intenta prescindir, ¿salvado? en lo que cree “híper-integridad” ridícula, de un constante rechazo apriorístico y general al tema político, a lo diaspórico o desidentitario; “Miedo a la Libertad” (E. Fromm) a sabiendas del campo minado en el que vive y pulula de constante temiendo padecer, porque ya padece de cuanto teme. También embriaguez para la entelequia zurda internacional que contempla con fascinación como si fuese la epopeya mítica que ellos mismos no encarnaron, perdieron o no alcanzaron ser/hacer.
Para colmo herencia de una didáctica obstinada cuya cortesana y disfuncional política oficiosa resulta incapaz de reflexionar sobre un pasado al que ni se refiere (con verdadera Memoria y Responsabilidad). A la que ni quiere arrimarse como Vil Poison. Y como condición: Cuando no queda otro remedio porque las circunstancias y su consciencia —si la tiene— lo empujan a hacerlo, lo trata con el terror experto de un artillero zapador, como quien desactiva una terrible bomba de relojería, de lo contrario, ni mentar la Caja de Pandora. Una actitud que el ensayista y poeta Oswaldo Sánchez, en el catálogo de “Cuba. La Isla posible”, definiese como La “Generación Jineta”. Auto complacencia a raudales, fácil de manipular, porque queriendo quedar bien con todos, del allá, el aquí e incluso el Mercado, tampoco queda bien con nadie, ¿acaso consigo mism@?
Es decir: Todo es política, pero resulta una situación tan insoportable como recia, chirriante e insostenible (ostentada además con la arrogancia relativa de quien debe para sobrevivir estar siempre a la defensiva, psicotizad@ y en alerta) a diferencia y según el nivel educacional, el obligado “choteito”, la cumbancha o el permanente sarcasmo caustico “Troll”, un sentido del humor exasperante e hiriente, que raya en el cinismo, la falta más absoluta de sensibilidad para con el otro: egoísmo, mezquindad patética. Merecedor de un estómago y una paciencia infinita a toda prueba, clamando mente suficiente, abundante, compasiva y llena de positividad para que se le soporte… o por el contrario nos dejamos anonadar y vencer por la estupidez aconsejable de creer que: “todo lo que sucede conviene” —cabeza de ratón antes que cola de León— insistía en 1996 Angel Toirac para el boletín “Arteleku Nº 32″; si solo se trata de escoger entre lo soso y lo atroz. Cabeza de ratón será quien lo desee, sobre todo quien no sepa o no pueda otra cosa. Pues quien nace León, León se queda, aunque sea en un Zoológico. Allí, en medio de su cárcel de cárceles y el inmundo olor a orín que delata la degeneración más absoluta, aún así, podrás contemplar con una perversa cercanía que en la naturaleza te estaría vetada, su grandeza, y sabrás que estás contemplando a un Rey, ¿defenestrado, encadenado, incluso muerto? pero un Rey, jamás vencido, ni sometido… Nunca veras un León como a un curiel, un burro o una rata, en una estúpida noria, dando vueltas hacia ningún sitio. Del mismo modo quien nace rata, rata se queda, aunque el barco se esté hundiendo, tirándose por la borda a última hora y ahogándose con él; antes de concebir siquiera la placentera pero igualmente dolorosa lucidez de crecer y abandonarlo a tiempo, sea con ese tipo de “zoo-tropismo” del tres al cuarto que ni como ejemplo cuela.
Producir en tales circunstancias exige tener pelos en la lengua y una visera suficientemente acostumbrada, a prueba de bombas, tan contradictori@ o natural como lo pueda ser “la cama” para ciertas prácticas de venéreo servicio(s), donde (“como pez en el agua”, o “agua para chocolate”) él/ella protagoniza un drama entre el estatus y el deseo, el interés económico y el placer, cómo no perder la integridad y atravesar la desmoralización al mismo tiempo, y esto es quizás lo más duro en su acepción más benévola, cuando se obra de buena fe —si es, cuando fuese—.
Hábil artimaña sobreponerse al miedo, pero de igual modo calibrando muy suspicazmente los valores y las prioridades de concepto y actitud (sin ninguna libertad de expresión) en la astucia de no perder la consecuencia y la red. Cuando en verdad y aparentemente dispone (de obra y presencia) rendirse a unas verdaderas consecuencias impredecibles, donde la cuestión o más bien “el riesgo” es, ¿cómo intentar no caer en desgracia?, hilando fino el equilibrio sobre la navaja… sin renunciar a perder la oportunidad de estar en el candelero y jugar no sólo con la cadena, sino también con el mono, pero sin tragarse el deseo (in)consciente de gritar como amerita en esa tan peligrosa pendiente resbaladiza de la maldad (P. Zimbardo), si hablamos de una creadora con un mínimo de consciencia, anhelo de libertad de expresión y sentido común. Una proposición sobre todo que clama decencia (fuera de los bordes determinados del control de la policía política), cuyo acontecer guarda el acierto de lo impredecible; abandonando los criterios binarios de identidad que ha protagonizado durante décadas la sociedad e (in)cultura cubana.
No hay, no existe puente histórico, sin recuperar el auténtico diálogo sobre la memoria, y el contexto: Del grupo “Orígenes” a “Paideia”, del “Manifiesto Negro” a “Lunes de Revolución”, del “Escambray” a “Bahía de Cochinos”, “ProArte Libre”, “Criterio Alternativo”, del “Proyecto Varela” a “G y 23″, UNPACU, o “Estado de SADS”, recuerdo conmovido la huelga de Hambre que a finales de los años 80 el Duo Guitarrístico de los “Mister Acorde” plantaron en la misma Plaza, con Casa de Campaña incluida, y que finalmente les costó años de cárcel, incluso la muerte por ¿negligencia médica? deliberada e intencional a uno de ellos, luego de recibir un tiro en su detención que fue desatendido indebidamente. Nadie ha pedido perdón, ni ha sido procesado por eso. Se llama ¿Justicia? Revolucionaria.
Digan lo que digan, se trata de artistas, creadores, y actos que no solo debemos tener presentes, sino incluso no borrar de nuestra memoria nunca. Esos son nuestros muertos, víctimas activas y pasivas de semejante conflagración, que de constante ninguneamos en cada determinación donde nos permitimos ignorar nuestro pasado. Sin hablar del interminable inventario de linchamientos colectivos y de barrio que tienen lugar en La Vana desde siempre, además del asesinato de los “Hermanos al Rescate”, el “Remolcador 13 de marzo” y la sucesión de fusilamientos, encarcelaciones y desapariciones que ni nos enteramos tienen lugar sistemáticamente y de la que la conciencia social, la opinión pública y la gente en general, aún no tiene ni idea, pues no solo se ningunean las historias, sino se sepultan en un mar de contra(des)información y campañas de estrategias difamatorias.
El teatro del arte cubano dentro de Cuba resulta así casi siempre (salvo puntuales y honrosas excepciones) “vernáculo” o “bonzo”. Y los límites entre lo uno y lo otro, no son claros ni definibles, sino una constante rigidez sin flujo, ya que las estrategias del poder generan una simultaneidad de respuestas, como el juego del gato y el ratón. La reacción de unos prepara el subterfugio, la reactividad y/o la reciprocidad de los otros. No le(s) deseo ninguna de las dos acepciones. Por un lado, un montaje, una fantasía, a veces una creencia, una superstición (mitológica), como falsa ilusión (constructo resultado de una pésima educación en valores) de independencia y libertad, entiéndase: esclavos dóciles y obedientes, “relativamente contentos” de que el aburrido amo de la hacienda que los ignora y le importan un bledo, haga el paripé, permitiéndoles cantar y bailar un poquito los domingos en el apestoso barracón; y por otro, cuando no empalados y a merced del fuego y los latigazos bajo el soberano Sol del patio, haciéndoles creer que ¿nunca habrá un cielo tan azul como su cielo? vayan a donde vayan, a disyuntiva binaria de cerebro lavado o cabeza cortada de pura “indefensión aprendida”.
La Nación (se) excluye y obliga al exilio, pero a su vez —piensan— (en sus cortitas incursiones afuera) que el exilio es sufrido y desterritorializador de la eufemística “repureza” decimonónica, mojigata y cateta de la supuesta “cubanía” que cree(n) ostentar —pues según ellos parece que la gente (se) pierde dispersa cuando se larga.
Así que con un pie en el avión y otro en la Plaza (que bien podría ser entre “Villa Marista” y el “¿Olvido?”, o la disyuntiva, dentro de la mierda y/o a veces sacando la nariz fuera) consecuente de las nuevas políticas migratorio-consulares donde jamás estuvo permitida la palabra “exilio”, y lo que es más importante, donde mejor se soporta el sobrevivir o sobremorir en el arte. Como una neocasta (intelectual-artístico-cultural) que bien cuida sus posaderas y privilegios (con la inconsistencia que se tercie y lo que haya que hacer), con tal de seguir disfrutando de los beneficios de los pases que dan al exterior del bien camuflado penal (sólo para el ciego que no quiere ver), donde conseguir dólares, con los que en Cuba inside se vive “muy bien”, sin tener que trabajar para mantenerse, chupando de la teta del estado socialista, sin fisco, ni impuestos, ni retribuciones, ni alquileres, ni control alguno que no sea “El Político” (que en eso es todo el posible y más) en mayúsculas y así de caro cobra… y que a fuerza de costumbre ya no parece tanto, minimizado entre la monserga y la hipnopedia, que yo llamo “consciencia del amo en el esclavo”. Tampoco ni deberes del contribuyente, ni responsabilidad ciudadana cívica, ni demanda lógica de las normales presiones de supervivencia que habitualmente se viven en cualquier país, que los cubanos ni conocen, acostumbrados a vivir de la caridad, las remesas, del aire, la ingenuidad de la Bohemia del “Te y la Fantasía”, que muchos artistas eufemísticamente denominan: ¿Aristocrática? escasez, una ¿dignidad? a mantener con acomplejado orgullo a prueba de jineterismo cultural, colmado de relaciones interesadas, depredadoras y sin ética, por cuanto sobrevalorado empresario o manager potencial llegue del extranjero con alguna propuesta o billete, que se rifan como oro en paño, como jauría en celo, callándose los unos a los otros los contactos —como ellos dicen— escondiéndose la bola pa’ asegurar el fasten, sujetar el viaje (así mismo reproducen en el extranjero la más galopante mezquindad), como resultado de la peste psíquica de su arribismo tropical del quítate tú pa’ ponerme yo, por no perder el “puntico” (el Yuma), la pilonancia del to’ pa mi, entrenados en las interminables y hambrientas colas y su pontificado catedralicio egoico honoris causa del: yo primero, yo antes y yo después, y yo luego por si acaso… una miseria profesional análoga, que se reproduce a todos los niveles sociales: Las piñas, la prostitución (también intelectual/artística), el tráfico de influencias, las relaciones sucias e interesadas y la desesperación más infinita por conseguir siquiera alguna representatividad y figuración pública (mejor internacional), una ventana real por la que poder respirar en el país de la mentira.
Eso sí, luego se llenan la boca presumiendo de que allí viven sólo de/por y para su arte, que pueden y les dejan hacer, y no tienen otra preocupación que no sea “crear”, aunque sea al servicio de la RoboIlusión que se rumian callados como zorr@s, creyendo poder desobedecer a conveniencia, relativa o de constante y a la que, en el mejor de los casos, jamás dan crédito, ni posibilidad de inmiscuirse, por temor al bochorno, hasta que descubren que: aunque no quieran contar con ella, ella si va a contar con ellos, y de manera lapidaria les pasa la cuenta y obliga a hacerlo, por las buenas, por las malas y/o de todas las maneras. Una factura binaria de “conmigo o contra mí” sin alternativa posible.
Incluso cuando están de su parte —de la RoboIlusión digo—, en el caso de los más zurdos, resulta aún más penoso, porque esa misma RoboIlusión tampoco puede garantizarles nada de bienestar, generalmente a veces ni siquiera el elemental plato de comida mínimo diario, y negocian, malversan, roban, bisnean y trapichean como cualquier otro superviviente sin el más mínimo escrúpulo. Instalándose como cualquier otro ciudadano de a pie, en una relativamente tolerada ilegalidad continua, como naturalizada respuesta reactiva a la prohibición y las restricciones igualmente permanentes. Y el Gobierno lo sabe, así les mantiene atados al grillete psicológico culpabilizador (cada cual sabe que hace alguna u otra cosa aparentemente insignificante para sobrellevar la escasez), y ellos de “perdona vidas” se limitan a utilizar, instrumentalizar o achacártela sólo cuando le conviene, le interesa o quiere escarmentarte. Mientras tanto todo va durando, y se vive en una aparente impunidad tolerada, o sospechosamente soportable. No es de extrañar cómo innumerables activistas de consciencia, caen presos por delitos comunes, desde que el castrismo del principio descubrió que internacionalmente el prisionero de consciencia tiene otro estatus. A excepción de los veteranos —causas antiguas—, en Cuba ahora casi todos los presos son comunes, procesados por delitos “de menor” cuantía, de la peor manera y calaña, sin ningún privilegio, entre los que abunda la ley de vagos y maleantes, tenencia de divisas antes de la dolarización, escándalo público, incitación al desorden, falta de respeto a la autoridad, transitar aguas no jurisdiccionales o navegar en artefactos no patentados. Todos delitos comunes.
Sólo en un país de un auto-bloqueo mental como ese, no es de extrañar y ocurre con demasiada frecuencia, que muy a pesar de los cambios sociales y del estatus que introduce tener divisas, cualquier científico relevante, personalidad popular o creador incluso por legitimado que sea, se acueste sin nada que comer, luego de hacer una conferencia, una inmensa rueda de prensa o cualquier popular macro concierto.
Condenado a un “inxilio” constante, abandonado a su suerte, desinformado, inconsecuente e ¿(in)consciente?, por un lado ante la ineficacia del gobierno, pero así mismo frente a la “disidencia real” (quien condiciona cualquier voluntad de diálogo) entre el aquí y el allá, encarnando la metástasis de un persistente complejo de culpa, desconfiado y paranoico (de no sentirse, ni identificarse, ni pertenecer, a nada que no sea lo que ha aprendido y le dicen por los medios oficiales, a pesar incluso de sentirse fatal e intuir todos sus derechos pisoteados, pero sin ninguna posibilidad de contrastarlo, ni siquiera de saberlo, darse cuenta en realidad, satelitizado en su línea de pensamiento unilateral). Tensión sexual no resuelta que se jubila (confiemos) en medio de una polarización cada vez más difusa, la apatía, la desidia, el ninguneo general o la disuasoria cortina de humo que traza el intento de reciente restauración de la supuesta normalización entre Cuba y EEUU; que obliga a una puesta a punto, replanteo total de estrategias (también de representaciones culturales), una reactualización del discurso y el ejercicio de los meta-relatos.
Mientras… Seguimos durmiendo de ese lado. Y nos prestamos a las expectativas con mayor o menor entusiasmo, cambiándole a cada rato el collar al mismo perro. Demasiado entusiasmo es una dificultad a la hora de enfrentar lo real, sobre todo las frustraciones. Desde la tristeza o la parálisis, la ilusión desilusionadora, y un inmovilismo prolongado que ha encontrado su manera de no parecer inmóvil, entre diversos y “legítimos” lamentos revulsivos históricos viciados, colmo de innumerables esfuerzos ¿inútiles?, indagaciones y renuncias, donde se preguntó de la misma manera de generación en generación, de año en año: ¿Qué diálogo? ¿Qué opinión? ¿Qué historia? ¿Qué memoria? ¿Qué libertad? ¿Qué vida? Aunque ya no se recuerde, se deforme o se mal piense. De tanto en tanto, barridos, ninguneados y maltrechos en una separata de Camarioca al Mariel, de los balseros al Maleconazo, borrón y cuenta nueva para generaciones y generaciones enteras anuladas, dispersas, separadas y diezmadas, que no recuerdan y/o no les interesa. A gran escala, luego en Miami o el exilio en general, mal educados como posesos vuelven a ser presos de su enfermiza nostalgia, culto a lo que perdieron o no tienen, incapaces del ahora y el aquí, por establecerse y conocerse por fin a ellos mismos, con independencia, sin apego y sin dificultad. El cubano en general cree saber quién es, pero aquello que sabe es una patraña aprendida, a golpe de propaganda y coritos guaracheros, del tipo: —Yo soy de la Habana… o Santiago tiene la llave, tra, la, la…—, hurgando los límites semióticos de una pertenencia confundida y atroz (zona de “confort” reconocible), reproduciendo(la) por el mundo y en cada casa particular, a veces el mismo solar pestilente que dejaron para supuestamente ¿mejorar?, cuando lo único que hicieron fue cambiar de lugar (ahora se centran en quejarse porque no viven con los débitos y los bancos), sea en Paris o Nueva York, reproductores del kitsch, el arroz con frijoles, la pachanga barata, los short de licra y la ruralización de la existencia toda, instalada como estado permanente del comportamiento; de la que la actitud artística y política no es ajena, sino un estado residual, otro daño colateral.
Rotura inmersa en un duelo estacionario que no somatiza, no rebasa, no aprovecha y de facto no sana, no Cura. Pues no puede haber perdón ni reconciliación sin Reparación. Y desde todos los puntos de vista, incluyendo la opinión pública, además de las organizaciones internacionales pertinentes, tanto humanitarias, como políticas y sociales, insisten de manera necia en ningunear ese proceso. Torpedo permanente a la línea de flotación de cualquier resolución saludable y eficaz para la pluralidad de intereses de los cubanos, sin usurpación de la auténtica voz, dolor e historia de cada cual.
Tampoco se trata de seguir matando al mensajero como de costumbre, desvalorizando el mensaje y restándole apoyo, no sigamos desvirtuando a todo el que hace algo allá, porque demoró mucho en hacerlo, porque no lo hizo como nos hubiera gustado, o no dijo exactamente lo que creemos que debió haber dicho —como cunde en las redes—. Pero la ingenuidad en muchos aspectos tiene su precio. Se trata de encarar una crítica constructiva, que sea útil, incluso para ella misma, y un montón como ella que están repensando “La Isla Posible” con mayor o menor acierto. Pues hemos de contar con todas las fuerzas posibles para un cambio definitivo. Y eso no se dará si no ejercemos el aprendizaje y la Memoria. Sin desprestigiar a nadie, sin ofender, en su lugar, aprendiendo a corregir el rumbo como un GPS, ese jamás te dice: —Te has equivocado—, sino “Recalculando”. Porque no es fácil, ni desde un afuera minado por el contraespionaje también, ni desde adentro, inmerso en un montón de operativos de distracción y bandera falsa.
Abramos los ojos.
Pensemos en un ingeniero de software que acaba de inventar un dispositivo impresionante de computación cuántica, y es reconocido por su talento y tiene un montón de premios de la comunidad científica internacional. ¡Qué viva el positivismo!, y ¡qué prodigioso avance de la ciencia! Emborrachémonos de triunfalismo. Ahora pensemos a cabalidad: Luego nos enteraremos de cómo en realidad el dispositivo acaba utilizado en una bomba nuclear y que el mayor de sus sponsor encubierto tras otros lobbies bajo el rubro de prestigiosas agencias de investigación, era verdaderamente las fuerzas armadas. Seguimos en un estado de consciencia dormida. La gente no intuye, ni sabe al final para quién trabaja, ni las pulsiones, ni los intereses mercadotécnicos y de seguridad nacional que mueven los auténticos hilos del asunto. Hemos de aprender a intuirlo.
No tener claro esto contribuye a que te utilicen aun con mayor facilidad. Serás utilizado de cualquier forma, de un lado o del otro, pero no se puede ser naïf con esto. Cuando menos por ponérselo un poco más difícil. Esto pasa sobre todo cuando no se prevén variables que se juegan de por medio. Y no hablo ni siquiera que Tania Bruguera sepa. Ella está convencida con certeza de que haciendo lo que cree que es correcto y confiada en su integridad y el estado de consciencia al que cree servir. Eso puede ser relativo o tampoco ser mucho. No basta. Un estado de consciencia es solo una palabra si no se verifica y es en lo real. Son las obras y no las palabras. Pues cada cual tiene el suyo, incluso un chimpancé, rudimentariamente cuando se reconoce frente a un espejo —con perdón—. Lo contrario es contribuir a una mitología folklorista de bravata, añagaza y trampa, aun siendo útil —menos es nada—. No más trasnochado positivismo constructivista, cuando Tatlin en lugar de hablar, ¿susurrar?, ¡gritaba!, sino que le pregunten al gran purgador Lavrenti Beria o a la maniquea Doctrina Zhdánov.
Como dato curioso muy grave, sobre la ideológica historiográfica implicada: Frente a los relativos idealistas de Gabo y Pesvner en agosto de 1920, que publicaron el “Manifiesto del Realismo” para diferenciarse del resto de los futuristas, enunciaban ”Todo es ficción, solo la vida y sus leyes son auténticas, y en la vida solo lo que es activo es maravilloso y capaz, fuerte y justo, porque la vida no conoce belleza en cuanto medida estética. (…) Perecen los Estados y los sistemas políticos y económicos; las ideas se derrumban bajo la fuerza de los siglos, pero la vida es fuerte y crece y el tiempo prosigue en su continuidad real”, en respuesta, la tendencia productivista de Tatlin publicó su programa, escrito por Rodchenko y Barbara Stepanova, reflejando sus maximalistas ideas políticas, opuestas rotundamente a lo que denominaba neutralismo propugnado por Pevsner donde se lee de manera rotunda y despoetizante: la Misión del grupo productivista es la expresión comunista del trabajo constructivo materialista.
Como proceso análogo pero a mil años luz de semejante disparate, en la historia del arte occidental, el propio afrancesado Duchamp, que toda su vida luchó contra el poder de la institución, el estilo y la noción misma de arte como principio, sustancia y gnoseología, terminó contradictoria y paradójicamente petrificado en una institución (algo más ¿abiert@? pero institución al fin) dentro del arte (concepto ampliado en Beuys), de/en un estilo, incluso en un mercado, como negación antítesis de su propia teoría.
Hemos de tener cuidado al no introducir en el análisis la variable de lo histórico. Pues lo que aparenta ruptura (es solo una mascarada aparente y circunstancial) luego puede ser símbolo del peor colaboracionismo (disfrazado de inmolación), circo para el entretenimiento de las masas necesitadas.
Tenebrosas son por igual las fronteras del descarado panfleto, del Guernica al Pasaporte de Maiakovski, de las Cantatas de Brecht a la “Oda a Stalin” de Neruda, de las “NeMECIEdades” propagandísticas del Cucalambé, las Guarachitas Políticas de Carlos Puebla o los nauseantes Himnos de Juan Almeida, salvando todas las distancias, donde no hay más que un ligero cambio de matiz, para una finalidad símil. Mucho más para el ojo y los sentidos no entrenados, dígase, quien ya no diferencia semejante sutileza nutritiva, cuya fetidez ignora la diferencia entre “comida podrida”, distinta a un estupendo queso cabrales, provechosos “gusanos” inclusive, mal que pese, guste o no. Que en Cuba seguimos pensando que Gourmet es haberse visto cuatro programas de Nitza Villapol y el ¿milagro? del Picadillo de Gofio, cuando no el bistec de frazada o la pizza de condones. Tengamos paciencia y reconozcamos que en ciertos menesteres estamos en pañales. Ni siquiera una solida voluntad auténtica de historia correlativa propia, emanada de la construcción y el fortalecimiento de la sociedad civil. Vamos dando pasos, pero me temo que será en otra la dirección.
Alerta: Mientras Maiakovski y Kruchenij, entre otros, acabarían por salir de prisión o suicidándose por ¿falsificar pasaportes extranjeros? para eludir las fuerzas de Seguridad del Estado (eso sería una necesaria y gran Obra en Cuba —ya imaginamos el precio que se ha de pagar por eso—): Orlan (el cuerpo como epicentro simbólico y los corrimientos de identidad), Hans Haacke (la sociedad política y el lenguaje como crítica a la institución) o Marina Abramovich (con su conflictos de género) respectivamente, de igual modo nos alertan sobre el peligro de la estetización del sacrificio. Un paradigma borde cuyo reto —al creador— exige ser devorado, aniquilado, exterminado por su propia obra, atrapado por el fantasma de la permanente inconsecuencia de Beuys, que convenientemente sobrevivió a la convivencia en la Galería con el agresivísimo coyote. La envoltura de fieltro, el lenguaje, la desilusión o una teoría del martirologio y el arrepentimiento no evita, ni alivia la dentellada… el estado del terror no es prolongable, pero el deterioro merecido. Huella, impr(e/o)nta curricular de la avería como destino. Una credibilidad que no se restablece tras semejante epistemología carcelaria e inflexible, que de ninguna manera permite titubeos, sensualidad, inconstancia o intermitencia, sino bajo una férrea doctrina de vindicación del fracaso. Cuando los Epicúreos por nulidad, apatía y “la renuncia” como única variedad de acción no envilecedora (Cioran) invariablemente siempre han vencido a los Estoicos…
La linealidad (in)consecuente y tóxica del Marxismo y el Psicoanálisis, heredero de la lógica heterodoxa Aristotélico-falo-crática, craquela al menor suspiro de los “indeterministas”, el “Homo Ludens” al Jardín del “Dolce far niente” o el mero coqueteo Délfico de la gnosis dubitativa y cínica de los sofistas.
Dice el graciosísimo refrán: Mientras dos tensan la cuerda, un niño sonriente siempre amenaza desde cualquier rincón con unas afiladas tijeras.
Y eso es lo que nos falta a los cubanos. Sentido del humor… al que por igual nos fuerza el destino, queramos o no. La fuerza de la/una ausencia (mecernos) en un devenir que exige Ser más que hacer. El poder de la nada, que nos regresa a un estado anterior a la reflexión, el canto al vacío (moral) del Bredam. Nihil, que anuncia que para “hacer” primero hemos de “Ser”. Sin (el) Ser, todo aquello que emane de nuestra praxis a priori estará contaminado. Hemos descifrado el contenido del discurso pero no nos hemos cuestionado el instrumento de análisis. El Continente, plus no perder de vista el Contenido.
Es como verter agua limpia para beber en un recipiente perennemente sucio y quejarnos de enfermar, cuando el agua vertida es/fue ciertamente hervida, tratada, purificada, saludable y limpia, con todo el esfuerzo y mimo —creámoslo así y seamos indulgentes—. Pero enterémonos de una vez que, aun siendo así, tampoco sirve de nada.
La historia lo ha evidenciado consecutivamente, pero no escarmentamos y seguimos coqueteando con una maquinaria (sobre todo psíquica) nauseabunda. La cosa no es seguir haciendo y haciendo y ya se verá por saturación e insistencia (necesitamos reflexión, educación, y elevar niveles de consciencia) tratar de Aprender, de nuestro más reciente pasado, con vistas a ser en nuestro presente, luego futuro inmediato. Y eso no es posible sin Memoria, pero a la que tampoco debemos tenerle apego. En ese error ubico a un montón de proyectos y voluntades de cambio honestos, tanto desde La Vana como del exilio, que siguen anclados en el ideario de los Padres Fundadores, los trascendentalistas americanos, el Humanismo Aristotélico, la Ilustración, el racionalismo mecanicista pragmático y/o la Martiana ruta decimonónica. Hemos de jubilar muchas cosas que no por buenas han dejado de envenenar el aire que nos toca respirar ahora. Y para colmo resultan más inútiles y entorpecedoras.
El destino nos repetirá mil veces la experiencia hasta que aprenda(mo)s. Por las buenas, por las malas o de cualquier manera. Dejemos el positivismo fatuo triunfalista y los fuegos artificiales para los carnavales. El 96% de los cubanos, incluso los enteradillos, ni saben qué ha pasado en esa Plaza. Y la imagen que se vende al exterior es que circula la información como pólvora. ¡Error, craso error! Dice el refrán: Como se ha de correr y aparentar movernos más, para seguir en las mismas, en el mismo lado. La estrategia del poder es esa, mientras más miras menos ves, mientras más crees que te mueves y cambias —al son que te tocan— más inmóvil es, esta(rá)s y nos ponen.
Así matan varios pájaros de un tiro. Todos sirviendo (in)conscientes al sagrado designio. Trabajando sin saberlo para Fidel. No digo que lo hagan a sabiendas ni a propósito. Lo peor que tiene esto es cómo el Gobierno de Cuba se aprovecha de la desinformación, la inconsciencia y la falta de Memoria histórica. Sobre todo cuando incluso a la contra (inteligencia) se le instrumentaliza.
En varios seminarios sobre “Una Educación para la Libertad”, abundantemente he hablado de tres ignorancias claves a tener en cuenta, y como participamos para evitarlas:
-No saber lo que debería saberse.
-Saber mal lo que se sabe. (Esta es muy peligrosa, porque al creer/confiar que sabemos, perdemos parcialmente la curiosidad, la sana duda sobre el tema y caemos en “la trampa de la certidumbre”)
-Y saber aquello que no debería saberse.
Creo que Tania Bruguera, en esta deliberada acción, demostró en mayor o menor medida sufrir una compleja combinación/síntesis de las tres juntas.
“El cambio” es lo que no va a suceder así. Acabemos con ese fantasmagoría. En realidad pensamos que ahora hay internet y demás, pero no pasa nada, de Cuba no se sabe más que lo que ellos quieren que sepamos, y eso es menos que cero. No sabes/ni se sabrá nada… Internet y móviles tienen o se los cortan cuando los Órganos de la InSeguridad del Estado quieran. Todo, absolutamente todo, pasa por sus redes y ellos deciden qué ves y qué no. Más la información que se guardan. Vamos ciegos, sordos, mudos y aún peor confiados en las pobres iniciativas privadas e individuales, como si no fuesen peones bajo una infraestructura amparada y tutelada por la policía política, salvo honradas excepciones, tanto en La Vana como en Miami por supuesto. Abramos los ojos.
La Memoria, pero sobre todo la Educación, son claves.
Los pueblos que no conocen y atienden a su historia están condenados a repetirla. Todo esto ya pasó mil veces en Cuba, bajo otras formas de exploración, incluso más violentas y/o distintamente provechosas —a mi entender—. Todas terminaron en lo mismo. Ahora, cuando se agudicen las contradicciones generacionales de manera inevitable y letalmente violentas, como pasa de década en década, desde los años 60, incluso antes, no olvidemos Camarioca, luego “los diez millones que no fueron” y la crisis de los 70 y el decenio gris, el Mariel, los Balseros, los 75, el Levantamiento del 5 de agosto, etc, etc; barrerán otra generación entera más de “conflictivos”, con otra oleada de fusilamientos amedrentadores, si nos ponemos muy extremos y “bonzos”, como a las víctimas del Remolcador “13 de Marzo” o los desafortunados secuestradores de la “Lanchita de Regla”, brutales encarcelamientos y/o una manada de balseros o (emigración a raudales) desestabilizadora de cualquier zona estratégica que los Castro escojan para abrir la estampida (arma demoledora de destrucción masiva, por impacto demográfico. Quien vivió en Miami cuando el Mariel sabe de lo que hablo. Deberíamos vivir permanentemente agradecidos a los Estados Unidos. Hoy todas esas personas están integradas, colocadas, y viviendo su vidas, salvo rarísimas e ingratas excepciones. No hay país en el mundo que aguante económica, ni social, ni políticamente la llegada en menos de lo que canta un gallo de un millón de personas a sus costas, sin declararse zona catastrófica y estado de excepción). Que se preparen los países de la zona porque Estados Unidos está escarmentado, pueden estar apuntando para otro lado. Otra vez diría M. Kundera “el país de la risa y el olvido” tras el borrón y cuenta nueva.
Insisto: Hace falta Memoria. La etimológica nos da pista, confirmándonos que recordar, el acto de recordar, procede de la raíz latina “re (de nuevo) cordis (corazón)”, pasar de nuevo por el corazón.
También podemos creer en los milagros, que de haberlos haylos. Interesante este cuento muy antiguo que conocí por Alejandro Jodorowsky:
Un simple bolita
Por exigencias del protocolo, un rey
que tiranizaba sin piedad al pueblo, tenía que salir de su fortaleza en
una carroza de oro, recorrer la Avenida Central hasta el parque en
donde lo esperaba su ejército, y rendir honores a la bandera.
Tanto era el descontento que su régimen rapaz había sembrado, que el tirano temía por su vida. Sus secuaces tomaron todas las precauciones imaginables: el mandatario fue cubierto con una malla de acero; la carroza, rodeada por lanceros montados a caballo; el camino, bordeado por espadachines para impedir que el pueblo se acercara al carruaje dorado. En los techos y ventanas se distribuyeron miles de arqueros prestos a lanzar sus flechas al menor gesto sospechoso. Cerraron las vías de acceso y sólo dejaron entrar ciudadanos que habían sido celosamente registrados. Para rematar estas cautelas, colocaron escudos en la carroza y un techo de acero… ¡Comenzó el desfile!
Tanto era el descontento que su régimen rapaz había sembrado, que el tirano temía por su vida. Sus secuaces tomaron todas las precauciones imaginables: el mandatario fue cubierto con una malla de acero; la carroza, rodeada por lanceros montados a caballo; el camino, bordeado por espadachines para impedir que el pueblo se acercara al carruaje dorado. En los techos y ventanas se distribuyeron miles de arqueros prestos a lanzar sus flechas al menor gesto sospechoso. Cerraron las vías de acceso y sólo dejaron entrar ciudadanos que habían sido celosamente registrados. Para rematar estas cautelas, colocaron escudos en la carroza y un techo de acero… ¡Comenzó el desfile!
La multitud, aterrada, no osaba mover
un dedo. Un anciano que estornudó fue atravesado por cien flechas… El
hijo de un guardián, sentado junto a su padre, jugaba a las canicas
mientras éste vigilaba a los espectadores. El niño, al ver ese imponente
y amenazador carruaje, se asustó tanto que dejó caer una de sus
bolitas. Ésta rodó por entre los cascos de los caballos y fue a dar
justo debajo de una rueda que, al pasar sobre ella, rebotó y salió de su
eje provocando que el carro se volcara y que el tirano pereciera
aplastado bajo el peso de sus blindajes.
Mientras todo esto siga siendo semejante a un ¿sueño? —mejor dicho:
“desgraciado monstruo dormitando”—, la pesadilla se prolongará
indefinidamente.Recuerdo aquella antigua historia, en la sufrida época de la Revolución ¿Cultural? China, que llevaba por título:
Subversión
Luego de llegar el dictador Mao al
poder, un Maestro fue arrestado cuando, desafiando todas las normas de
la censura, repartía octavillas en la calle. Una vez en la comisaría, se
comprobó que lo más subversivo que había en su mochila era un montón de
hojas de papel en blanco. ¿Qué significa esto? –preguntó el agente de
policía–. El Maestro sonrió y dijo: “La gente sabe lo que significa”.
La anécdota se hizo tan célebre en
todo el país que, años más tarde, tampoco les hizo ninguna gracia a los
sacerdotes de su monasterio ver al Maestro por los propios templos
repartiendo hojas de papel en blanco.
Quiero, necesito creer que todo será para bien, en los
continuos y lentísimos procesos de toma de consciencia colectiva.
Sigamos confiando en nuestro corazón y nuestras capacidades, pues no
están muert@s, sino aletargad@s. Es hora de despertar de semejante muermo.“No podemos cambiar el Mundo, solo podemos cambiarnos a nosotros mismos”. Rótulo de la vida que se abre paso. Se nace gritando, de ninguna manera podría ser “un susurro”, mucho menos a estas alturas del partido.
No pod(r)emos evitar la “violencia”, en todo caso, asumiéndola como sagrada, así evitaríamos la “crueldad”. Sólo se accede al despertar, al saber y a la consciencia por (la) vía del sacrificio (sacro-facere). No hay Nirvana instantáneo, ni atajos para la divinidad. Tarde o temprano nos llega el inevitable momento de quemar las naves. Mientras tanto, seguimos perdiendo el tiempo, entretenidos, dispersos, ninguneados, rizando el rizo y sacándole brillo al pasamano del Titanic.
AdriáNomada
(diversionista)
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