Encomio de la imagen: Bendito Maldicionario. pOR jORGE tAMARGO
Encomio de la imagen: Bendito Maldicionario: Leí recientemente la obra poética de Margarita García Alonso. Lo esencia...
Queridos amigos, lectores, hoy en mi blog hablo sobre la poesía de Margarita García Alonso, más específicamente sobre su libro Maldicionario. Les recomiendo mucho, pero mucho, a esta poeta. Si quieren ver cómo y por qué lo hago, sigan el siguiente enlace. Abrazos.
ENCOMIO DE LA IMAGEN
Hoy, en Encomio de la imagen, Jorge Tamargo le hace justicia a una poética especial, y una poeta de obligada lectura, lo sabemos los que hemos tenido la oportunidad de leer el Maldicionario, de aventar el fuego de asar la carne con el, mientras leíamos sus poemas en una reunión de amigos. Quedan todos invitados a leer este escrito.
"Si Margarita hubiera estado en casa de Agatón aquel día, a los postres de la célebre comida que tan brillantemente reprodujo para nosotros Platón, y en la que algunas de las principales cabezas de Grecia especulaban sobre Eros (es mucho suponer, claro, ella no hubiera sido invitada; para su suerte, pues un animal poético tan hembra nunca es proclive a la mayéutica masculina, pero supongámoslo); si hubiera estado allí, digo, y no en alguna Casa de Hetairas, espantando con todas las poéticas posibles el cáustico aburrimiento a que estaban condenadas las canónicas Nikés de Atenas; en el momento exacto en que Diótima, por boca de Sócrates dijo que Eros “es siempre pobre, y lejos de ser delicado y bello, como cree la mayoría, es más bien duro y seco, descalzo y sin casa, duerme siempre en el suelo y descubierto, se acuesta a la intemperie en las puertas y al borde de los caminos”; en ese mismo momento, estén seguros, Margarita habría esbozado una sonrisa cómplice y habría abandonado la sala para escribir Maldicionario. Pero si a pesar de su empeño hubiera sido retenida bajo cualquier pretexto por un Adonis pensante, llegado el momento en que Diótima (Sócrates/ Platón) dijo que Eros por encima de todo resulta un “impulso creador”, Margarita hubiera roto el dominó, y ya sin poder aguantarse, se habría encaminado a su libro exclamando: “toda ecuación del mundo está en el sexo”.
Queridos amigos, lectores, hoy en mi blog hablo sobre la poesía de Margarita García Alonso, más específicamente sobre su libro Maldicionario. Les recomiendo mucho, pero mucho, a esta poeta. Si quieren ver cómo y por qué lo hago, sigan el siguiente enlace. Abrazos.
ENCOMIO DE LA IMAGEN
Hoy, en Encomio de la imagen, Jorge Tamargo le hace justicia a una poética especial, y una poeta de obligada lectura, lo sabemos los que hemos tenido la oportunidad de leer el Maldicionario, de aventar el fuego de asar la carne con el, mientras leíamos sus poemas en una reunión de amigos. Quedan todos invitados a leer este escrito.
"Si Margarita hubiera estado en casa de Agatón aquel día, a los postres de la célebre comida que tan brillantemente reprodujo para nosotros Platón, y en la que algunas de las principales cabezas de Grecia especulaban sobre Eros (es mucho suponer, claro, ella no hubiera sido invitada; para su suerte, pues un animal poético tan hembra nunca es proclive a la mayéutica masculina, pero supongámoslo); si hubiera estado allí, digo, y no en alguna Casa de Hetairas, espantando con todas las poéticas posibles el cáustico aburrimiento a que estaban condenadas las canónicas Nikés de Atenas; en el momento exacto en que Diótima, por boca de Sócrates dijo que Eros “es siempre pobre, y lejos de ser delicado y bello, como cree la mayoría, es más bien duro y seco, descalzo y sin casa, duerme siempre en el suelo y descubierto, se acuesta a la intemperie en las puertas y al borde de los caminos”; en ese mismo momento, estén seguros, Margarita habría esbozado una sonrisa cómplice y habría abandonado la sala para escribir Maldicionario. Pero si a pesar de su empeño hubiera sido retenida bajo cualquier pretexto por un Adonis pensante, llegado el momento en que Diótima (Sócrates/ Platón) dijo que Eros por encima de todo resulta un “impulso creador”, Margarita hubiera roto el dominó, y ya sin poder aguantarse, se habría encaminado a su libro exclamando: “toda ecuación del mundo está en el sexo”.
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