Ella también escribe, por Camilo Venegas en El Fogonero.
Ella también escribe
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Descubrimos al poeta
en uno de los extremos, con una venda en el cuello y abrazado a una
muchacha que lo sostenía en pie. “Ella también escribe”, dijo alguien a
mi lado. “Pero está buenísima”, aclaró otro. Dos o tres semanas después
leí en la prensa la muerte de Fayad. Había oído muchísimas veces la
palabra “viuda”, pero era la primera vez que la pronunciaba: “¿Cómo está
ella?”, pregunté.
Un año después, me
invitaron a un encuentro de escritores que se celebró en la playa de
Rancho Luna. Coincidimos en el hotel con una tormenta tropical. Los
aguaceros y las rachas de viento convirtieron las áreas comunes en una
zona de desastre. Por eso la mayor parte del tiempo permanecimos en las
habitaciones, sin poder salir a nada.
Yo compartía la mía
con Alfredo Zaldívar y justo al lado de nosotros estaba la de Wendy
Guerra y Margarita García Alonso. A Wendy la había conocido años atrás,
una tarde que me invitó a una crema de queso en el Wakamba. A Margarita
la había visto una sola vez, aquella noche en que encendieron las luces
de Casa de las Américas y apareció abrazada al poeta.
Hace unos meses que
nos volvimos a encontrar y, aunque ella sigue en Le Havre y yo en Santo
Domingo, de vez en cuando nos encerramos en una habitación de Facebook
para seguir conversando y esperar a que pasen nuevas tormentas. En un
intercambio de esos, llegó un poema mío a uno de sus blogs.
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