Conste como Oficio : La que escribe
Conste como
oficio para los poetas y cercanos.
La que escribe buscó a su amigo Camilo Venegas Yero y le contó
que pudieron al
fin identificar los restos de Fayad de la fosa común
en que estaba
enredado con los artistas del circo y antes de que
termine el año,
para el otoño, reposarán decentemente en Guayos,
en sepultura con nombre.
7/6/2010
Ella también escribe
por CAMILO VENEGAS YERO
No
recuerdo el año exacto, pero fue durante ese largo final que tuvo en
Cuba la década de los ochenta. Tampoco recuerdo el motivo, solo sé que
las luces de la sala estaban apagadas y Roberto Fernández Retamar pidió
que las encendieran porque entre el público estaba su querido amigo
Fayad Jamis.
Descubrimos
al poeta en uno de los extremos, con una venda en el cuello y abrazado a
una muchacha que lo sostenía en pie. “Ella también escribe”, dijo
alguien a mi lado. “Pero está buenísima”, aclaró otro. Dos o tres
semanas después leí en la prensa la muerte de Fayad. Había oído
muchísimas veces la palabra “viuda”, pero era la primera vez que la
pronunciaba: “¿Cómo está ella?”, pregunté.
Un
año después, me invitaron a un encuentro de escritores que se celebró
en la playa de Rancho Luna. Coincidimos en el hotel con una tormenta
tropical. Los aguaceros y las rachas de viento convirtieron las áreas
comunes en una zona de desastre. Por eso la mayor parte del tiempo
permanecimos en las habitaciones, sin poder salir a nada.
Yo
compartía la mía con Alfredo Zaldívar y justo al lado de nosotros
estaban la de Wendy Guerra y Margarita García Alonso. A Wendy la había
conocido años atrás, una tarde que me invitó a una crema de queso en el
Wakamba. A Margarita la había visto una sola vez, aquella noche en que
encendieron las luces de Casa de las Américas y apareció abrazada al
poeta.
Hace
unos meses que nos volvimos a encontrar y, aunque ella sigue en Le
Havre y yo en Santo Domingo, de vez en cuando nos encerramos en una
habitación de Facebook para seguir conversando y esperar a que pasen
nuevas tormentas. En un intercambio de esos, llegó un poema mío a uno de sus blogs.
Mi
texto regresa al mismo lugar de siempre, con la esperanza de rencontrar
algo que no supe esperar. Su bitácora, en cambio, sigue hacia delante,
convocando a todos los que estén dispuestos a librar sus sueños. Sí,
ella también escribe y pinta y dice lo que piensa, como si no quisiera
que nada más se muera a su alrededor.
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