2222 Lérmontov


Manuscrito del poema, 1837

La muerte del poeta

Mijaíl Lérmontov

(Rusia,1814-1841.Se bautizó con su nombre a un planeta menor 2222 Lérmontov, descubierto por el astrónomo soviético Nikolái Stepánovich Chernyj en 1977. ) 




Murió el Poeta, esclavo del honor,
por los vanos rumores difamado.
Con el plomo en el pecho,
sediento de venganza,
cayó inclinando la orgullosa frente.
Sucumbió el corazón ante el oprobio
de mezquinas injurias.
Haciendo frente a la opinión del mundo
él solo, como siempre... fue vencido.
¡Muerto!... Decid, ¿por qué eleváis ahora
un vano coro de alabanzas,
de tardíos elogios?
Se ha cumplido el designio de la suerte.
¿No habéis sido vosotros ya hace tiempo
los que ibais a la caza
de sus audaces, de sus libres dones;
los que por divertiros atizasteis
su fuego apenas escondido?
¿Entonces? ¡Alegraos!... No ha podido
resistir vuestros últimos ultrajes.
Como una llama se ha apagado
su genio milagroso,
como corona de lozanas flores.
A sangre fría, su asesino
ha descargado el golpe:
su corazón está vacío,
late sin alterarse,
en su mano no tiembla la pistola.
¿Os extraña?... De lejos

ha llegado a nosotros
—igual que tantos fugitivos
a la caza de honores, dignidades—,
llevado de la mano de la suerte.
Despectivo se burla
de nuestra lengua y nuestros usos...
¡Respetad nuestras glorias, comprended
este instante sangriento,
sobre quién osa levantar la mano!

Ha muerto,
le ha encerrado la tumba;
igual que su cantor
desconocido, amable,
ha sido presa de la ciega envidia;
el cantor que el Poeta ha celebrado
y que fue como él
abatido por mano despiadada.
¿Por qué dejó aquel mundo
de tranquilos placeres, de sincera amistad,
para entrar en el círculo ambicioso
que sofoca el espíritu, las ardientes pasiones?

¿Por qué tendió la mano
a bajos detractores,
por qué creyó en palabras, en juramentos falsos,
él, que desde tan joven
conocía a los hombres?
Quitando su corona,
le ciñeron la frente
de laureles tejidos con espinas;
sus puntas escondidas
ensangrentaban su gloriosa frente...
Sus últimos instantes
fueron envenenados
por infames rumores maldicentes.
Murió
con su sed de venganza no extinguida,
con secreto despecho
de traicionadas esperanzas...
Se apagaron los ecos
de sus mágicos cantos,
no volverán a oírse:
angosta, tenebrosa,
es la morada del Poeta,
y un sello para siempre ha cerrado sus labios.

¡Oh, vosotros, altivos descendientes
de padres conocidos por su infamia,
que con serviles pies hollasteis los vestigios
de linajes heridos por la suerte
con los juegos crueles del destino!
¡Vosotros, turba de ambiciosos
que rodeáis el trono,
verdugos de la gloria,
la libertad y el genio!
¡Os halláis escondidos
entre las sombras de la ley;
ante vosotros
callan los tribunales, la verdad!
Pero hay también, malvados,
un Tribunal divino,
un Juez terrible, que os espera
inaccesible al son del oro,
que sabe desde siempre
los pensamientos y las obras.
Serán vanas entonces las calumnias,
no os servirán de escudo.
¡Y vuestra sangre negra, toda,
no bastará para lavar
la sangre justa del Poeta!

 Recordando el Cáucaso

Murió a los 26 años.Veraneaba en el balneario de Pietigorsck cuando fue retado a duelo por un oficial del ejército, a cuya esposa había seducido: murió de un pistoletazo, como su admirado Pushkin.

Tibilisi

 Adiós a ti

" Adiós a ti del ruso sucia patria
nación de encomenderos y de esclavos.
Adiós a esas guerreras azuladas.
Adiós al pueblo por ellas maniatado.
Quizá yo, tras el Cáucaso erguido,
esconderme podré de los tiranos,
de su ojo que todo lo registra,
de su oído que nada escucha en vano.
"

 

Poeta, novelista y dramaturgo ruso, nacido en Moscú en 1814 y muerto en Piatigorsk (Cáucaso) en 1841. Por la naturaleza de su obra y por los avatares de su vida, está considerado como la encarnación del espíritu romántico en la literatura rusa.

Nació en el seno de una familia de origen escocés que se había asentado en Rusia desde el siglo XVI, a los dieciséis años se matriculó en la Universidad de Moscú, donde inició  estudios que dejaría inconclusos para emprender la carrera de las armas en San Petersburgo. Allí, imbuido del espíritu romántico que le alentaba su modelo de vida, el poeta inglés lord Byron, hizo alarde de un profundo desprecio hacia las formas convencionales establecidas en la sociedad de su tiempo. Fue rebelde y anticonformista, y dejó una estela demoníaca tanto en su vida como en su obra.

Se opuso no sólo a las formas tradicionales de vida de sus coetáneos, sino también a las camarillas literarias, los vaivenes políticos y las murmuraciones de los cortesanos, que habían propiciado la muerte de otro de sus ídolos, el poeta Pushkin. Esta hostilidad contra el mundillo cultural que le rodeaba, manifiesta en su composición La muerte del poeta, le ocasionó un destierro al Cáucaso.
De regreso a Moscú, fue castigado en 1840 por haberse batido en duelo contra el hijo del embajador de Francia, y desterrado otra vez Piatigorsk. Allí, un nuevo duelo -esta vez sostenido contra Martínov, un antiguo compañero de escuela- le produjo la muerte.

Lérmontov se dio a conocer con la publicación de unos poemas breves, de tono licencioso, basados en los argumentos que le suministraba su experiencia militar. Se trata de El boyardo Orsha (1835), Saska (1836) y La tesorería de Tambov (1838), obras que anticipan el posterior acercamiento del poeta al realismo y superan nítidamente el amaneramiento retórico de sus primeros poemas juveniles. Tras la petición de castigo para el asesino de Pushkin formulada en La muerte del poeta (1837), compuso dos de las obras paradigmáticas del romanticismo ruso: El demonio (de 1838, pero publicada póstumamente) y La novicia o la joven tcherkesa (1840). En ellas, la figura central es el demonio, personaje-símbolo que, en el conjunto de la obra de Lérmontov, representa la rebeldía, el anhelo de absoluto y el desprecio por la vulgaridad. También es autor de un poema basado en tradiciones populares de su país: Canción del zar Iván Vasíelivich (1838). Otros poemas de interés son El navío fantasma o las cenizas de Napoleón en París y Valerik.

Lérmontov fue también autor dramático, aunque sus piezas teatrales gozaron de menor fama que sus versos. Sin embargo, sobresale entre ellas el drama titulado Un baile de máscaras (1835), que cuenta las peripecias de Arbenin, un antiguo donjuán que, vencido por los celos, mata a su esposa y emprende una alocada huida que sólo le sirve para comprobar cómo el hombre, prisionero de su pasado, no tiene salvación alguna. También estrenó un drama, Hadschi-Abrek.

En el género narrativo, Lérmontov dio a los tórculos una célebre novela, Un héroe de nuestro tiempo (1840), que fue la causa indirecta de su muerte (Martínov se creyó aludido en el texto y retó a Lérmontov al duelo que habría de costarle la vida). Próximo ya un realismo que anticipa la novelística rusa de la segunda mitad del siglo XIX, el relato sigue inscrito en esa temática diabólica que anima toda la obra del escritor romántico: Pechorín, un hombre de nobles sentimientos, se margina por el desprecio que muestra hacia el vulgo; desde un cinismo aristocrático que, a la postre, habrá de resultarle fatal, critica no sólo la trivialidad de las masas, sino toda la corrupción que envuelve a las estructuras sociales de su tiempo.

La obra de Lérmontov ha dejado marcadas influencias en la literatura de sus coetáneos, desde Dostoievsky hasta Blok, Maiakovski y Pasternak.



¿No sabes tú lo que es el amor pasajero de las gentes?
¡Agitación de la sangre joven! Pero pasan los días y se enfría la sangre.
¿Quién resistirá a la separación,
a la seducción de la nueva belleza, al cansancio, al tedio, a los caprichos del ensueño?
¡Ah, no, amiga mía,
no es tu destino marchitarte en el círculo estrecho,
esclava del celo grosero de la gente, entre los pusilánimes,
los fríos, amigos falsos y enemigos,
temores y vanas esperanzas, labores vacías y penosas!
No te apagarás detrás de estas altas murallas
tristemente, sin pasiones,
tan lejos de Dios como del mundo.
¡Oh, mi bella criatura,
a otro estás predestinada!
¡Otro dolor te aguarda;
la hondura de otro éxtasis!
Libra tus deseos pasados a su propia suerte,
abandona el mundo deplorable.
Yo te mostraré, en cambio,
un abismo de conocimientos soberbios y
pondré a tus pies una muchedumbre de servidores.
Te daré esclavas ágiles y encantadoras,
mi bella.
De la estrella del levante arrancaré para ti la diadema rubia.
Cogeré el rocío de la medianoche
y con sus perlas
cubriré tu diadema.
Con un rayo del poniente envolveré tu talle
y con hálitos de fragancia llenaré el aire alrededor de ti...
Te acariciaré el oído a toda hora con una melodía divina.
Te construiré un palacio soberbio de turquesas y de ámbar.
Bajaré al fondo del mar.
Volaré tras de las nubes.
Te daré todo, todo lo terrestre.
¡Quiéreme!...


Mikhail Yurievich Lérmontov 
 
 

 

 

 

 

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