Vigilia del Almirante
En la naturaleça hay toda especie de seres y plantas cuya utilidad o
malignidad no se puede medir, avía dicho el ançiano. E yo me pregunté
con cierto estupor si la naturaleça, como dijo el ançiano, en su mesma
sabiduría, no regulava a su manera salvaje el equilibrio de la fauna
humana, lo mesmo que la flora infinita y el infinito mundo animal en sus
más diversas espeçies. Por esta manera, en el mundo primitivo, e con el
rasero implacable de los canívales, las raças humanas que viven en la
Edad de Oro de esas islas no corren el riesgo de propagarse
exçesivamente destruyendo el equilibrio natural del que hablava el
ançiano. E me pregunto también con algún repeluzno, si no seremos
nosotros, los "hombres llegados del çielo", los canívales que venimos a
despellejar e devorar a los gentiles. Destruidos los unos, otros nos
destruirán a nosotros, por ley de naturaleça.
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