En nombre de la santísima ignorancia.







En nombre de la santísima ignorancia.  

Un tal R.  gritó su inconformidad frente a  la angustia que me obliga a abrir espacios en la Web.  Abro un blog,  luego otro, en todos me dedico a  la auto- publicidad. Aclara el remitente,  en un correo electrónico, que le agobian las entradas terapéuticas.  Es un lector atento,  en aguas turbulentas de egos, vanidades y porquerías de fácil  corta/ pega. ¿Qué culpa tiene de seguirme?

 El desconocido me ha regalado una plaza al defender la suya. En la Web,  cuando nada un pez enseguida lo atrapa el anzuelo del falso elogio y  confunde su aleteo con la basura que flota. La física se aplica: a menor consistencia más probabilidades de sobresalir.

Me considero una profesional de la comunicación si sumo a estudios,  la facilidad para encontrar el punto que molesta  en el ojo ajeno.  Pero descontrolo, descentro, me disperso. Este hombre  ha gritado, en un mensaje privado, que no soporta mi compulsivo posteo.

Y tiene razón, soy una Link-adicta.  Ayer comprobé los desgastes de esta  enfermedad: cuatro horas a “gustarme” vidas que no me pertenecen; ciento veinte minutos a constatar cómo murió un actor, cinco veces hasta  el porsche en fuego con un árbol rajando el hierro. Nadie iba a mostrarme nada más, solo un video casual de otro automovilista que  rodaba por la misma calle. 

Pero no me detuve.   Estoy convencida que MC tiene un problema grave – de drogas, marketing, sexual, mal gusto, o todos juntos, no soy especialista- y, sin embargo, corro a su postal de fin de año. La chica  se ha puesto cuernos de reno, se ha dibujado un pene en el bañador y firma con la lengua afuera, de medio lado. Desconozco cómo se llama este morbo,  pero  es difícil alcanzar maestría. 

Póngase frente a un espejo, saque la lengua y oriéntela hacia un lado; trate de afinarla en la punta y que sea sexy. La mayoría se las veces se verá como un tonto degollado,  aunque sea “la moda”, como lo fue,  meses atrás,  retratarse de medio lado con el “popotin” al aire, forzando la cintura;  o  sonreír estúpidamente a una “auto- foto” “auto- robada” por casualidad, o poner manos de “me he agarrado frente a un espejo con ropita ligera”, que conforman la gloria y vanidad de Instagram.

Explico pues en qué consiste la Comunicación gratuita del desprecio, porque es práctica corriente.  Tengo un amigo que todas las semanas dedica su muro  Facebook a un cantante que le ha desencantado. Sube  videos para llorar su suerte.  Se trata de un trovador que conmovió su  juventud, pero en lo político es una vaina de frijoles seca. El resultado: “el maldito canta autor” tiene asegurada su publicidad gratuita. 

La mayoría de los seres despreciables del planeta cuentan con la publicidad negativa, miles y miles de personas se pasan  el día  dedicándoles  ofensas en la red,  le cortan  el traje que ostentan  y por el cual recibirán ofertas de  banqueros ,  premios,  espacios  tv,  entrevistas. Un céntimo por comentario/ ofensa y  su fortuna es inmensa: la fama.  

Juegue la abyección, en breve  será  ajeno al “Lot de innombrados”. Por supuesto, se necesita “gandinga” para vencer en la contienda y  los genes del provocador oportunista. 

Ponga dos pomos junto a su PC, tableta, Mac.  Deposite   un grano de arroz blanco  cada vez que relinkea porque ama un tema; y en el otro frasco deposite arroz coloreado con tinta china, cada vez que lo hace por molestia, agravio, denuncia.  Comprobará  que es un soldado, de una tropa que desde  su silla quiere cambiar el mundo, cuando en realidad sale poco al sol  y es allá afuera donde ocurre el cambio.

 Es usted un movilizador, un agitador sin montura que suelta caballos, gana/pierde batallas, se mueve en un círculo cerrado de revueltos por la misma causa, pero  no da pasto, no abrevia la sed ni tiene donde colgar el traje de samurái,  la mente del guerrero y el cuerpo ausente del presente.

Vea usted como poco a poco abandonó, se ausentó del presente y ha formado un universo que termina cuando le importa un comino a la entidad o personaje que denuncia. Basta un clic  sobre la tecla supresión, la opción “bloqueado” y su galaxia es una nube de otro sistema solar. 

Es   la posibilidad que ofrece comentar, postear, lucirse,  sin pagar espacio: librar guerras, pesadillas, contaminarse de ansiedad, marcarse, consumirse como un cigarrillo liado con papel sanitario. 

Regreso pues a la alerta,  a la  carta renuncia,  (amenaza de  unfollow,  de  no  seguidor). Soy, somos víctimas, inquisidores, dictadores, abusadores en la Web.  Si no se detiene esta invasión, mutaremos. La  tontera será polvillo que oculta graves secuelas neuronales.

No estoy segura  que exista cura,  pero comienzo la  descontaminación,  porque  también me agobia  que oficien  brumas,  en nombre de la santísima ignorancia, cuando no tocan  tierra.
Adicciones web, comunicación del desprecio.

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